Transporte marítimo y cambio climático: la urgencia de reducir emisiones en la industria naviera
España, a 4 de abril del 2025.- El transporte marítimo es la columna vertebral del comercio global. Se estima que alrededor del 80 por ciento de los bienes que consumimos, desde alimentos hasta automóviles y dispositivos electrónicos, llegan a su destino por mar. Sin embargo, esta industria también es una de las principales responsables de la crisis climática, generando aproximadamente el 3 por ciento de las emisiones globales de dióxido de carbono, una cifra que supera incluso a la aviación.
Ante esta realidad, las compañías navieras enfrentan una carrera contrarreloj para reducir su huella de carbono y cumplir con los compromisos establecidos en el Acuerdo de París. Para lograrlo, han comenzado a explorar nuevas tecnologías y estrategias, que van desde la optimización de rutas hasta el uso de combustibles alternativos.
Uno de los desarrollos más prometedores en esta transición es Green Navigation, una plataforma que optimiza rutas marítimas para reducir el consumo de combustible y, con ello, las emisiones contaminantes. Desarrollada por un equipo de investigadores de la IE University en Madrid, esta herramienta recopila datos públicos sobre las corrientes marinas, el viento y las olas para sugerir trayectorias más eficientes para los barcos.
“Vivimos en un mundo de información. El mayor reto es saber cómo usarla”, explica Daniel Precioso, científico de datos involucrado en el proyecto. En noviembre de 2024, la plataforma fue presentada en Dubái durante la exposición Prototipos para la Humanidad, organizada por Dubai Future Solutions, un evento que reúne innovaciones tecnológicas con impacto global.
El software de optimización de rutas es una solución de transición en el camino hacia un futuro más sostenible, en el que los barcos dependerán de combustibles ecológicos en lugar de derivados del petróleo.
En paralelo a estos avances tecnológicos, la Organización Marítima Internacional (OMI), un organismo de la ONU, ha fijado metas ambiciosas: reducir en un 30 por ciento las emisiones del transporte marítimo para 2030 y alcanzar la neutralidad de carbono en 2050. Para cumplir con estos objetivos, los estados miembros de la OMI debatirán este mes la implementación de un impuesto fijo sobre las emisiones de carbono de los buques comerciales.
De aprobarse, las compañías navieras deberán pagar una tarifa por cada tonelada de CO₂ emitida. Los fondos recaudados se destinarían a iniciativas para reducir las emisiones en los países en desarrollo. La propuesta ya cuenta con el respaldo de 47 países, en su mayoría naciones insulares que sufren con mayor crudeza los efectos del cambio climático, así como Estados de abanderamiento como Bahamas, Liberia e Islas Marshall, donde están registrados miles de buques.
Si bien este impuesto incentivaría el uso de tecnologías limpias, algunos expertos advierten que la transición hacia combustibles ecológicos sigue enfrentando obstáculos financieros y tecnológicos.
Alice Larkin, profesora de ciencias del clima y política energética en la Universidad de Manchester, destaca que actualmente no es económicamente viable para muchas empresas abandonar los combustibles fósiles. “El problema es que el diésel marino es barato y fácil de conseguir. Si lo reemplazas por un combustible más limpio, el costo de operación sube significativamente”, explica.
Las opciones de energía alternativa en el transporte marítimo incluyen el hidrógeno verde, el biometano, el biodiésel y el amoníaco verde. No obstante, hasta ahora, ninguna de estas opciones se ha consolidado como la mejor solución, lo que genera incertidumbre entre las compañías y frena la inversión en infraestructura.
Mientras se desarrollan combustibles alternativos viables, las empresas buscan estrategias inmediatas para disminuir sus emisiones. Entre ellas se encuentran la optimización de rutas, el uso de velas y tecnologías de asistencia eólica, y la reducción de la velocidad de los barcos.
Un estudio dirigido por Larkin y su equipo determinó que la combinación de estas medidas podría reducir las emisiones de un barco hasta en un 30 por ciento. Aunque estas estrategias no eliminan por completo la contaminación, representan una solución práctica para avanzar hacia la sostenibilidad mientras la industria adopta combustibles más limpios.
A medida que la crisis climática se intensifica, la presión sobre la industria naviera para reducir sus emisiones se vuelve cada vez mayor. Las decisiones que se tomen en los próximos años serán cruciales no solo para la industria, sino para el planeta en su conjunto.
La optimización de rutas, la regulación internacional y la innovación tecnológica son herramientas clave en la transformación del transporte marítimo. Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer antes de que los océanos sean testigos de una flota verdaderamente sostenible.
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