27 de septiembre de 1821: la entrada triunfal del Ejército Trigarante a la Ciudad de México
Cinco días después, el Ejército Trigarante ingresó a la capital. La crónica de aquel 27 de septiembre detalla que las calles estaban colmadas de ciudadanos, balcones engalanados con cortinas y gallardetes, y un ambiente festivo que acompañó a Iturbide desde Tacubaya hasta la plaza mayor, pasando por la Garita de Belén y la calle de San Francisco (hoy Madero). En este último punto, el Ayuntamiento levantó un arco triunfal y entregó al jefe militar las llaves de la ciudad, que devolvió simbólicamente al alcalde con un discurso sobre unidad y libertad.
Durante el recorrido, las aclamaciones fueron constantes: “¡Viva el libertador de la Nueva España!” y “¡Viva el padre de la patria!”, exaltando a Iturbide como héroe nacional. Esa misma tarde, desde el Palacio Imperial, pronunció un mensaje que selló el momento histórico: “Mexicanos, ya estáis en el caso de saludar á la Patria independiente…”.
Las festividades se extendieron con repiques de campanas, funciones de ópera y celebraciones populares. Al día siguiente, el 28 de septiembre, se instaló la Junta Suprema del Gobierno, marcando el inicio oficial de la vida política del México independiente.
Sin embargo, a pesar de los elogios que los diarios de la época le prodigaron y de su papel clave en la consumación de la Independencia, el nombre de Agustín de Iturbide fue poco a poco relegado en la memoria nacional, eclipsado por los héroes que iniciaron la lucha en 1810. Hoy, a 204 años de aquel día, su legado sigue siendo recordado entre luces y sombras en la historia de México.
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