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Honduras define su futuro: elecciones generales entre incertidumbre, polarización y un país marcado por la pobreza

Cinco candidatos compiten por la presidencia en unos comicios cargados de tensiones históricas y desafíos estructurales.
Honduras, a 29 de noviembre de 2025.- Este domingo 30 de noviembre, Honduras celebra elecciones generales para renovar la presidencia, el Congreso, gobiernos locales y cargos regionales. La contienda se desarrolla en un escenario cargado de memoria histórica —golpes de Estado, corrupción y el caso Juan Orlando Hernández—, así como fuertes tensiones políticas por el respaldo público de Donald Trump al candidato conservador Tito Asfura. Las encuestas perfilan una competencia cerrada entre Rixi Moncada, Salvador Nasralla y el propio Asfura.

Un país que vota entre fantasmas del pasado

Las elecciones generales de este 30 de noviembre llegan en un contexto donde la política hondureña continúa oscilando entre promesas democráticas y heridas abiertas. Honduras, cuya era democrática inició en 1982, ha visto cómo los conflictos internos han erosionado su estabilidad.
El golpe de Estado de 2009, que depuso a Manuel Zelaya, sigue siendo un eje de debate y una marca difícil de borrar. La figura de Juan Orlando Hernández, expresidente condenado en Estados Unidos por narcotráfico, representa el segundo gran punto de tensión que atraviesa a la sociedad.
El tercer y omnipresente desafío es la pobreza: según el Banco Mundial, más del 51% de la población vive con menos de 6.5 dólares al día, una cifra que coloca a Honduras entre los países más pobres de la región.

¿Qué se elige en estos comicios?

La jornada electoral abarca una renovación total del poder político. Más de ocho millones de hondureños están llamados a elegir:
Presidencia de la República
128 diputados del Congreso Nacional
20 diputados del Parlamento Centroamericano
298 alcaldes
2168 regidores municipales

Se trata, por tanto, de una contienda que redefine no sólo el Ejecutivo, sino toda la arquitectura política del país.

Los cinco aspirantes a la presidencia

Los hondureños decidirán entre cinco candidatos con perfiles marcadamente distintos:
Mario Rivera (Partido Demócrata Cristiano), presentador de televisión, quien ya declinó a favor de Salvador Nasralla.
Rixi Moncada, candidata oficialista por Libertad y Refundación, exfuncionaria de la presidenta Xiomara Castro.
Nelson Ávila, postulado por el Partido Innovación y Unidad Social Demócrata, y exasesor de Manuel Zelaya.
Salvador Nasralla, influyente presentador televisivo y abanderado del Partido Liberal de Honduras.
Nasry “Tito” Asfura, exalcalde de Tegucigalpa y candidato del Partido Nacional, la fuerza conservadora más tradicional.

Las encuestas coinciden: Moncada, Nasralla y Asfura lideran las preferencias, aunque ningún estudio ha logrado establecer una ventaja concluyente.

La presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Ana Paola Hall, llamó a la madurez política.
“Todos deben reconocer los resultados oficiales”, afirmó, advirtiendo que, ante un escenario cerrado, no se garantiza tener ganador la misma noche del 30 de noviembre.

Trump, un actor externo que altera la campaña

En medio de un clima ya de por sí polarizado, el expresidente estadounidense Donald Trump se sumó al debate electoral, ofreciendo su respaldo público a Tito Asfura.
Trump aseguró que Estados Unidos apoyará al país si el candidato conservador gana y, además, anunció que indultaría a Juan Orlando Hernández, expresidente hondureño condenado a 45 años de prisión por narcotráfico.

Este pronunciamiento ha encendido la discusión pública y podría profundizar la división entre sectores oficialistas, liberales y conservadores, tensando aún más la jornada poselectoral.

Una democracia en la cuerda floja

Honduras llega a esta elección atrapada entre la necesidad de estabilidad y la desconfianza acumulada durante décadas.
El país enfrenta:
Instituciones debilitadas tras años de crisis política
Un tejido social golpeado por la pobreza estructural
Una ciudadanía cansada de la corrupción
Una región centroamericana donde la democracia está en retroceso

El próximo mandatario deberá navegar entre profundas fracturas políticas, demandas sociales urgentes y una presión internacional creciente.

La elección se convierte así no solo en un ejercicio democrático, sino en un pulso crítico sobre el rumbo histórico de la nación.

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