Sudáfrica aplaza entrega de presidencia del G20 a EE.UU. por considerar insuficiente el rango del representante enviado por Washington
El gobierno sudafricano decide no hacer el traspaso en la Cumbre de Líderes
Sudáfrica, a 22 de noviembre de 2025.- Sudáfrica anunció que no cederá la presidencia rotativa del G20 a Estados Unidos durante la clausura de la cumbre en Johannesburgo, debido a que Washington envió únicamente a su encargado de negocios para recibir el relevo. El gobierno sudafricano afirmó que el traspaso se hará posteriormente y sólo entre funcionarios de rango equivalente al que exige el protocolo internacional. La decisión ocurre en medio del boicot declarado por el presidente Donald Trump y las crecientes tensiones diplomáticas entre ambos países.
Un traspaso que rompe con la tradición del G20
La clausura de la Cumbre de Líderes del G20 en Johannesburgo, usualmente marcada por el traspaso formal de la presidencia rotativa, vivirá este año una excepción inédita.
El gobierno de Sudáfrica informó que no realizará el relevo durante la cumbre, pues Estados Unidos decidió enviar únicamente a Marc Dillard, encargado de negocios en Pretoria, y no a un jefe de Estado o ministro en representación del presidente Donald Trump.
Ronald Lamola, ministro sudafricano de Relaciones Internacionales y Cooperación, explicó:
“Esta es una cumbre de líderes, y el traspaso debe realizarse entre jefes de Estado o, al menos, un ministro debidamente designado”.
Lamola subrayó que Sudáfrica no pretende tensar la relación bilateral, pero sí mantener el rigor diplomático que exige un acto de esta naturaleza.
El boicot de Trump: el contexto que marca el tono de la Cumbre
La decisión estadounidense no es aislada. El 7 de noviembre, el presidente Donald Trump declaró un boicot total a la cumbre del G20, argumentando supuestas violaciones a los derechos humanos de la población afrikáner.
Trump afirmó, sin pruebas, que los afrikáners estaban siendo “asesinados y masacrados” y sus tierras “confiscadas ilegalmente” en Sudáfrica. Pretoria rechazó categóricamente esas acusaciones.
El boicot implicaba inicialmente que ningún representante estadounidense participaría en la cumbre. Sin embargo, en un giro de último minuto, Washington notificó que enviaría a su encargado de negocios únicamente para asistir a la ceremonia protocolaria, sin participar en debates.
El gobierno sudafricano consideró insuficiente ese nivel de representación para entregar la presidencia de un foro de tal magnitud.
Protocolo diplomático y dignidad institucional
Sudáfrica ha insistido en que su postura no representa un desaire hacia Estados Unidos, sino un acto de respeto a las normas diplomáticas del G20.
El ministro Lamola afirmó:
“Nuestro presidente no puede entregar el poder a un encargado de negocios en una Cumbre de Líderes a la que asisten tantos jefes de Estado”.
Por ello, el traspaso se hará a partir del lunes en las oficinas del Ministerio de Relaciones Internacionales y Cooperación, con funcionarios equivalentes al enviado estadounidense.
La decisión también responde a una lectura simbólica: entregar la presidencia del G20 a un diplomático de bajo rango enviaría un mensaje de desvalorización hacia el foro y hacia el país anfitrión.
¿Crisis de representación global en el G20?
La controversia surge en un momento en que varios analistas señalan una crisis de representación en los principales organismos multilaterales. La ausencia de grandes potencias —por razones políticas, geoestratégicas o por rupturas diplomáticas— desdibuja el rol del G20 como espacio de diálogo global.
La retirada estadounidense del debate, su discurso polarizador respecto a Sudáfrica y la tensión en torno a la presencia de líderes clave—como el presidente nigeriano Bola Tinubu, ausente también por la crisis de secuestros en su país—alimentan la percepción de que el G20 enfrenta una fractura de liderazgo.
La decisión sudafricana no sólo preserva su dignidad en el protocolo, sino que expone una realidad incómoda: el foro está operando con sillas vacías y voces debilitadas en un momento de tensiones geopolíticas profundas.
Repercusiones inmediatas y reacomodos diplomáticos
Aunque el ministro Lamola aclaró que la determinación no afectará las relaciones con Washington, el episodio evidencia:
La falta de interlocución directa entre Trump y el gobierno de Cyril Ramaphosa.
El impacto que tienen las narrativas ideológicas de la administración estadounidense en su política exterior.
La creciente sensibilidad de Sudáfrica ante discursos que reviven tensiones raciales y coloniales.
El gesto diplomático —aplazar el traspaso— también funciona como un mensaje: Sudáfrica no reducirá el nivel de representación en los espacios globales que lidera.




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