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Persisten desapariciones de jóvenes con fines de reclutamiento forzado en Jalisco: colectivos siguen buscando desde 2017

Jalisco,
a 3 de mayo del 2025.- Aunque el hallazgo del rancho Izaguirre y la exposición del modus operandi del crimen organizado en terminales camioneras colocaron los reclutamientos forzados en el centro del debate público, la lucha de los colectivos por encontrar a jóvenes desaparecidos bajo este esquema data de hace varios años.

Desde al menos 2017, familias y buscadoras han documentado casos de adolescentes y jóvenes desaparecidos, cuya pista suele conducir a centros de adiestramiento criminal en zonas rurales y serranas de Jalisco, Michoacán y Zacatecas, según informes del colectivo Luz de Esperanza.

Uno de los casos más recientes es el de Edgar Axel Ríos Urzua, un estudiante de 15 años que desapareció el 27 de marzo tras dirigirse a su colegio. Cámaras de vigilancia lo captaron en una parada de autobuses en el fraccionamiento La Providencia, Tonalá, rumbo a la nueva central camionera de Tlaquepaque. Edgar, estudiante del segundo semestre de Técnico Profesional en Electricidad Industrial, era un joven aplicado y aficionado al ejercicio.

También continúa la búsqueda de Aldo González Sevilla, de 18 años, estudiante de Prótesis Dental en el CUCS de la Universidad de Guadalajara, quien fue visto por última vez el 13 de abril de 2024.

El caso de Jaime, hijo de María de Jesús, simboliza la persistencia de esta problemática. Jaime fue reclutado por primera vez bajo engaños en 2017, y luego, el 18 de septiembre de 2020, fue sustraído por un grupo armado en Zapopan. Desde entonces, su madre no ha dejado de buscarlo.

A esta lista se suma Héctor Daniel Flores Fernández, secuestrado de su domicilio el 18 de mayo de 2021, en la colonia Vallarta de Guadalajara, cuando tenía 19 años. Su padre, Héctor Flores, miembro del colectivo Luz de Esperanza, ha documentado junto con otras familias la existencia de al menos seis campamentos donde jóvenes son entrenados y obligados a incorporarse al crimen organizado.

Pese al paso del tiempo y la falta de respuestas institucionales, las familias no abandonan la esperanza de encontrarlos con vida. Con acciones de búsqueda, denuncias y visibilización en medios, insisten: los jóvenes no desaparecen por voluntad propia, sino que están siendo reclutados a la fuerza por redes criminales que operan con impunidad.

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