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Entre joyas y chácharas: el otro rostro del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado

El Indep enfrenta pérdidas al almacenar artículos sin valor comercial mientras presume millonarias subastas de lujo
México, a 21 de octubre de 2025.- Ranchos, residencias, autos de gama alta, relojes de colección y joyas incautadas al crimen organizado han dado fama al Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (Indep), cuya misión social ha estado acompañada de imágenes espectaculares de subastas millonarias. Sin embargo, detrás del brillo de los diamantes y los autos de lujo, existe un costado poco visible del instituto: almacenes llenos de objetos usados, rotos o sin valor, ofrecidos por apenas uno o dos pesos.

El Sol de México tuvo acceso a los catálogos internos del Indep, donde se observa que junto a propiedades valuadas en millones, también se venden escurridores de cocina rotos, libretas empolvadas, teclados viejos, trastes de plástico y controles remotos obsoletos. Muchos de estos objetos, lejos de representar ingresos, se han convertido en una carga financiera para la institución.

“Si se venden a dos pesos, es un contrasentido económico. Estos objetos ocupan espacio, requieren inventario y vigilancia. Lo más lógico sería agruparlos y venderlos en bloque”,
señaló Ricardo Rodríguez Vargas, primer director del Indep y responsable de lanzar las subastas con sentido social durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador.

Mientras las subastas de bienes de lujo han dejado más de 21 millones de pesos en lo que va del año, los almacenes del Indep también resguardan artículos sin valor comercial. En el Lote 924, ubicado en el almacén del SAT en Azcapotzalco, se oferta un escurridor de cocina por dos pesos. El artículo, decolorado y con signos de uso, fue transferido al Indep tras un embargo fiscal, según los registros oficiales.

Casos similares abundan. El catálogo muestra paquetes de acetatos decorativos a un peso, relojes con correas de plástico cuyo funcionamiento no se verificó, o piezas de bisutería en mal estado. Estos objetos se ofertan bajo el esquema de “venta directa”, sin necesidad de subasta, precisamente por su escaso valor.

El Reglamento de la Ley Federal para la Administración y Enajenación de Bienes del Sector Público obliga al Indep a recibir todo tipo de artículos confiscados por la Tesorería de la Federación o por el SAT, sin importar su valor comercial. Solo los bienes provenientes de la Fiscalía General de la República (FGR) pueden ser seleccionados bajo criterios de rentabilidad.

El artículo 13 de dicho reglamento establece que los bienes transferidos deben tener un valor mayor al equivalente de seis meses de salario mínimo, pero hace excepciones para bienes asegurados o abandonados, lo que explica la acumulación de objetos de ínfimo valor.

“Si el Indep pudiera rechazar bienes que cuestan más almacenarlos que venderlos, se evitaría un gasto innecesario en vigilancia, administración y servicios legales”, explicó Rodríguez, quien advirtió que actualmente los costos operativos superan tres veces los ingresos por subastas y ventas.

El Indep mantiene almacenes saturados con mercancía obsoleta, desde revistas maltratadas hasta bocinas rotas o teclados de computadora sin piezas. Estos objetos, en su mayoría provenientes de embargos fiscales o aduanas, representan una paradoja institucional: deben venderse, aunque nadie los quiera comprar.

Aun así, los listados se actualizan con frecuencia. En los próximos días, el Indep publicará nuevos lotes de artículos con un precio máximo de cinco mil pesos, incluyendo ropa, herramientas, juguetes y electrodomésticos usados.

Para Rodríguez, la solución pasa por fortalecer la figura de extinción de dominio, un mecanismo legal que permite al Estado apropiarse de bienes de origen ilícito tras un proceso judicial, sin compensar al propietario. “Si se acelera ese proceso, el Indep podría disponer de más bienes de valor real —como casas, autos o joyas— y dejar de acumular artículos sin utilidad”, dijo.

En la actualidad, las finanzas del Indep enfrentan un panorama complicado: el almacenamiento y resguardo de bienes inservibles representa un gasto constante que no se compensa con las ventas menores. Aun así, la institución sigue siendo un símbolo del intento gubernamental por transformar los excesos del crimen en recursos públicos, aunque, en la práctica, entre los Rolex y los trastes viejos, la línea entre devolver al pueblo lo robado y devolverle lo inservible parece cada vez más difusa.

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