Desigualdad educativa en Hidalgo: brecha de hasta 5 años en escolaridad entre municipios
Hidalgo, a 25 de julio de 2025.- Mientras algunos municipios de Hidalgo se aproximan a niveles de escolaridad comparables con el promedio nacional, otros enfrentan un profundo rezago educativo, revelando una marcada desigualdad en el acceso a la educación en la entidad. Así lo confirma el Censo de Población y Vivienda 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), cuyos datos muestran contrastes que van de los 11.7 años promedio de estudio en algunos puntos urbanos, hasta apenas 6.2 en zonas rurales e indígenas.
En el extremo más alto se sitúan Mineral de la Reforma y Pachuca de Soto, con promedios de 11.7 y 11.5 años respectivamente. Estas cifras indican que gran parte de sus habitantes de 15 años en adelante ha concluido el nivel medio superior. Muy por encima del promedio estatal (9.4 años) y del promedio nacional (9.7 años), ambos municipios se benefician de su carácter urbano, amplia infraestructura educativa y mejores oportunidades laborales que exigen mayores niveles de formación académica.
Sin embargo, cuando se comparan estos datos con los municipios más educados del país, como Benito Juárez en la Ciudad de México —que alcanza los 14.5 años promedio de escolaridad— la distancia aún es considerable. Una diferencia de 2.8 a 3 años que evidencia la concentración de recursos, universidades y programas educativos en las principales zonas metropolitanas del país.
Después de Pachuca, destacan Zempoala con 10.7 años, seguida de Tlanalapa, Tepeapulco, Tizayuca, Francisco I. Madero y Progreso de Obregón, todos con un promedio de 10.2 años. Les siguen Tula de Allende (10.1) y Atitalaquia (9.9), municipios que aún mantienen indicadores educativos aceptables.
Por el contrario, los niveles más bajos se registran en municipios como La Misión (6.2 años), Xochiatipan (6.3), Huehuetla, Tlahuiltepa y Yahualica (6.4), así como en Tepehuacán de Guerrero y San Bartolo Tutotepec (6.5). Pacula tiene 6.6 y Acaxochitlán y Tianguistengo reportan 6.7 años en promedio.
Este rezago está vinculado a múltiples factores estructurales. Uno de los más significativos es la dispersión poblacional. Muchas comunidades rurales se encuentran en zonas montañosas o de difícil acceso, lo que complica la construcción de escuelas y la llegada de docentes y materiales.
Además, la presencia de comunidades indígenas, como las otomíes, nahuas y tepehuas, coincide con estos niveles bajos de escolaridad. Las barreras lingüísticas, la falta de oferta educativa intercultural y el limitado acceso a recursos tecnológicos acentúan la deserción escolar.
El factor económico también influye. Los municipios con menor escolaridad suelen coincidir con los de mayor pobreza multidimensional, situación que orilla a muchos menores a abandonar sus estudios para incorporarse al trabajo informal o en el campo.
La información proporcionada por el INEGI no solo subraya la urgencia de políticas públicas diferenciadas para atender estas desigualdades, sino también la necesidad de fortalecer los sistemas de educación intercultural, mejorar la infraestructura en zonas rurales y diseñar estrategias que impidan que la pobreza siga siendo un freno para la educación.
Mientras algunos municipios avanzan, otros siguen esperando el acceso equitativo al conocimiento. La brecha educativa en Hidalgo, más que una cifra, representa un desafío social y humano que no puede seguir postergándose.




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