El olor a “pasto quemado” se instala en calles y avenidas; alertan sobre vacío en datos y regulación
México, a 19 de abril del 2025.- El característico aroma de la marihuana, antes poco frecuente en espacios públicos, se ha normalizado entre consumidores y no consumidores, mientras el país carece de datos actualizados y de un marco legal claro sobre su uso. La última Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (Encodat) auténticamente comparable data de 2017, o 8.6 % de la población de 12 a 65 años que la probó alguna vez en la vida y 2.1 % (alrededor de 1.8 millones) en el último año. En 2011 dichos porcentajes eran de 6 % y 1.2 %, respectivamente, y el consumo reciente se duplicó en mujeres (de 1.6 % a 3.7 %) – cifras que ahora podrían ser mayores, dado el crecimiento de espacios de tolerancia y nuevos productos cannábicos.
Aunque en 2023 el Conahcyt realizó un levantamiento de datos, la metodología impide compararlo con resultados anteriores, por lo que se prepara una nueva Encodat para dimensionar el fenómeno. Mientras tanto, las reformas de marzo de 2021 liberalizaron la posesión de hasta 28 gramos y crearon un sistema de licencias para cultivar de 6 a 8 plantas en casa; para clubes cannábicos, de 2 a 20 miembros y máximo 50 plantas en total. No obstante, la falta de legislaciones secundarias y sanciones que van de multas (hasta 120 UMAs) a penas de prisión (hasta 15 años) por cantidades mayores mantienen en el limbo a miles de consumidores.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó a Cofepris expedir permisos de uso lúdico y, de 2021 a octubre de 2024, recibió 21 064 solicitudes, de las cuales sólo autorizó 6 992. Sin embargo, la SCJN insistió en que la regulación definitiva debe dictarse en el Congreso, que aún no emite una ley de cannabis integral.
Activistas como Abraham “Yizuz 420” Amador, consumidor desde hace 23 años y miembro de Laboratorio 240, señalan que el consumo se asemeja hoy al del café o refrescos: “Una onza puede costar entre 2 000 y 2 500 pesos y durar un mes; fumarla es un hábito normal”. Reclama tolerancia y despolitización del cannabis: “No todo es narcocultura y violencia”.
En el ámbito médico, la endocannabinología avanza con investigaciones en la UNAM y un diplomado avalado por la Asociación Mexicana de Medicina Cannabinoide, pero sólo profesionales certificados pueden prescribir CBD (no psicoactivo) y requieren amparos para el THC (psicoactivo). Las doctoras Luisa Ulibarri e Itzel Dávila advierten que, pese a sus beneficios para convulsiones, dolor crónico o náuseas, persisten estigmas y lagunas legales sobre trazabilidad y publicidad de tratamientos.
Para especialistas del sector, como Julio Zenil, director de Revista Cáñamo, la regulación permitiría mitigar el mercado negro, recaudar impuestos y ofrecer productos certificados. Jiangsu Wonpec, presidente de Alcann, coincide: “Si fuera legal, no haría falta plantones ni espacios de tolerancia; el mercado estaría regulado y gravado”. Hasta entonces, el “olor a pasto quemado” seguirá siendo el termómetro de una adicción en gran parte invisible.
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