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Entre acusaciones y simbolismos: la controversia en el Congreso de Veracruz

Veracruz,
a 8 de marzo del 2025.- El diputado local del PRI, Héctor Yunes Landa, ha encendido la polémica en el Congreso de Veracruz al anunciar que interpondrá una denuncia ante la Fiscalía General de la República (FGR) contra la presidenta de la Mesa Directiva, Tania Carola Viveros, por presunto desacato. El motivo: haber levantado el puño izquierdo durante la sesión del pasado jueves, lo que, según Yunes Landa, representa un agravio a la Bandera Nacional y una expresión de corte fascista.

La acusación, sin embargo, parece desproporcionada y más bien responde a un nuevo capítulo de la guerra política entre las bancadas del PRI y Morena, en un Congreso donde el debate legislativo se ha convertido en una arena de confrontaciones más simbólicas que sustanciales.

El legislador priista no escatimó en señalamientos contra Viveros, acusándola de actuar con una "vocación autoritaria" y de ignorar la legislación en materia de símbolos nacionales. Citó el artículo 45 de la Ley sobre el Escudo, la Bandera y los Himnos Nacionales, que establece que la postura de respeto al Himno Nacional debe ser en posición de firme, sin gestos adicionales. Pero, ¿realmente levantar el puño es un acto de desacato a la ley o es simplemente un gesto político interpretado con excesiva rigidez?

Para Yunes Landa, se trata de una afrenta grave, pues también invocó el artículo 192 del Código Penal Federal, que sanciona el uso indebido de insignias nacionales con penas de prisión y multas. Sin embargo, el legislador omite que la interpretación de este artículo ha sido ambigua, y que difícilmente se puede considerar una expresión simbólica como un delito con las consecuencias que él sugiere.

Más allá de la supuesta falta de respeto a la bandera, el episodio se inscribe en un contexto de enfrentamiento entre oposición y oficialismo, donde cada gesto, palabra o acción es utilizado como munición política.

No es la primera vez que un legislador usa un tecnicismo legal para atacar a un adversario político, ni será la última. Mientras Yunes Landa se indigna por un puño en alto, Veracruz sigue sumido en problemas estructurales que demandan atención urgente: violencia, inseguridad, crisis económica y falta de oportunidades.

En lugar de encauzar el debate hacia temas de fondo, la clase política sigue atrapada en discusiones que, aunque vistosas en términos mediáticos, poco aportan al bienestar de los ciudadanos.

El Congreso debería ser un espacio para la deliberación seria y responsable, no un escenario donde la simbología y la interpretación de los gestos terminen eclipsando los verdaderos problemas de Veracruz.

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