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El siglo XIX mexicano: Más allá de la guerra, la construcción del país desde la ciencia, la educación y la cultura.

México, a 23 de junio del 2025.- El siglo XIX en México es comúnmente recordado por sus conflictos bélicos, las luchas por la independencia, la Guerra de Reforma, y la intervención extranjera. Sin embargo, este período también fue escenario de importantes avances en la educación, la ciencia y la infraestructura, gracias a figuras cuyo legado ha sido en gran medida opacado por la historia tradicional. En su libro Saga familiar (Debate, 2025), el diplomático y escritor Carlos Almada rescata la memoria y contribuciones de los hermanos Díaz Covarrubias y el filósofo Gabino Barreda, quienes desempeñaron un papel fundamental en la modernización de México durante el siglo XIX.

Originarios de Xalapa, Veracruz, los hermanos Francisco, Juan y José Díaz Covarrubias provenían de una familia liberal, católica, republicana y profundamente patriota. Carlos Almada destaca que esta familia representó un modelo de compromiso social y político moderado, que rechazó la violencia y prefirió aportar al país desde los ámbitos cultural, científico y educativo.

“La familia Díaz Covarrubias fue eminentemente pacífica, nunca empuñó un arma contra otro mexicano, y sus opiniones políticas se mantuvieron en la moderación,” señala Almada.

Xalapa, por su ubicación geográfica como zona de tránsito de mercancías e ideas, fue un espacio propicio para la formación intelectual de esta familia, que destacó por su erudición y su espíritu innovador.

Entre los hermanos, Francisco Díaz Covarrubias sobresale por sus importantes contribuciones en las áreas de astronomía, geografía, matemáticas e ingeniería. Fue considerado el astrónomo más destacado de México durante la segunda mitad del siglo XIX.

En 1874, el entonces presidente Sebastián Lerdo de Tejada designó a Francisco para formar parte de una expedición científica internacional enviada a Japón, con el objetivo de observar el tránsito de Venus sobre el Sol, un fenómeno astronómico clave para la medición de distancias en el sistema solar.

“Fue la primera expedición científica mexicana con relevancia internacional y tuvo efectos duraderos en el desarrollo de la ciencia espacial del país,” afirma Almada, quien además fue embajador de México en Japón y Portugal.

Además de su labor astronómica, Francisco Díaz Covarrubias desempeñó el cargo de oficial mayor en el Ministerio de Fomento durante la República Restaurada. En este puesto, fue pieza clave en la expansión de la infraestructura nacional, especialmente en la red telegráfica y el ferrocarril que conectaba Veracruz con el interior del país, un proyecto que data de los tiempos del Segundo Imperio y que contribuyó al desarrollo económico y social de México.

Juan Díaz Covarrubias fue un médico y escritor reconocido, cuya vida estuvo marcada por su compromiso con los ideales liberales. Su muerte durante la Batalla de Tacubaya en 1859 —una confrontación clave de la Guerra de Reforma entre liberales y conservadores— lo convirtió en una figura emblemática de la lucha por la libertad.

Su martirio fue documentado en una crónica anónima escrita por Francisco Zarco y promovida por Ignacio Manuel Altamirano, lo que elevó a Juan a un estatus de héroe literario y político.

“Juan Díaz Covarrubias es recordado no solo por su sacrificio, sino también por su importante contribución literaria en el México del siglo XIX,” explica Almada.

El tercer hermano, José Díaz Covarrubias, tuvo un papel crucial en la transformación del sistema educativo mexicano. Durante su gestión como ministro de Justicia e Instrucción Pública en los gobiernos de Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada, fue responsable de diseñar e implementar la escuela primaria laica, universal, obligatoria y con orientación científica.

Este modelo educativo sentó las bases para la educación pública moderna en México, promoviendo la secularización y la inclusión de la ciencia como eje central de la enseñanza, principios que fueron revolucionarios para la época.

“José Díaz Covarrubias merece un lugar destacado en la historia de la educación nacional, aunque lamentablemente su nombre ha quedado en el olvido,” lamenta Almada.

La influencia de la familia Díaz Covarrubias se extendió también a través de la figura de Gabino Barreda, filósofo y fundador de la Escuela Nacional Preparatoria. Barreda, casado con Adela Díaz Covarrubias, hermana de los tres hermanos, fue el principal impulsor del positivismo en México.

El positivismo, una corriente filosófica que priorizaba la ciencia y el progreso, dominó la instrucción pública durante la República Restaurada y los primeros años del Porfiriato. Barreda introdujo esta visión en la educación, consolidando un modelo que buscaba modernizar al país y construir un Estado nacional basado en el conocimiento científico y la razón.

“El positivismo educativo fue el motor de la modernización durante ese periodo y los hermanos Díaz Covarrubias tuvieron un papel fundamental al presentar a Barreda a Benito Juárez, un momento decisivo para la historia educativa de México,” detalla Almada.

El libro Saga familiar no solo recupera la historia de una familia ejemplar, sino que invita a reflexionar sobre la importancia de reconocer a aquellos que construyeron México desde la ciencia, la educación y la cultura. En una época de conflictos, estos personajes optaron por la inteligencia y el diálogo como herramientas para el progreso.

Este rescate histórico cobra especial relevancia hoy, cuando el país enfrenta nuevos retos sociales y busca caminos para su desarrollo. La memoria de los hermanos Díaz Covarrubias y Gabino Barreda nos recuerda que la construcción de una nación no depende solo de las armas, sino también del conocimiento, la educación y el compromiso cívico.

“En tiempos actuales de polarización, es imprescindible recordar a quienes apostaron por la ciencia, la educación y la paz, porque su legado sigue siendo fundamental para México,” concluye Carlos Almada.

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