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Colapso total del sistema eléctrico cubano en el cuarto apagón nacional de los últimos seis meses

Cuba,
a 15 de marzo del 2025.- La crisis energética que azota a Cuba ha alcanzado niveles alarmantes con el colapso total de su Sistema Eléctrico Nacional (SEN) este viernes, convirtiéndose en el cuarto apagón nacional registrado en los últimos seis meses. El Ministerio de Energía y Minas (Minem) de la isla confirmó que la desconexión se produjo a las 20:15 hora local (0:15 GMT), a causa de una avería en una subestación que ocasionó una “pérdida importante de generación” en el occidente de la isla, llevando a la caída total del sistema eléctrico.

Este nuevo apagón resalta la gravedad de la situación energética en Cuba, que enfrenta una crisis prolongada, caracterizada por altas tasas de déficit y frecuentes fallas en el servicio eléctrico. La interrupción del suministro ha generado un creciente malestar social, pues miles de cubanos se ven obligados a convivir con apagones de larga duración, con interrupciones diarias que superan las 20 horas en algunas regiones del país.

La crisis energética en Cuba no es un fenómeno aislado, sino el resultado de una serie de factores estructurales que han deteriorado el sistema eléctrico de la isla. Los expertos independientes han señalado desde finales de 2024 que la falta de inversión en el sector eléctrico es una de las principales causas del colapso del SEN. El sistema está completamente en manos del Estado cubano desde 1959, y las centrales termoeléctricas, la principal fuente de generación de electricidad en el país, se encuentran obsoletas, resultado de décadas de explotación sin la debida modernización.

Las fallas recurrentes en las centrales termoeléctricas, junto con la falta de combustible para mantener operativa la infraestructura, han sido las principales responsables de los frecuentes apagones. La escasez de divisas para importar el combustible necesario ha hecho que el gobierno cubano enfrente serias dificultades para abastecer de energía a la población.

La crisis se intensificó a finales de 2023, cuando más de la mitad del territorio cubano experimentó interrupciones masivas del servicio eléctrico, lo que llevó a la ocurrencia de tres apagones nacionales consecutivos en el último trimestre del año. Esta situación dejó al país sumido en la incertidumbre energética, con efectos devastadores en la vida cotidiana de los ciudadanos y en la economía nacional.

El impacto de estos apagones no solo se refleja en la vida diaria de los ciudadanos, sino también en la economía cubana, que ha sido lastrada por esta crisis. Según las estimaciones oficiales, la economía de Cuba se contrajo un 1.9 % en 2023, lo que indica que el país no ha logrado superar los niveles económicos de 2019. Para 2025, el gobierno cubano prevé un crecimiento modesto del 1 %, pero muchos analistas consideran que este pronóstico es excesivamente optimista, dadas las actuales condiciones.

La falta de electricidad afecta a diversos sectores productivos, como la agricultura, el turismo y la industria, impidiendo el funcionamiento normal de fábricas, hoteles, comercios y sistemas de riego. Las pequeñas y medianas empresas sufren a diario los efectos de los apagones, que obligan a los propietarios a depender de generadores diésel costosos, lo que incrementa los costos operativos y reduce la competitividad.

Asimismo, los apagones prolongados afectan la vida de los cubanos en su día a día. Las familias se ven obligadas a enfrentarse a altas temperaturas sin aire acondicionado, falta de agua potable (debido a la paralización de las bombas de agua), y a la imposibilidad de cocinar o refrigerar alimentos adecuadamente. Esto ha generado un creciente malestar social, especialmente en las zonas más afectadas por los cortes de energía.

El gobierno cubano se enfrenta a una enorme carga financiera para tratar de resolver la crisis energética. Según cálculos independientes, Cuba necesitaría una inversión de entre 8.000 y 10.000 millones de dólares para reflotar el Sistema Eléctrico Nacional (SEN). Esta cantidad resulta fuera del alcance del gobierno cubano, que atraviesa una crisis económica generalizada, exacerbada por el bloqueo económico impuesto por Estados Unidos y la falta de acceso a los mercados internacionales de crédito.

A pesar de los esfuerzos de modernización y rehabilitación de algunas centrales termoeléctricas, la falta de recursos ha hecho que la situación empeore, con un sistema obsoleto incapaz de soportar la demanda creciente de electricidad, especialmente durante los picos de consumo de verano.

Mientras tanto, la población cubana sigue sufriendo las consecuencias de un sistema eléctrico que está al borde del colapso. Los apagones diarios siguen siendo una constante en las grandes ciudades y en las zonas rurales, donde la falta de electricidad agrava aún más las condiciones de vida de las familias cubanas. La crisis energética se ha convertido en una de las principales preocupaciones para los ciudadanos, que claman por una solución urgente que permita restaurar el suministro eléctrico y evitar un mayor deterioro de su calidad de vida.

Aunque la situación parece difícil, algunos analistas sugieren que una solución a largo plazo podría pasar por una reforma del sector eléctrico, que incluya la modernización de infraestructuras, la diversificación de fuentes de energía y la apertura del sector a la inversión extranjera. Sin embargo, estos cambios son inciertos, y el tiempo apremia para un país que enfrenta uno de sus periodos más difíciles en términos de acceso a la energía.

Mientras tanto, la incertidumbre sobre el futuro energético de Cuba continúa creciendo, y las autoridades siguen buscando soluciones para un problema que parece tener raíces profundas y una solución cada vez más difícil de alcanzar.

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