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Promesas tardías y desesperadas: Indira Rosales se acuerda de las colonias olvidadas tras 8 años de silencio panista

Veracruz,
a 2 de mayo del 2025.- En un intento por ganar simpatía entre los electores que no la conocen, Indira Rosales, candidata del PAN a la presidencia municipal de Veracruz, arrancó su campaña con una promesa que, más que esperanzadora, suena ofensiva para quienes han padecido años de abandono: “Ahora sí” llevarán obra pública a las colonias marginadas.

El detalle incómodo es que Rosales forma parte del Clan Yunes, grupo político que ha tenido el control del municipio durante ocho años consecutivos, tiempo suficiente para haber atendido las necesidades urgentes de infraestructura, vialidades y servicios básicos en las zonas más vulnerables del puerto… pero no lo hicieron.

Con una estrategia de “puerta en puerta” para darse a conocer —porque, como ella misma admite, los ciudadanos porteños nunca la han visto en su vida política local—, Rosales busca construir en unas semanas lo que su grupo político nunca edificó en casi una década: credibilidad y presencia real en las calles.

Resulta irónico que hoy hable de “rezagos” en la obra pública y del “deterioro” en vialidades, como si no fuera parte de una estructura que ha mantenido a cientos de colonias en condiciones de olvido. ¿Dónde estuvo todo este tiempo? ¿Por qué no alzó la voz antes? Su pronunciamiento llega más como un acto desesperado que como un compromiso genuino.

Mientras tanto, Rosa María Hernández Espejo, candidata de Morena, ha recorrido por años las colonias porteñas y no ha esperado un arranque de campaña para señalar el abandono, documentar el rezago y proponer soluciones. A diferencia de su contrincante panista, Hernández Espejo sí ha construido un vínculo con las comunidades, caminando al lado de los ciudadanos, no por cálculo electoral, sino por convicción.

El discurso de Rosales suena hueco cuando se mide contra una realidad que la contradice. La ciudadanía no necesita más promesas de campaña que se esfuman tras las urnas, ni rostros que aparecen solo cuando hay algo qué ganar. Hoy más que nunca, el electorado veracruzano exige hechos, no discursos reciclados de una estructura política que ya ha demostrado de qué lado de la historia quiere estar.

El pueblo no olvida, y el oportunismo se nota a kilómetros.

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