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La Virgen de Guadalupe de la Barranca del Pichón: historia, tradición y olvido

Nayarit,
a 12 de diciembre del 2024.- En el corazón de la Barranca del Pichón, en Tepic, late una historia de fe, resistencia y olvido. Se trata del culto a la Virgen de Guadalupe, una devoción que se remonta a principios del siglo XX y que, aunque cuenta con más de cien años de tradición, sigue esperando a ser plenamente reconocida y preservada. Pedro López González, cronista incansable de Nayarit, capturó en un libro la historia de este santuario. Sin embargo, la pandemia del 2020 detuvo su publicación, dejando a la Guadalupana, como señala el propio autor, sin quien imprima su crónica.

La historia comienza el 12 de octubre de 1906, cuando el sacerdote José Trinidad Velázquez, vicario de la parroquia del Sagrario de Tepic, celebró la primera misa en una capilla improvisada en el caserío de la Barranca del Pichón. Fue gracias a la solicitud de Gabriel Estrada y Santos Alonso, habitantes del lugar, que una estampa de la Virgen de Guadalupe llegó a esta comunidad rural. Desde entonces, los 12 de cada mes se ha mantenido la tradición de la misa, convirtiéndose en uno de los cultos guadalupanos más concurridos de la diócesis de Tepic.

La capilla original, de tierra cruda y techo de zacate, fue destruida por grupos antirreligiosos, un reflejo de las tensiones que marcaron la época. Fue el obispo Manuel Azpeitia y Palomar quien impulsó la construcción de un templo más sólido en la década de 1920. Incluso donó un óleo de la Virgen de Guadalupe, que entregó personalmente en una solemne procesión el 12 de enero de 1920. Este acto reafirmó la devoción en la comunidad y marcó un hito en la historia del santuario.

En 1914, en medio de la Revolución Mexicana, el santuario también fue testigo de jornadas de oración organizadas para pedir la liberación del obispo Andrés Segura y Domínguez, encarcelado por sus críticas al régimen revolucionario. Años después, en 1930, el obispo Azpeitia impulsó la construcción de una edición digna para el santuario, que continuaría en proceso hasta bien entrado 1948.

Durante décadas, peregrinos de toda la región recorrieron las rutas hacia el santuario, a menudo a pie. Era común ver niños vestidos con trajes indígenas, llevando jaulas con pájaros de juguete a la espalda. Estas tradiciones, aunque han cambiado con el tiempo, siguen siendo un recuerdo entrañable para muchos tepiqueños.

Uno de los nombres más destacados en la historia reciente del santuario es el de Mónica Miguel, actriz y directora de escena nacida en Tepic. Hasta su muerte en 2020, financió obras de mantenimiento y áreas de descanso para los peregrinos, sin buscar reconocimiento. Fue ella quien encargó a Pedro López González la tarea de escribir la microhistoria del culto mariano. Lamentablemente, no vivió para ver su publicación.

Pedro López González, autor de 99 libros sobre la historia de Nayarit, señala que su obra sobre la Barranca del Pichón sigue sin imprimirse, esperando el apoyo necesario para ver la luz. Su relato, fundamentado en documentos históricos y análisis detallados, es una pieza clave para comprender la importancia de este santuario en la vida religiosa y cultural de Tepic.

La Virgen de la Barranca del Pichón espera aún que su historia, llena de fe, sacrificio y devoción, sea compartida con el mundo. Quizá pronto, con el apoyo de la comunidad y las autoridades, la Guadalupana finalmente tendrá quien le publique.

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