La encrucijada del PRI y la coalición con el PAN: una apuesta contra el reloj
Veracruz, a 28 de enero del 2025.- El dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, ha puesto sobre la mesa una realidad que desnuda tanto las debilidades como las esperanzas de su partido en el estado de Veracruz: su futuro electoral está atado a la decisión del PAN de establecer una coalición. En una conferencia de prensa marcada por la incertidumbre y los cálculos políticos, Moreno Cárdenas reconoció que las negociaciones con los albiazules avanzan a paso lento, dejando claro que la unidad entre ambas fuerzas depende más de las fracturas internas del PAN que de la voluntad del PRI.
¿Coalición o fracaso anunciado?
Moreno admitió que separados, PRI y PAN enfrentan un destino casi seguro de derrota, especialmente en bastiones como Veracruz y Boca del Río, donde el PAN aún conserva cierto músculo político. Sin embargo, las posibilidades de éxito no están garantizadas ni siquiera en coalición. Las matemáticas son contundentes: juntos tienen mayores probabilidades de enfrentar al gigante que representa Morena, pero las divisiones internas del PAN, con líderes como Joaquín Guzmán, Enrique Cambranis y los Yunes, han ralentizado el proceso.
La apuesta, de concretarse, sería parcial: únicamente 52 de los 212 municipios entrarían en el acuerdo. Este panorama revela una estrategia fragmentada que, lejos de ofrecer una competencia sólida, expone las debilidades estructurales de ambos partidos, que en Veracruz parecen más preocupados por sobrevivir que por gobernar.
El ocaso de los partidos tradicionales
Las palabras de Moreno Cárdenas no sólo reflejan la desesperación del PRI por mantenerse relevante, sino también el ocaso de los partidos tradicionales frente a Morena, que arrasó en las elecciones de 2024. La coalición, más que una estrategia de unidad, parece una medida desesperada para evitar la extinción en un estado donde ambas fuerzas han perdido el respaldo popular.
Además, la exclusión tajante de Movimiento Ciudadano, al que Moreno calificó como “esquirol de Morena”, es un indicativo del resentimiento hacia un partido que ha ganado terreno a expensas de los tradicionales. Las acusaciones de “robo de candidatos” sólo agravan la percepción de que el PRI está atrapado en su propia crisis de identidad.
Una carrera contra el tiempo
El reloj sigue avanzando, y el 2 de febrero, fecha límite para registrar la coalición, se convierte en un recordatorio constante de la fragilidad del panorama político. Moreno asegura que el PRI está listo para competir en los 212 municipios en solitario, pero esta declaración se siente más como una fachada que como una estrategia real.
La realidad es que sin una coalición efectiva, el PRI y el PAN están condenados a ser actores secundarios en un estado que alguna vez dominaron. Más allá de los números y las negociaciones, lo que está en juego es la credibilidad de ambos partidos frente a un electorado que ya los ha castigado severamente.
¿Unidad o extinción?
El tiempo dirá si esta alianza es capaz de materializarse o si quedará como otro ejemplo de las fracturas y la descomposición de las fuerzas políticas tradicionales. Lo que está claro es que, para el PRI y el PAN, el 2024 no sólo marcó un cambio en la balanza de poder, sino también una oportunidad perdida para reinventarse. Ahora, en 2025, esa reinvención depende de una alianza que aún está lejos de ser un hecho.
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