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México y su desafío en la investigación médica: una asignatura pendiente para la salud pública

México,
a 15 de marzo del 2025.- En un panorama global donde la innovación y la investigación médica son elementos clave para el avance de la salud pública, México se enfrenta a un reto mayúsculo en el ámbito de la investigación científica. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el país se encuentra entre los que menos invierten en investigación médica dentro de la región, con tan solo 0.67 dólares por cada 100 mil habitantes, un monto que coloca a México por debajo de naciones con un índice de desarrollo humano similar, como Colombia, Chile y Brasil, y apenas por encima de países que enfrentan graves problemas socioeconómicos como Nicaragua, Venezuela y Haití.

Este dato pone en evidencia una disparidad preocupante en el compromiso de México con la ciencia y la salud, lo que refleja no solo una falta de recursos económicos, sino también una estructura institucional que no responde de manera adecuada a las necesidades del sector. A pesar de contar con una comunidad científica médica activa y productiva, la OMS subraya que la cantidad de investigadores y el financiamiento no son suficientes para enfrentar los desafíos de salud de la población mexicana, que cada vez demanda más soluciones a problemas como enfermedades crónicas, emergencias sanitarias y nuevas patologías.

Una de las principales críticas que realiza la OMS es la centralización de la investigación en la Ciudad de México. Aunque el país ha experimentado avances importantes en el área en las últimas dos décadas, la distribución geográfica de los investigadores sigue siendo altamente desigual, lo que limita el alcance y la efectividad de los proyectos. Las regiones más alejadas de la capital del país, donde las necesidades de salud son igualmente urgentes, se ven privadas de los beneficios de la investigación avanzada. Además, la falta de infraestructura y recursos en estados fuera del centro del país profundiza la brecha entre las regiones.

El problema se agrava aún más debido a la escasez de financiamiento destinado a la investigación. La creación de la nueva Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (SECIHTI), que sucedió al antiguo Conacyt, no ha logrado revertir la situación de los centros públicos de investigación, que han sufrido recortes significativos en sus presupuestos. En 2024, los 24 centros públicos de investigación que dependen de esta Secretaría enfrentaron una reducción de 849 millones 279 mil 816 pesos en comparación con el presupuesto anterior. Este recorte ha tenido efectos devastadores: investigaciones que se encuentran en curso han sido interrumpidas, los equipos e instalaciones no reciben el mantenimiento adecuado y la formación de nuevos científicos se ve seriamente afectada.

La falta de recursos y el abandono de proyectos de investigación en áreas clave para la salud pública no solo afecta a la comunidad científica, sino que pone en riesgo la calidad de los servicios médicos y la capacidad del país para enfrentar emergencias sanitarias o epidemias. México, al no contar con la infraestructura y el apoyo necesario para sus investigadores, se ve condenado a depender de soluciones extranjeras, muchas veces costosas o desajustadas a las particularidades locales.

Además, la formación de nuevos científicos y especialistas se ve truncada por la falta de incentivos, becas y un entorno adecuado para el desarrollo profesional. La interrupción de programas de investigación limita las posibilidades de descubrir nuevas terapias o tratamientos para enfermedades que afectan a millones de mexicanos. De acuerdo con la OMS, esta falta de inversión en educación científica y tecnológica tiene repercusiones de largo plazo en la salud pública y en el bienestar social.

Con la actual situación, la OMS advierte que México debe reconsiderar sus políticas de inversión en ciencia y tecnología, especialmente en el sector de la salud. La comunidad científica mexicana es consciente de los avances que se han logrado, pero también de las enormes brechas que aún existen. Un cambio en la distribución de los recursos, que contemple una mayor descentralización y un financiamiento adecuado, es indispensable para garantizar que todos los mexicanos, independientemente de su lugar de residencia, puedan acceder a los beneficios de la investigación científica.

Además, es urgente que el gobierno mexicano reconsidere sus prioridades en términos de presupuesto y apoye la investigación como un motor esencial para el bienestar colectivo. La ciencia y la tecnología no deben ser vistas como un lujo, sino como una necesidad estratégica para la salud y el desarrollo del país.

En conclusión, el panorama de la investigación médica en México exige un enfoque más ambicioso y un compromiso más sólido por parte de las autoridades. La salud de la población mexicana no puede esperar, y el tiempo para actuar es ahora.

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