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El mercado Antonio M. Quirasco renueva su fe guadalupana: tradición, memoria y comunidad en una sola celebración

Locatarios preparan convivencia tras la ceremonia y recuerdan la historia de la imagen que sobrevivió incendios, demoliciones y reconstrucciones.
Por Arquímedes González.
Misantla, Ver., a 10 de diciembre de 2025.- El mercado Antonio M. Quirasco de Misantla celebrará este viernes 12, a las 8 de la noche, su misa anual en honor a Santa María de Guadalupe. Más de medio siglo de tradición religiosa será nuevamente reavivado por locatarios y familias que ven en esta fecha un acto de fe, memoria y reconstrucción comunitaria. Tras la ceremonia, se realizará un convite organizado por los propios comerciantes, reforzando el sentido de unidad que caracteriza a este emblemático centro de abasto.

Una preparación que une devoción, identidad y memoria compartida

El mercado Antonio M. Quirasco se prepara para recibir a la comunidad en una de sus celebraciones más profundas y representativas. Alrededor del 80% de los locatarios, muchos de ellos herederos de una tradición familiar, participan activamente en la organización de la misa guadalupana, una ceremonia que ha superado incendios, mudanzas, demoliciones y reconstrucciones, manteniéndose como un faro espiritual del barrio misanteco.

Los preparativos se realizan dentro del propio inmueble, donde comerciantes instalan flores, veladoras y elementos simbólicos que acompañarán la liturgia. A partir de las 8 de la noche del viernes 12, el mercado abrirá sus puertas no como centro de venta, sino como espacio comunitario de oración.
Al finalizar la misa, los comerciantes ofrecerán un convite para agradecer la presencia de la gente, gesto que fortalece la convivencia entre quienes habitan y visitan este histórico recinto.

La primera devoción (1964): una ermita que nacía con el mercado

La historia guadalupana del mercado está intrínsecamente ligada a su origen. Cuando el primer mercado fue construido en 1964, los fundadores acordaron colocar en su interior una imagen de la Virgen de Guadalupe, convirtiéndola desde el inicio en un símbolo de acompañamiento para comerciantes y clientes.

En 1965, se edificó una pequeña ermita que resguardó por más de 46 años el cuadro original. A diario, personas se detenían frente a la imagen para pedir protección, agradecer milagros, encender velas o simplemente encontrar un momento de paz en medio de la jornada comercial.
La ermita, más que un espacio físico, se convirtió en el corazón espiritual del mercado, un sitio donde la fe tejió comunidad y marcó generaciones.

El incendio de 2011: una herida material y emocional

El 12 de enero de 2011 el antiguo mercado fue consumido por un incendio que permanece envuelto en incertidumbre. Hubo versiones que hablaban de cohetes, otras de un cortocircuito; sin embargo, nunca se llegó a una conclusión definitiva.
La tragedia obligó a demoler la estructura original, alterando la vida de decenas de familias que dependían del espacio.

Y en medio del caos surgió un misterio: ¿qué pasó con la imagen guadalupana?
Algunos locatarios aseguran que salió ilesa, otros mencionan que quedó bajo resguardo de una comerciante cercana a la ermita. Lo cierto es que, tras la reconstrucción, la imagen nunca volvió al mercado, dejando un vacío simbólico para muchos.

Renacer y continuidad: una nueva imagen para mantener la tradición

El mercado fue reinaugurado el 22 de diciembre de 2013. Aunque el cuadro original ya no regresó, la fe de los locatarios no desapareció. Fue entonces cuando la familia Barverena realizó una importante donación: una monumental imagen de la Virgen de Guadalupe, de aproximadamente 2 metros de ancho por 3 o 4 de alto, que hoy preside desde la parte alta del área de cocinas.

Para los comerciantes, esta imagen representa la continuidad de una devoción que ni el fuego pudo borrar. Es símbolo de esperanza, de reconstrucción y del vínculo espiritual que sostiene la vida comunitaria del mercado.

Una invitación abierta a toda la comunidad

Los locatarios del mercado Antonio M. Quirasco invitan a la ciudadanía a participar en esta celebración que honra no solo a la Virgen de Guadalupe, sino también la historia viva de un mercado que ha sabido renacer sin perder su identidad.

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