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México, tierra que tiembla: a 7 años del sismo de 2017, la memoria que no debemos olvidar

México,
a 7 de septiembre de 2025.- Eran las 23:49 horas del 7 de septiembre de 2017 cuando un rugido subterráneo cambió la historia reciente del país. Un sismo de magnitud 8.2, con epicentro en el golfo de Tehuantepec, estremeció a millones de mexicanos y dejó una huella imborrable en la memoria colectiva: 99 personas perdieron la vida, 449 mil resultaron damnificadas y miles de hogares, escuelas y hospitales quedaron reducidos a ruinas.

Oaxaca fue la entidad más golpeada con 79 víctimas mortales; Chiapas registró 16 y Tabasco 4. Más allá de las cifras, lo que quedó fue el recuerdo del miedo, el desamparo y la vulnerabilidad de miles de familias que esa noche lo perdieron todo.

El gobierno federal reportó en su momento que 112 mil viviendas resultaron dañadas, junto con 6 mil escuelas y 51 unidades de salud, además de pérdidas económicas cercanas a los 19 mil millones de pesos.

Los gigantes de la tierra: los sismos más fuertes en México

De acuerdo con el Servicio Sismológico Nacional (SSN), en los últimos 125 años México ha enfrentado 87 sismos de magnitud mayor a 7. Solo cuatro han superado los 8 grados:
3 de junio de 1932, en Jalisco, magnitud 8.2.
19 de septiembre de 1985, Michoacán, magnitud 8.1.
9 de octubre de 1995, Colima, magnitud 8.0.
7 de septiembre de 2017, Chiapas, magnitud 8.2.

Dos de ellos —1932 y 2017— comparten la marca de los más potentes registrados en la historia moderna de México.

Aunque la memoria popular asocia a septiembre con los terremotos, el SSN aclara que es solo estadística: en 125 años, septiembre y diciembre comparten el primer lugar con 12 movimientos telúricos de magnitud mayor a 7.

Lo cierto es que, por su ubicación geográfica, México seguirá expuesto a la fuerza de la tierra. La lección es clara: no se puede predecir un sismo, pero sí se puede prevenir la tragedia con educación, simulacros y cultura de la protección civil.

A siete años del terremoto de 2017, el recuerdo de Oaxaca, Chiapas y Tabasco sigue vivo. Una advertencia latente: la naturaleza no avisa, pero siempre pone a prueba la capacidad de resiliencia y unidad de los mexicanos.

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