Tercer dogma; la Inmaculada concepción de María
Misantla, Ver., a 7 de diciembre del 2018.- En el marco de la solemnidad de la Inmaculada Concepción a celebrarse el viernes, el cura don José Eleno Jiménez Cruz, encargado de la parroquia de San Juan Pablo II, de la colonia Linda Vista de esta Ciudad de Misantla, explico este tercer dogma de la Santa María.
“Uno de los dogmas marianos, la inmaculada Concepción y esta promulgación de que María fue concebida sin pecado original, purísima tenía que ser la madre del redentor, se enfatiza en estos días del 8 de diciembre especialmente, para celebrar a la conchita, la inmaculada o a la virgen de Juquila que también así lleva este nombre de la inmaculada”.
Dijo que para ello la parroquia celebrara esta solemnidad, esto será en la congregación de Plan de la Vieja, iniciando con las mañanitas a las 6:00 horas y la misa de 12:00 horas que habrá comuniones y por la noche que se culmina las festividades.
“Aquí en la parroquia a las 7 de la noche también daremos gracias a la virgen de Guadalupe y a la Virgen de Juquila por ser día de la purísima”.
Expuso que con ellos seria fiesta patronal en la Congregación de Plan de la Vieja, Colonia 10 de Mayo y Congregación de Ignacio Allende.
“Este dogma mariano es el más antiguo de la Iglesia Católica y Oriental Ortodoxa, que afirma la "real y perpetua virginidad misma en el acto de dar a luz el hijo de Dios hecho hombre." Así María fue siempre Virgen por el resto de su vida, siendo el nacimiento de Jesús como su hijo biológico, una concepción milagrosa”.
Agrego que en el año 107, el padre apostólico San Ignacio de Antioquia ya describía la virginidad de María. Santo Tomás de Aquino también enseño esta doctrina (Summa theologiae III.28.2) que María dio el nacimiento milagroso sin abertura del útero, y sin prejuicio para el himen.
El dato: Esta doctrina ya era un dogma desde el cristianismo primitivo, habiendo sido declarada por notables escritores como San Justino Mártir y Orígenes. El Papa Paulo IV lo reconfirmó en el Cum quorundam de 7 de Agosto de 1555, en el Concilio de Trento.
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