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La ONU vuelve a exigir el fin del embargo a Cuba: EE. UU. se queda aislado en una votación histórica

Por trigésima tercera ocasión, la comunidad internacional condena la política estadounidense que asfixia a la isla desde hace más de seis décadas
Estados Unidos, a 29 de octubre de 2025.- Una vez más, y con una mayoría aplastante, la Asamblea General de las Naciones Unidas exigió este miércoles el fin del embargo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos a Cuba, vigente desde 1960 y condenado globalmente desde 1992.

La resolución —titulada “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”— fue aprobada con 165 votos a favor, 7 en contra y 12 abstenciones, reflejando tanto el aislamiento diplomático de Washington como el agotamiento internacional ante una medida considerada anacrónica y cruel.

El cambio más notorio de esta edición fue la fragmentación del voto latinoamericano y europeo: países como Argentina y Paraguay se alinearon con Estados Unidos e Israel, mientras que Ecuador y Costa Rica optaron por abstenerse, rompiendo la tradicional unanimidad regional en respaldo a La Habana.

En contraste, 165 países reafirmaron su postura histórica: el embargo es ilegal, inmoral y contrario al derecho internacional, al vulnerar el principio de igualdad soberana de los Estados y la no injerencia en los asuntos internos, pilares de la Carta de la ONU.

Durante su intervención, el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla denunció el carácter “inhumano y extraterritorial” del bloqueo, que —dijo— viola los derechos humanos del pueblo cubano y obstaculiza su desarrollo en sectores esenciales como la salud, la energía y la alimentación.

“El impacto de esta agresión no es solo económico. Se aplica con fría premeditación, diseñada para causar sufrimiento social y humanitario sobre millones de personas”, advirtió Rodríguez Parrilla.

El diplomático también acusó a Washington de presionar a países miembros para alterar su voto y de mantener prácticas “criminales” en la región, como operaciones militares en aguas extranjeras, que —según él— contradicen los valores que Estados Unidos dice defender.

Desde la delegación estadounidense, el embajador Jeffrey Bartos calificó la votación como “un espectáculo político” y responsabilizó al Gobierno cubano de las penurias internas.

“El régimen cubano está en una encrucijada: puede insistir en sus políticas marxistas fracasadas o devolverle a su pueblo sus libertades fundamentales”, declaró el representante de Washington, reiterando su llamado a la liberación de presos políticos y a reformas económicas y políticas profundas.

En nombre de varios países europeos —entre ellos Polonia, Estonia, Letonia y Lituania—, el embajador Krzysztof Szczerski reconoció los efectos negativos del embargo, pero condenó el apoyo de Cuba a la agresión rusa en Ucrania, anunciando su abstención “en coherencia con los principios de la Carta de la ONU”.

Esta postura evidenció la polarización geopolítica del debate, en el que la guerra en Europa del Este se entrelazó con el histórico conflicto entre La Habana y Washington.

Por su parte, el Grupo de los 77 y China reiteró su apoyo “pleno y fraternal” a Cuba, exigiendo su retiro inmediato de la lista estadounidense de países patrocinadores del terrorismo, una designación que —según el embajador iraquí Lukman Abdulraheem Al Faily— “ha dañado gravemente su economía y su reputación internacional”.

“Cuba no es sinónimo de terrorismo, sino de solidaridad y cooperación”, sostuvo.

Desde 1992, la Asamblea General ha votado 33 veces consecutivas para exigir el fin del embargo. Ninguna de esas resoluciones ha sido acatada por Washington, que continúa justificando su política bajo el argumento de promover “cambios democráticos” en la isla.

Sin embargo, los hechos son contundentes: más de seis décadas de sanciones no han derribado al régimen cubano, pero sí han dejado una profunda huella en el bienestar de su población y en la credibilidad moral de Estados Unidos ante el mundo.

Cada año, el resultado es el mismo: una abrumadora mayoría contra el bloqueo. Y cada año, también, la potencia norteamericana permanece sola, aferrada a una política que el planeta entero considera un eco de la Guerra Fría y una herida abierta en la diplomacia internacional.

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