Crisis en el campo limonero de Misantla: desplome del precio y sequía arrastran a los productores a la incertidumbre.
Misantla, Ver., a 15 de junio del 2025.- El campo veracruzano vuelve a lanzar una señal de auxilio, en la zona baja de Misantla, donde decenas de comunidades viven del cultivo de limón, una crisis económica y climática sin precedentes está golpeando a las familias productoras, en apenas 15 días, el precio de la reja de limón pasó de 800 pesos a tan solo 100 pesos, un desplome dramático que, combinado con más de dos meses sin lluvias, ha dejado al borde del colapso a los citricultores locales.
Los productores de localidades, viven momentos de profunda preocupación, la tierra se agrieta, los árboles pierden fuerza y el fruto, pequeño y deshidratado, ya no alcanza ni para llenar una reja con menos de diez árboles: “Estamos viviendo una de las peores temporadas, no llueve desde hace más de dos meses, tenemos que regar con tambos de agua por las tardes, cuando baja el calor, para intentar salvar algo del cultivo, pero eso también cuesta, ¿cómo vamos a vivir si el precio ya no cubre ni la gasolina del día?”, lamentan.
A diferencia de años anteriores, donde el limón alcanzaba precios altos por la escasez nacional, este 2025 las condiciones se han invertido, el exceso de producto en otras zonas del país y la falta de canales justos de comercialización están permitiendo que los intermediarios impongan precios irrisorios, sin que exista regulación o intervención de las autoridades.
Actualmente, una reja de limón, que equivale a aproximadamente 20 kilogramos de fruto, requiere el esfuerzo de recorrer hasta 10 árboles debilitados por el calor extremo y la falta de humedad, lo que antes se lograba en un solo árbol frondoso, hoy exige el triple de tiempo, mano de obra y recursos.
Además del costo de recolección, los productores deben invertir en agua transportada en tambos, pagar jornales, insumos básicos como fertilizante, y aun así, el ingreso apenas alcanza los 100 pesos por reja, en comunidades donde el limón representa la única fuente de ingreso, el escenario ya es desesperado.
A la crisis económica se suma un problema estructural: la ausencia de sistemas de riego y la nula respuesta institucional frente a una sequía que se extiende a lo largo del territorio veracruzano, la dependencia del temporal ha quedado en evidencia, y el cambio climático parece estar cobrando una factura acelerada y costosa.
Pese a los llamados que diversos productores han hecho a las autoridades estatales y federales, no se han emitido programas de apoyo emergente, ni incentivos para mitigar las pérdidas por la baja del precio o la falta de agua, tampoco existen precios de garantía o mecanismos de comercialización directa que les permita prescindir de los intermediarios.
La zona baja de Misantla ha sido históricamente reconocida por la calidad de su limón, un cultivo que ha sido el sustento de generaciones enteras, hoy, ese mismo fruto se convierte en símbolo de resistencia frente a un sistema que, cada vez más, parece darle la espalda al campo.
Los limoneros siguen trabajando, aún con el ánimo desgastado, aún con el cielo seco y las manos agrietadas, pero el tiempo corre, y sin acciones concretas, la pregunta que más se repite en los caminos polvorientos es: ¿cuánto más podremos resistir?
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