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Guardia Nacional en Acapulco: Una Historia de Resistencia y Adversidad

Guerrero,
a 12 de agosto del 2024.- Desde hace más de dos años, cuatro mil 765 elementos de la Guardia Nacional en Acapulco han enfrentado no solo los desafíos de mantener la seguridad en uno de los puertos más violentos de México, sino también las duras condiciones de vida que acompañan su misión. Sin embargo, más allá de las operaciones de seguridad y las estadísticas de delitos, se esconde una realidad que ha sido ignorada: la vida cotidiana de estos hombres y mujeres que, día tras día, sobreviven en campamentos improvisados con poco más que tiendas de campaña.

El 25 de octubre pasado, el impacto del huracán Otis no solo devastó Acapulco, sino que también exacerbó la crisis de inseguridad en el puerto. En respuesta, el gobierno federal aumentó la presencia de la Guardia Nacional en la zona, elevando el número a 10 mil elementos, con la promesa de cuarteles permanentes. Sin embargo, mientras se construyen las nuevas instalaciones, la mayoría de estos elementos continúan viviendo en campamentos que originalmente se establecieron como temporales.

Los relatos de los propios elementos de la Guardia Nacional revelan las condiciones extremas en las que viven: durmiendo en el suelo, sin cobijas, lavando su ropa en piedras, y compartiendo sanitarios en espacios improvisados. En el Parque Papagayo, por ejemplo, más de 150 tiendas de campaña se agolpan en un salón de fiestas, donde el calor es sofocante y el espacio, escaso. “Estamos cansados de dormir todas las noches en pleno suelo; las casas de campaña son incómodas después de varios meses de utilizarlas”, confiesa uno de los guardias, quien pidió permanecer en el anonimato.

Esta situación se repite en otros puntos de la ciudad como unidades deportivas, el Centro de Convenciones, y hasta en plazas comerciales, lugares que han sido convertidos en refugios temporales para estos elementos. A pesar de las condiciones, la Guardia Nacional se mantiene firme en su misión de proteger a la ciudadanía, aunque su presencia, para muchos, se ha vuelto una medida insuficiente ante la creciente violencia en Acapulco.

A pesar de las dificultades, el gobierno ha prometido la construcción de 38 instalaciones permanentes para la Guardia Nacional en Acapulco. De estas, solo dos han sido terminadas hasta ahora, y se espera que las restantes estén listas en septiembre. Mientras tanto, los elementos de la Guardia Nacional esperan con ansias el traslado a sus nuevos cuarteles, donde podrán realizar sus entrenamientos y operaciones en condiciones más adecuadas.

La situación que enfrentan los elementos de la Guardia Nacional en Acapulco es un reflejo de las complejidades y retos de mantener la seguridad en una ciudad marcada por la violencia y la inestabilidad. Mientras la atención se centra en las estadísticas de delitos y los esfuerzos por reducir la criminalidad, no debemos olvidar a quienes, en medio de la adversidad, siguen adelante con su misión de proteger y servir.

Los ciudadanos de Acapulco y el resto del país deben estar conscientes de la realidad que viven estos elementos, y las autoridades deben acelerar los esfuerzos para mejorar sus condiciones de vida y de trabajo, no solo por su bienestar, sino también para asegurar que puedan cumplir con su labor de manera efectiva y con la dignidad que merecen.

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