Supervisión en Cúspide: ¿Verdadero compromiso o simulación?
Veracruz, a 26 de marzo del 2025.- El reciente recorrido del secretario de Salud de Veracruz, Valentín Herrera Alarcón, por las instalaciones del Centro Estatal Contra las Adicciones (Cúspide) genera más dudas que certezas sobre la verdadera calidad de la atención que reciben los pacientes en este centro. Aunque la visita responde a una instrucción de la gobernadora Rocío Nahle García, el énfasis en supervisión y revisión de planes de trabajo parece más una estrategia mediática que una acción real de mejora.
Si bien se verificaron condiciones de infraestructura, calidad de los alimentos y abasto de medicamentos, ¿qué tan confiable es una evaluación hecha en un solo día y en presencia de las propias autoridades? Las inspecciones anunciadas suelen ser eventos previamente programados, donde el personal tiene la oportunidad de maquillar deficiencias y ocultar carencias estructurales que solo los internos y sus familias conocen de primera mano.
El llamado a la legalidad y respeto a los derechos humanos que hizo el secretario de Salud al personal del centro es una declaración que debería preocupar más que tranquilizar. Si es necesario recalcar estos principios, ¿es porque antes no se cumplían? Los señalamientos de malos tratos, deficiencias en el tratamiento y abandono en los centros de atención a adicciones no son nuevos, y una visita protocolaria difícilmente cambiará esta realidad.
Además, el comunicado oficial destaca que la supervisión incluyó una revisión del plan de trabajo del centro. Sin embargo, no se presentaron cifras concretas sobre los avances, eficacia de los tratamientos ni testimonios de pacientes recuperados, lo que deja la impresión de que esta supervisión fue más una formalidad que un verdadero ejercicio de rendición de cuentas.
Si la administración estatal realmente busca mejorar la atención en Cúspide, las inspecciones deberían ser sorpresivas, incluir auditorías externas y considerar la voz de los usuarios y sus familias. De lo contrario, seguirá siendo una práctica de simulación política, con funcionarios recorriendo pasillos impecables que no reflejan la realidad cotidiana de quienes viven en el abandono institucional.
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