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Alejandro Moreno arremete contra Morena y revive viejas heridas del PRI

El dirigente priista acusa al gobierno de usar el caso Colosio como distracción política, pero su propio liderazgo enfrenta cuestionamientos y desgaste interno
México, a 10 de noviembre de 2025.- Mientras Alejandro Moreno acusa al gobierno federal de manipular la agenda pública con la reapertura del caso Colosio, el PRI continúa perdiendo terreno político y confianza ciudadana. Las declaraciones del dirigente parecen más un intento por mantenerse vigente que una defensa auténtica de la justicia o la memoria histórica del priismo.

Un discurso que busca encender la nostalgia priista

El presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, desató una nueva polémica al calificar como “caja china” la reciente detención de Jorge Antonio Sánchez, presunto cómplice de Mario Aburto, autor material del asesinato de Luis Donaldo Colosio en 1994.
Para Moreno, la Fiscalía General de la República estaría utilizando el emblemático caso para desviar la atención de los problemas de inseguridad y violencia del país.

Sin embargo, sus palabras se perciben más como un intento de capitalizar políticamente la memoria de Colosio —uno de los últimos símbolos éticos del PRI— que como una denuncia genuina. En redes sociales, el líder tricolor acusó al gobierno de “usar la memoria de un priista excepcional para cubrir su ineptitud”, aunque en su propio partido la ineptitud y la falta de autocrítica se han vuelto marcas de su gestión.

El PRI, entre la pérdida y el descrédito

El discurso de Moreno se da en un contexto adverso: bajo su dirigencia, el PRI ha perdido 17 gubernaturas y su presencia en el Congreso se ha reducido a niveles históricamente bajos.
El otrora partido hegemónico ha pasado de ser una fuerza decisiva a convertirse en un socio menor dentro de la alianza opositora, incapaz de reconectar con la ciudadanía y alejado de sus raíces sociales.

Mientras acusa al gobierno de “narcogobierno corrupto”, el propio Moreno enfrenta cuestionamientos éticos y denuncias por enriquecimiento ilícito, así como una creciente inconformidad de las bases priistas que lo acusan de perpetuarse en el poder del partido a costa de su credibilidad.

Una retórica que no convence ni dentro ni fuera del partido

Las declaraciones de Moreno, cargadas de insultos y descalificaciones, parecen más una reacción de frustración política que una estrategia con rumbo.
Su insistencia en señalar culpables externos sin asumir los errores del PRI muestra un liderazgo atrincherado en el discurso, desconectado de las nuevas generaciones y de la realidad nacional.

Analistas políticos coinciden en que el dirigente tricolor busca mantenerse en la conversación pública, pero su protagonismo mediático no se traduce en legitimidad electoral ni moral. La figura de Colosio, en cambio, sigue representando el contraste doloroso entre la esperanza y la corrupción que terminó devorando al priismo moderno.

Entre la memoria y la manipulación

A treinta años del asesinato de Colosio, su nombre vuelve a usarse como herramienta de disputa política.

Moreno, en lugar de reivindicar la memoria de un líder que aspiraba a un PRI más democrático, la emplea para encubrir el vacío de liderazgo y la crisis interna que él mismo ha profundizado.

El caso Colosio sigue siendo una herida abierta, pero el uso político de su legado —ya sea desde el gobierno o desde el PRI— sólo demuestra que en México la memoria sigue siendo rehén del poder.

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