Entre rompecabezas y paciencia: Daniel Gerardo Rangel, el alma creativa que resiste en el pabellón artesanal del Festival Michoacán de Origen
Michoacán, a 10 de mayo del 2025.- En un rincón del pabellón artesanal del Festival Michoacán de Origen, entre maderas pulidas, formas geométricas imposibles y juegos de lógica que despiertan la mente, destaca la figura de Daniel Gerardo Rangel, un maestro carpintero que ha convertido la paciencia y la miniatura en un arte.
Originario de Quiroga y residente en el tranquilo pueblo de Ojo de Agua, municipio de Tzintzuntzan, Rangel no solo exhibe juguetes didácticos y rompecabezas con una precisión milimétrica: ofrece magia, ingenio y memoria viva del trabajo artesanal que durante generaciones ha definido a Michoacán.
“La madera la trabajo desde chico, como muchos en Quiroga. Aunque estudié otras cosas, siempre regresé a esto. Aquí encontré mi lugar”, comparte con humildad.
Su mesa en el festival parece un universo propio: un rompecabezas de flor de nueve piezas, un tráiler en miniatura con detalles milimétricos, un juego de cubos con colores que desafían la lógica, un octaedro colosal de 51 piezas, un dominó español y hasta una versión artesanal de la Torre de Hanoi, un antiguo algoritmo matemático. Cada pieza es un reto, una obra, un legado.
Gerardo no tiene un punto de venta fijo. Tampoco lo necesita. La Casa de las Artesanías lo convoca a ferias en Morelia, en todo Michoacán y, próximamente, lo llevará a Aguascalientes como parte de una delegación de creadores michoacanos.
Pese a ello, el camino no ha sido fácil. Sus hijos viven en Estados Unidos y no han seguido el oficio. Por eso, hoy enseña a sobrinos y jóvenes del pueblo, aunque reconoce que no cualquiera resiste.
“Este es un trabajo muy preciso. Muchos quieren hacerlo rápido, y no se puede. Me dicen que soy delicado. No es eso. Solo hago las cosas bien”.
Aunque su mesa brilla, las ventas son bajas y el ánimo del pabellón artesanal, decaído. Rangel, con la honestidad que da el trabajo bien hecho, no se guarda nada:
“Casi todos los artesanos te dirán lo mismo: no hay muchas ventas, no hay muchas personas. Vienen siempre los mismos, con lo mismo. Falta novedad, faltan ideas”.
Propone que se abran concursos estatales para seleccionar a los mejores artesanos del año, con productos frescos, creativos, que devuelvan al pabellón la fuerza que alguna vez tuvo.
“Hay muchos compañeros talentosos que no pueden entrar aquí porque ya hay quienes ‘tienen su hueso’. Así no se puede innovar. Y sin innovación, esto muere”.
Más que carpintero o artesano, Daniel Gerardo Rangel es un constructor de desafíos mentales, un guardián de la memoria lúdica que resiste con herramientas, talento y ética en un sistema que, muchas veces, olvida a quienes realmente crean.
Mientras el pabellón se apaga poco a poco, él sigue allí, tallando madera, armando sueños, y recordando que el verdadero arte no solo se exhibe, se hereda.
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