Noticias

HOMILÍA EN EL DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO


Jr 23, 1-6; Sal 22; Ef 2, 13-18; Mc 6, 30-34

“Los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús”

Este evangelio, es continuación del pasaje en el que Jesús envió a sus apóstoles, de dos en dos a la misión, por eso dice que: “Volvieron a reunirse con Jesús”. El evangelio de san Marcos no entra en detalles, simple y sencillamente dice que: “Le contaron todo lo que habían hecho y enseñado”. Recordemos que Jesús les dio poder sobre los espíritus inmundos y ellos, en nombre de Cristo, predicaban el arrepentimiento, expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban.

Lo que sí es cierto es que los discípulos debieron haber llegado cansados de aquella primera experiencia de misión, pues Jesús les dijo: “Vengan conmigo a un lugar solitario para que descansen un poco”. Según san Marcos, Jesús los apartó porque: “Eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer”. Este detalle justifica la acción de Jesús a favor de sus discípulos, y muestra la delicadeza y la ternura de Jesús por sus discípulos, pero por otro lado prepara la conclusión en relación a la gente sencilla que tenía hambre de Dios: “Andaban como ovejas sin pastor”. El corazón de Jesús está lleno de misericordia tanto para sus discípulos como para las multitudes.

El seguimiento de Cristo, lleva consigo también compartir el quehacer de Cristo. Jesús los llamó los identificó y los envió a trabajar en la evangelización. Ahora al regresar no sólo hay que darle cuentas a Jesús de lo que hicieron, sino que hay que descansar y “descansar con Jesús”. Cuando uno no se identifica bien con Jesús es más fácil ocuparse de la misión de Jesús o de las cosas de Jesús que ocuparse de Jesús. Es más fácil ocuparse de las cosas del Señor que del Señor de las cosas. Y sin embargo, lo más impostarte es ocuparse del Señor, estar con el Señor. San Marcos precisamente es el que más insiste en la importancia de estar con Jesús. Antes que la misión o la predicación, está Jesús. En Mc 3, 14 se dice que llamó a los que quiso precisamente para que primero estuvieran con él y luego para enviarlos a predicar. Si olvidamos esto caemos en activismo estéril, en una misión o predicación sin alma y por lo mismo sin compasión a los necesitados y a los que buscan a Dios y que andan “como ovejas sin pastor”.

En fin, una vez que se fueron al lugar apartado y tranquilo, la gente los vio y se les adelantó, de manera que: “Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor y se puso a enseñarles muchas cosas”. El evangelio no dice qué cosas les enseñaba, pero se trataba seguramente del Reino de Dios. Nuevamente el evangelio resalta la gran cantidad de personas que buscaban a Jesús, pero lo más importante de esto es que nos habla de los sentimientos de Jesús. La traducción dice que Jesús: “Se compadeció de ellos”, sin embargo el verbo griego significa conmoverse en las entrañas, es decir que Jesús se conmovió en lo más profundo de su ser, el corazón de Jesús es un corazón lleno de ternura, misericordia y amor.

El motivo de los sentimientos compasivos de Jesús se debe a que: “Andaban como ovejas sin pastor”. Estas palabras evocan las palabras del profeta Jeremías cuando Dios acusa a los malos pastores de dispersar a sus ovejas y se compromete a castigarlos, pero sobre todo, el compromiso de Dios de que él mismo reuniría al resto de sus ovejas (cfr. Jr 23, 3), cosa que está haciendo Jesús, es decir que él está cumpliendo la profecía de Jeremías en la que también dice: “Les daré pastores según mi corazón” (Jr 3, 15), “Pastores que las apacienten, y nunca más estarán medrosas y asustadas” (Jr 23, 4). Para esto Jesús está formando a sus apóstoles, para esto los envió a una primera experiencia de misión.

Con lo que hacía y decía, Jesús es un modelo de conversión. El domingo pasado decíamos que Jesús llamó a sus discípulos, los identifico y los envió. Hay que preguntarnos si tenemos los mismos sentimientos de Cristo. Los discípulos misioneros que siguen a Jesús deben parecerse a él. Es necesario mirar como él a la gente, como ovejas sin pastor. San Pablo decía a los filipenses que tuvieran los mismos sentimientos de Cristo (cfr. Flp 2, 5). Según este evangelio los sentimientos más profundos de Jesús son de compasión, es decir de misericordia por toda aquella gente que lo buscaba. Nosotros tenemos que tener los mismos sentimientos misericordiosos de Cristo, el cual siendo de condición divina se anonadó, se abajó, se hizo siervo y se humilló hasta la muerte (cfr. Flp 2, 6-8).

El evangelio termina diciendo que Jesús “Se puso a enseñarles muchas cosas”. La frase pudiera parecer como si seguir a Jesús consistiera en aprender cosas, es decir una doctrina, unas verdades, y no está mal, pero hay que decir que ante todo se trata de cosas con las que Jesús quiere descubrir el corazón de Dios y al descubrir el corazón de Dios alimenta el corazón de las multitudes llenándolas del amor de Dios.

Los Padres de la Iglesia decían, a propósito del salmo 22, que la verde pradera era la santa doctrina de las palabras divinas con que ha de ser alimentada el alma antes de llegarse al alimento sacramental es decir a la Eucaristía (cfr. Teodoreto), o también las palabras siempre frescas de la Sagrada Escritura que alimenta los corazones de los creyentes y les da fuerza espiritual (cfr. Orígenes).

Las aguas tranquilas del salmo 22 son el bautismo. Es el paraíso de donde caímos y a donde Cristo nos lleva y nos instala mediante el agua tranquilas del bautismo (cfr. Cirilo de Alejandría). La frase: “Aunque pase por cañadas oscuras nada temeré” nos indica que hay que pasar de la muerte a la vida, de las tinieblas a la luz. Además, el bautismo no es el fin de la lucha sino el principio. Las fuerzas del mal y de las tinieblas no se darán por vencidas fácilmente; pero el salmo continúa: “tú estás conmigo; tu vara y tu callado me dan seguridad”. Con todo lo anterior podemos imaginarnos la escena en la que Jesús se compadece de las multitudes, como en algunas pinturas, en las que Jesús aparece en una verde pradera rodeado de ovejas que se alimentan tranquilas en una pradera junto al agua.

Hermanos, finalmente, la pregunta que surge es ¿nosotros buscamos a Cristo como esta numerosa multitud?, ¿nosotros buscamos a Cristo como ovejas sin pastor? ¿El Señor Jesús nos ha enviado a la misión y, después de ésta, nos ha llevado a descansar a un lugar solitario en su compañía?, ¿El señor Jesús nos ha enseñado muchas cosas como a aquella gente que buscaba a Jesús? como ovejas suyas, busquemos a Cristo nuestro Buen Pastor, ¡Que así sea!


+ Mons. José Trinidad Zapata Ortiz

VIII Obispo de Papantla

No hay comentarios