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La lucha de un padre contra la indiferencia del sistema de salud

Por Arquímedes González
Misantla, Ver., a 30 de septiembre de 2025.- En la humilde comunidad de Buenos Aires, en Misantla, se vive una historia de dolor, esperanza y resignación que desnuda la fragilidad del sistema de salud en Veracruz. Jesús Jiménez Durán, un joven de 29 años, lucha contra un cáncer en etapa avanzada, mientras su padre, Macario Jiménez, enfrenta día a día la burocracia y la falta de recursos que amenazan la vida de su hijo.

“Nos habían dado cita para el 5 de octubre, pero luego la recorrieron. Hoy, con todo el esfuerzo que implica trasladar a mi hijo, llegamos al Centro Estatal de Cancerología en Xalapa y nos dicen que la especialista se enfermó. Se entiende que cualquiera puede enfermarse, pero lo que no es aceptable es que solo haya una especialista para atender a tanta gente, y que además no haya medicamentos. Es muy triste”, relató Macario con voz quebrada.

Jesús, quien desde joven ayudaba a su familia en un pequeño negocio de tamales, había depositado toda su esperanza en el CECAN, pensando que allí podría recibir el tratamiento que necesitaba. Sin embargo, la realidad golpeó con fuerza: hospitales saturados, personal insuficiente y medicinas que no alcanzan. Cada día se convierte en un desafío que no solo pone a prueba su salud, sino también la fortaleza de quienes lo aman.

El desconsuelo de la familia no se limita a la enfermedad misma, sino a la indiferencia de las instituciones. “No es cierto lo que dicen los gobiernos, que todo está cubierto en salud. No hay posibilidades en Veracruz, no hay posibilidades en México. Mi hijo ya está en las últimas etapas y tristemente no hay un hospital que lo reciba. Hoy me regreso con la misma desesperanza con la que llegué”, expresó Macario.

Ante la falta de alternativas, Jesús regresa a su hogar en Buenos Aires, donde sus amigos y vecinos podrán despedirse de él. Cada gesto de cariño, cada visita, es ahora un abrazo que sostiene la dignidad de una vida en riesgo. “Lo llevamos de vuelta a la comunidad; sus amigos podrán verlo, tal vez despedirse. Solo un milagro de Dios puede salvarlo”, agregó Macario, con la mirada entre la esperanza y la angustia.

La historia de Jesús Jiménez no es un caso aislado. Es el reflejo de cientos de familias que enfrentan enfermedades graves en un sistema que a menudo les da la espalda. Es un llamado urgente para construir un sistema de salud sensible, humano y accesible, donde la vida de cada persona sea prioridad.

Hoy, en Buenos Aires, un padre grita al mundo la impotencia y el amor profundo por su hijo, esperando que su voz toque corazones y despierte la conciencia de quienes pueden cambiar esta realidad. “Hoy me pasó a mí, mañana le puede pasar a otro”, concluye Macario, con la esperanza de que el dolor de su familia no se pierda en el silencio de la indiferencia.

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