¿La materia es mala?
*Cuidar nuestra casa
Pbro. José Martínez Colín
[21/08/15]
1) Para saber
No siempre ha sido fácil para el hombre saber
conciliar dos aspectos que se le presentan y que en ocasiones ha provocado
conflicto, tanto intelectual, como en la propia vida: la dimensión espiritual y
la material.
Algunos piensan que el cristianismo rechaza
lo material, al creer en un Dios invisible y un Cielo fuera de este mundo, pero
es errónea esa creencia. Al contrario, se puede afirmar que el cristianismo es
el que le ha dado a lo material una dignidad como nadie lo ha hecho jamás.
2) Para
pensar
El problema quedó plasmado en una de las
pinturas más famosas y hermosas del siglo XVI: el fresco pintado por Rafael en
las estancias vaticanas llamada “La Escuela de Atenas”. En ella se representa a
personajes famosos interactuando entre sí, sobre todo a filósofos griegos. En
el centro aparecen los dos filósofos más importantes de la antigüedad caminando
y dialogando juntos, uno anciano y el otro joven: se corresponden con Platón y
Aristóteles respectivamente.
Rafael,
el pintor, quiso darle un homenaje a Leonardo da Vinci al representarlo como el
hombre anciano, Platón. En esta figura aparece señalando con el índice hacia el
cielo, mientras que Aristóteles, en un gesto contrapuesto, señala con su mano
derecha hacia abajo. Rafael quiso indicar lo más característico de su
pensamiento.
Platón,
al señalar hacia arriba, está sosteniendo que la verdadera realidad la encontramos
en las cosas del espíritu, en otro lugar fuera de las cosas terrenales, que son
caducas, temporales y perecederas. Aristóteles, a su vez, con su filosofía supo
darle un fundamento a la realidad material.
Esta
distinción ha dado lugar a tomar distintas posturas, en ocasiones
radicalizadas: Unos, por darle sólo importancia a lo espiritual desprecian la
materia. Otros, en cambio, niegan el espíritu y optan por la pura materia,
cayendo en un materialismo. Este problema de saber armonizar ambos aspectos,
unidas en la persona humana, se consiguió con el cristianismo.
3) Para
vivir
Con el
cristianismo, los pensadores tuvieron la luz para saber armonizar la dimensión
espiritual y la material. Su culmen lo encontramos en el filósofo y teólogo
Santo Tomás de Aquino, quien supo darle a cada ámbito su verdadera importancia.
El Papa
Francisco lo recuerda: “Para la experiencia cristiana, todas las criaturas del
universo material encuentran su verdadero sentido en el Verbo encarnado, porque
el Hijo de Dios ha incorporado en su persona parte del universo material, donde
ha introducido un germen de transformación definitiva”. Jesucristo, que asumió
un verdadero cuerpo, dignificó la materia.
En su
Encíclica sobre la ecología, el Papa recuerda un texto de San Juan Pablo II:
«el Cristianismo no rechaza la materia, la corporeidad; al contrario, la
valoriza plenamente en el acto litúrgico, en el que el cuerpo humano muestra su
naturaleza íntima de templo del Espíritu y llega a unirse al Señor Jesús, hecho
también él cuerpo para la salvación del mundo».
En particular, en la Eucaristía, Dios se
queda en un pedazo de pan, para que podamos unirnos a Él. Y así, con la misma
certeza con que palpamos la materia, con esa seguridad recibimos a Dios.




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