Mercado Antonio M. Quirasco florece entre tradición y esperanza rumbo a Todos Santos
Por Arquímedes González.
Misantla, Ver., a 27 de octubre de 2025.- A pocos días de la conmemoración de Todos Santos, la explanada del mercado municipal Antonio M. Quirasco vuelve a latir con fuerza. Sus pasillos se llenan de vida, de los tonos anaranjados y morados del cempasúchil, la mano de león y el tepejilote, flores que anuncian el regreso de las almas y la unión de los vivos en torno a sus recuerdos.
Sin embargo, esta temporada llega acompañada de un reto: las recientes lluvias e inundaciones que afectaron al norte del estado impactaron parcialmente las ventas. Pese a ello, los comerciantes locales mantienen viva la esperanza de una buena jornada.
“Esperamos un repunte, no del 100%, pero sí de un 85% aproximadamente,” comparte Luz María Hernández, vendedora con más de una década de experiencia, mientras acomoda cuidadosamente sus ramos junto al monumento a las madres, su lugar de venta tradicional. “La gente sigue comprando, aunque muchos han tenido que apoyar a los hermanos afectados por las inundaciones. Nosotros seguimos aquí, ofreciendo lo mejor para que todos celebren a sus difuntos como se merecen.”
Precios que buscan mantener la tradición viva
En los puestos del mercado, el colorido es acompañado por la adaptación. Los precios se ajustan al bolsillo de los misantecos, con el propósito de que nadie se quede sin adornar su altar:
Cempasúchil: ramos a 25 pesos, rollo chico a 50, rollo grande a 150; macetas a 40 pesos o dos por 70.
Flor mano de león: rollo a 200 pesos, rollitos sueltos a 40.
Tepejilote: docena a 15 pesos y rollo a 150 pesos.
Cada flor lleva una historia que se transmite de generación en generación. Luz María lo explica con emoción mientras perfuma el aire con los pétalos recién cortados:
“El cempasúchil es la guía para los que ya se fueron; el tepejilote y la mano de león llenan los altares de vida y color. Aquí no solo vendemos flores, vendemos tradiciones y recuerdos.”
Entre el esfuerzo y la fe
La jornada no es sencilla. Los comerciantes enfrentan días largos, pendientes del clima y del transporte de las flores que llegan desde diferentes comunidades. “A veces el calor o la lluvia nos complican las cosas, pero la gente valora mucho que mantengamos viva esta costumbre. Eso nos da fuerza”, comenta Luz María mientras acomoda los ramos bajo un toldo improvisado para protegerlos del sol.
Solidaridad que florece
Pese a los estragos del clima, la solidaridad misanteca se ha hecho presente. Familias que acuden al mercado no solo compran flores, sino que también ofrecen palabras de apoyo o donaciones a los afectados por las lluvias. “Es bonito ver que la gente no olvida ayudar, ni tampoco dejar de celebrar a sus muertos. Es como si Todos Santos nos recordara que la vida sigue, y que seguimos juntos”, comenta la comerciante.
Tradición que une y fortalece
El mercado Antonio M. Quirasco se transforma, como cada año, en un punto de encuentro entre la memoria y la esperanza. Las flores, el incienso y las risas de los visitantes construyen un escenario donde el pasado se mezcla con el presente.
“Es una temporada de trabajo, pero también de alegría y esperanza,” concluye Luz María. “Ver a las familias elegir sus flores, preparar sus ofrendas y recordar a sus seres queridos es lo que nos motiva a seguir aquí cada año.”
Así, entre el murmullo de los compradores y el resplandor de los pétalos, Misantla reafirma que la tradición de Todos Santos no solo honra a los que partieron, sino que mantiene viva la unión de su pueblo, incluso en los tiempos más difíciles.




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