Ixchel habla otra vez: El Oráculo de la diosa maya resuena en la Travesía Sagrada
Quintana Roo, a 17 de mayo del 2025.- En la profundidad de la noche, bajo la luz plateada de la luna y el eco de tunkules ancestrales, emergió Ixchel. No como mito olvidado, sino como presencia viva, encarnada entre humo de copal, danzas rituales y mujeres que flotan como ofrenda sobre las aguas de un cenote cristalino. La diosa maya de la fertilidad, la luna y la medicina volvió a hablar. Y su mensaje, como en los tiempos antiguos, no fue indiferente: una advertencia, una súplica y una esperanza.
“Cuida la vida de tu vida... no busques la guerra… reparte el maíz entre los tuyos y nunca se lo niegues a los demás”, resonó su voz entre antorchas encendidas y corazones atentos. Así dio inicio uno de los momentos más esperados y sagrados de la Travesía Sagrada Maya 2025, el ritual nocturno en el Parque Chankanaab, antes de que 296 canoeros emprendan el cruce hacia el antiguo Polé (hoy Xcaret) con el mensaje de la diosa como guía espiritual.
A diferencia de otras ceremonias turísticas, aquí se invoca el alma de un pueblo. Ixchel, representada por una actriz-danzante con el rostro cubierto de símbolos sagrados, aparece como lo hacía hace siglos, cuando los antiguos mayas surcaban el Caribe en canoas para consultar su Oráculo. Hoy, aunque el mundo es otro, el eco de esa sabiduría sigue vivo y más vigente que nunca.
Según Carlos Serrano, director de Patrimonio Cultural del Grupo Xcaret y principal impulsor de este renacimiento ritual, “Ixchel representa todo lo que da y sostiene la vida, pero también advierte. Nos llama a recuperar el equilibrio con la naturaleza, con nosotros mismos, con nuestra historia”.
Y es que la diosa no sólo era símbolo de fertilidad: regía la salud, los nacimientos, los ciclos lunares, la agricultura, la sabiduría y el tejido, tanto literal como simbólico, del destino humano. Su templo en Cozumel era el más importante para las mujeres mayas, muchas de las cuales viajaban largas distancias para rendirle culto.
Hoy, esa devoción no ha desaparecido. Mujeres siguen viniendo a este lugar para pedir por un embarazo, por sanación, por fuerza. Algunas, como Aide García, remadora de Cancún, entrenaron durante seis meses para cruzar los 33 kilómetros de mar y entregar su súplica a la diosa: “Vine por la salud de mi mamá. Es algo que me llena el alma”.
La Travesía Sagrada no es sólo una recreación; es un acto de memoria, resistencia y espiritualidad. Para Guillermo Maldonado, yucateco que celebra aquí su cumpleaños número 38, es también una oportunidad para agradecer por su familia y mantener viva la tradición. “Me ha cambiado la vida”, dice con voz firme mientras se prepara para remar al amanecer.
El cruce, que requiere fuerza física y disciplina, también exige compromiso con una visión del mundo. Muchos de los participantes han encontrado aquí una forma de reconectar con sus raíces y devolver valor a saberes ancestrales. “Una de las mayores ganancias de la Travesía es fomentar el orgullo de pertenencia. Nos ha devuelto nuestras raíces”, afirma Serrano.
La figura de Ixchel como anciana sabia representa el respeto maya hacia la vejez, la sabiduría femenina y el poder espiritual que emana de lo femenino. Este ritual devuelve también visibilidad a esos saberes olvidados: los cantos de las parteras, las oraciones por la lluvia, las manos que tejen historias y redes comunitarias.
Así, al amanecer, las canoas surcarán el mar Caribe. No sólo llevan cuerpos entrenados, sino un mensaje que atraviesa siglos: el oráculo de una diosa que no ha sido silenciada.
La Travesía Sagrada Maya 2025 no es sólo una celebración cultural. Es una llamada de atención. Una plegaria. Un testimonio vivo de que las diosas ancestrales aún tienen voz… y que hay quienes están dispuestos a escucharla.




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