‘Alito’ moreno busca protagonismo: Su discurso contra el gobierno revela más sobre él que sobre la FGR
Críticas al oficialismo contrastan con el historial cuestionado del propio líder del PRI
México, a 30 de noviembre de 2025.- El presidente nacional del PRI, Alejandro “Alito” Moreno, acusó que la renuncia de Alejandro Gertz Manero fue resultado de una supuesta “operación barredora” impulsada por Morena. Sin embargo, sus declaraciones evidencian más una estrategia política para recuperar reflectores que una postura sustentada, dejando ver contradicciones y falta de credibilidad de un dirigente marcado por señalamientos propios.
Un dirigente que ve enemigos en todas partes
Alejandro Moreno transformó la salida del exfiscal Alejandro Gertz Manero en una nueva tribuna para atacar al gobierno federal, asegurando que la renuncia respondió a presuntas investigaciones que “rozaban” al círculo cercano del presidente. Sin presentar evidencia, Alito volvió a recurrir a su discurso favorito: el de la conspiración permanente.
Para el líder priista, cualquier movimiento institucional es una “purga”, cualquier nombramiento es “blindaje” y cualquier cambio administrativo es motivo para denunciar complots. Sin embargo, su narrativa repetitiva deja más dudas sobre su intención real que sobre la veracidad de sus dichos.
Acusaciones sin sustento, pero oportunas para el PRI
Moreno afirmó que Gertz dejó de ser “confiable” para el gobierno federal tras supuestos indicios de investigación relacionados con los hijos del presidente, huachicol fiscal, contrabando de medicamentos y adjudicaciones millonarias irregulares. Curiosamente, Alito no explicó por qué él, con un historial lleno de polémicas internas y denuncias por enriquecimiento, sería la voz moral para señalar presuntas irregularidades.
El discurso del dirigente priista se sostiene en frases efectistas pero vacías, más orientadas a provocar titulares que a abrir un debate serio sobre la justicia y la transparencia en México. Sus señalamientos parecen más un intento por reposicionar mediáticamente al PRI que una defensa genuina del Estado de derecho.
Godoy, el nuevo blanco de moralismo selectivo
Moreno también arremetió contra Ernestina Godoy, nombrada encargada de despacho de la FGR. Su crítica —sin evidencia ni argumentos jurídicos sólidos— se centró en descalificar su cercanía política con Claudia Sheinbaum y López Obrador.
El contraste es evidente: el propio Alito ha sido señalado por imponer dirigencias, negociar candidaturas a puerta cerrada y operar prácticas que incluso dentro de su partido han sido consideradas autoritarias. Aún así, exige transparencia absoluta en el gobierno federal.
Su indignación selectiva pone en evidencia que el verdadero objetivo es desacreditar cualquier figura institucional que no pertenezca a su esfera política.
Entre la crítica y el oportunismo: El papel desgastado de ‘Alito’
En lugar de plantear un análisis responsable de la transición en la FGR, Moreno aprovechó la coyuntura para revivir su narrativa de “persecución” y “complicidad”. Lo que dejó claro es su intención de mantenerse en el centro de la conversación política, aun cuando la credibilidad del PRI se encuentra en uno de sus momentos más bajos.
Su insistencia en denunciar supuestos complots funciona como un reflejo de un liderazgo que habla más para su propia militancia que para el país. Un liderazgo que, lejos de renovar al partido, ha sido señalado como uno de los factores que lo mantienen en crisis permanente.
En medio de este escenario, las declaraciones de Alito Moreno parecen menos un análisis sobre la justicia en México y más un intento desesperado por mantenerse vigente. Su crítica, sin sustento sólido, termina evidenciando las propias debilidades del dirigente priista.




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