Limpieza en la Subsecretaría de Educación: Caída por corrupción, relevo con autoridad
La salida de Calixto Armas no sorprendió a nadie. Su caída era cuestión de tiempo. Llegó a la Subsecretaría con aires de grandeza, pero pronto mostró su verdadero rostro: adjudicaciones opacas, imposiciones sin sustento, cobros ilegales a trabajadores y uso de recursos públicos para fines personales.
En vez de construir, desmanteló. En lugar de unir al sector educativo, sembró división. Y lo más grave: usó el dinero público como su caja chica, cobrando “cuotas” a empleados bajo su mando, una práctica vergonzosa que en cualquier otro contexto se llama extorsión.
La gobernadora actuó. Porque quien traiciona la confianza del pueblo no puede seguir en el gobierno de la transformación.
La llegada de David Jiménez Rojas envía un mensaje claro: basta de simulaciones. Él no viene a improvisar ni a construir feudos personales. Viene a trabajar.
Abogado de formación, con estudios de posgrado en Gobierno y Derecho Anticorrupción, Jiménez Rojas es un perfil que combina experiencia, visión y firmeza. Su misión es doble: limpiar la casa y relanzar el sistema educativo con una visión territorial, social y con enfoque humanista.
“Lo primero es reconstruir la confianza. Y para eso, hay que sacar la podredumbre”, dijo una fuente cercana al nuevo equipo.
En un estado tan diverso como Veracruz, su presencia facilitará el diálogo con sindicatos, docentes y comunidades, y devolverá la dirección técnica a una de las áreas más golpeadas por el oportunismo político.
Este relevo no es una anécdota burocrática. Es una advertencia directa para los que creen que pueden usar al gobierno como botín: no hay impunidad en la transformación.
El mensaje de Rocío Nahle es claro: ni siquiera en carretera se le rebasa a la Jefa. Mucho menos con corrupción. El que se equivoque de ruta, se baja del vehículo.
La educación veracruzana necesita liderazgo, no ladrones con cargo. Ideas, no cuotas ilegales. Futuro, no negocios privados.
Con David Jiménez Rojas al frente, se cierra una etapa oscura. Y se abre otra donde la técnica y la ética vuelven al timón. Veracruz exige resultados, no excusas.
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