El renacer silencioso de la Policía Federal: Harfuch abre la puerta al regreso de los expulsados
México, a 22 de julio de 2025.- A seis años de su desaparición oficial, la Policía Federal vuelve a respirar entre las grietas de la burocracia. Lo que fue sepultado por el expresidente Andrés Manuel López Obrador por estar “echado a perder” ahora resurge como una fuerza operativa clave bajo el liderazgo de Omar García Harfuch, titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC).
Entre litigios, reubicaciones forzadas y liquidaciones polémicas, miles de expolicías federales cayeron en el limbo administrativo tras la creación de la Guardia Nacional (GN) en 2019. Hoy, un grupo de ellos—se estima que al menos seis mil—ha comenzado a reincorporarse a tareas de inteligencia y combate al crimen organizado, muchos de ellos bajo el paraguas de la nueva Unidad Nacional de Operaciones, fuerza élite que prepara Harfuch como su brazo armado civil.
“Estamos ante la aceptación tácita de que haber desaparecido a la Policía Federal fue un error”, sentencia Josué Ángel González Torres, director de Análisis Político y Seguridad de la firma consultora Soluciones, Inteligencia y Estrategia (SIE).
La unidad, aún en formación, será integrada por exfederales capacitados en operaciones especiales y agentes provenientes de la Coordinación Nacional Antisecuestros. Su misión: investigaciones complejas y neutralización de grupos delictivos de alto impacto.
Desde 2018, el entonces presidente López Obrador sentenció el fin de la Policía Federal, alegando corrupción estructural. En su lugar nació la Guardia Nacional, con un fuerte perfil militar. Pero la transición fue turbulenta. Casi la mitad de los 40 mil federales aceptaron retiros voluntarios, y otros recurrieron a amparos por considerarse víctimas de liquidaciones injustas. Los que fueron reubicados —a instituciones como el Instituto Nacional de Migración o el Servicio de Protección Federal— padecieron condiciones laborales degradantes.
“Les dieron los peores servicios y los horarios más agotadores”, recuerda Iván Chávez, abogado y dirigente de Ciudadanos Uniformados, quien asesoró a más de 8,500 elementos en litigios contra la administración.
La recomposición comenzó en la Ciudad de México. Durante su gestión como jefe de Seguridad Ciudadana en la capital, Harfuch integró a numerosos exfederales en la Unidad Metropolitana de Operaciones Especiales, con la que asestó duros golpes al crimen organizado. Con su llegada al gabinete de la presidenta Claudia Sheinbaum en 2024, el proceso se aceleró: comandantes de la vieja Policía Federal han sido recomendados para ocupar cargos en distintas corporaciones del país.
“Estamos viendo el retorno silencioso de una fuerza policial que fue despreciada pero que conserva experiencia invaluable”, señala David Saucedo, analista en temas de seguridad.
En abril pasado, la agencia AP adelantó que la Unidad Nacional de Operaciones estará integrada por personal altamente entrenado por fuerzas de élite de Estados Unidos, Colombia, Francia y España. Con formación táctica, inteligencia en campo y manejo de crisis, esta nueva fuerza será civil pero especializada, justo en el perfil que muchos expertos consideran urgente.
“Sin un brazo operativo, la SSPC se convertiría en una oficina de análisis sin capacidad de reacción. Esta unidad no solo es viable, es necesaria”, afirma González Torres.
El pasado 30 de junio, la presidenta Claudia Sheinbaum reafirmó su respaldo a la Guardia Nacional como pilar de su estrategia de seguridad. Sin embargo, la creación de una fuerza paralela, ahora desde la SSPC, sugiere un cambio de rumbo que podría marcar el regreso definitivo del modelo de Policía Federal, bajo otro nombre y nuevas reglas.
La eliminación de la Policía Federal no solo desarticuló una estructura con capacidades tácticas e investigativas, sino que dejó una herida institucional difícil de sanar. El golpe fue político y simbólico. Hoy, bajo otro gobierno y otra visión, su resurgimiento no solo representa una corrección de rumbo, sino una admisión implícita: la seguridad civil especializada no puede improvisarse ni militarizarse sin consecuencias.
El retorno de los caídos puede, paradójicamente, convertirse en la base de un nuevo modelo de seguridad más equilibrado y profesional. El tiempo y los resultados dirán si esta reincorporación silenciosa fue el principio de una rectificación histórica.




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