Nada que celebrar: El Día Internacional del Periodista y la crisis de la libertad de prensa
México, a 8 de septiembre del 2024.- El 8 de septiembre se conmemora el Día Internacional del Periodista, una fecha que debería ser motivo de orgullo y reflexión sobre la importancia del periodismo en las sociedades democráticas. Sin embargo, la realidad actual plantea una pregunta inevitable: ¿hay algo que celebrar en un mundo donde los periodistas siguen siendo víctimas de ataques, censura y asesinatos por cumplir con su labor de informar?
Esta jornada fue establecida en 1958 para honrar la memoria de Julius Fucik periodista y escritor checoslovaco ejecutado por los nazis en 1943, símbolo de la lucha por la verdad y la libertad de expresión. No obstante, más de 70 años después de su muerte, las amenazas que enfrentan los periodistas no han disminuido. Al contrario, en muchos lugares del mundo, ejercer el periodismo sigue siendo una profesión de alto riesgo.
En teoría, el Día Internacional del Periodista subraya el papel fundamental de estos profesionales en la defensa de la transparencia y la rendición de cuentas. Pero en la práctica, los periodistas son blanco constante de represalias. Organizaciones como Reporteros sin Fronteras registran un aumento alarmante en los ataques, encarcelamientos y asesinatos de periodistas en los últimos años. Solo en 2023, decenas de periodistas fueron silenciados de manera brutal, mientras que otros enfrentan amenazas diarias por exponer verdades incómodas para los poderosos.
Un ejemplo claro de esta crisis es Veracruz, un estado que ha sido catalogado como uno de los lugares más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo. Con más de una veintena de periodistas asesinados en la última década, este estado mexicano simboliza la vulnerabilidad de los informadores en territorios donde el crimen organizado y la impunidad son una amenaza constante. La violencia contra los periodistas en Veracruz no solo proviene de grupos delictivos, sino también de actores políticos que ven en el periodismo una amenaza a sus intereses.
El panorama es desalentador: gobiernos autoritarios que buscan controlar la narrativa, grupos criminales que ven en la prensa un enemigo, y sociedades que, en lugar de proteger a sus periodistas, los dejan indefensos. En este contexto, las celebraciones del 8 de septiembre se sienten vacías. Los premios y conferencias no son suficientes cuando la realidad en las redacciones y en las calles es tan peligrosa.
La libertad de prensa no puede ser un concepto abstracto, debe ser una garantía. De lo contrario, el Día Internacional del Periodista será siempre un recordatorio amargo de lo mucho que falta por hacer.
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