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Mashiaj o la revelación del rostro de D”s: “Un instante es la eternidad”

Por Jenny Asse Chayo / Enlace Judío
Israel, a 5 de agosto del 2024.- Si la negrura de los tiempos se dio es porque D”s escondió Su Rostro, histir panav. Imagino el Tiempo de la Luz, como el Proceso cósmico-divino, a través del cual D”s va revelando Su Rostro al Pueblo de Israel y por ende a los demás pueblos.

En ese cara a cara que nos enseñó nuestro maestro Moisés, alav ha shalom, en el que D”s va develando Su Rostro y Sus Nombres Santos a todo el pueblo de Israel a los pies del Har Sinaí.

La Epifanía colectiva, fue posible gracias a la labor de los primeros patriarcas y matriarcas por encontrar la verdad (Emet) , ellos accedieron en su búsqueda a la profecía para dar a conocer al Creador en esta tierra y en nuestro pueblo. Este diálogo con el Creador se vio coronado por el trabajo de una familia: Moisés y sus hermanos, quienes desde el principio nos muestran la necesidad de la salvación, aun cuando salvarse signifique el desprendimiento de lo más amado: el hijo de las entrañas de Yohebet, Moshé.

Si miramos a la sagrada Torá no sólo como el Plano arquitectónico del mundo, sino como los movimientos que D”s hace dentro de Sí Mismo, en su relación con el hombre y, posteriormente con el pueblo de Israel, no veo porque no pensar que estos movimientos cíclicos y eternos se puedan repetir una y otra vez, tal como sabemos por el ritual de leer la Torá sagrada una y otra vez, como si el acto de lectura repetida fuera la rememoración constante de un compromiso y de una promesa, como si el Pueblo de Israel le recordará a D”s que tiene un pacto con ellos, y una promesa por cumplir. Semana tras semana en la re lectura del pergamino sagrado, dialogamos con la Divinidad, en esa intimidad que es el diálogo mediado por el Libro.

Diálogo que lo ha trascendido todo, muestra de que el Pacto entre D”s y el Pueblo de Israel es también eterno y trasciende las Esferas del Espacio y del Tiempo, de ahí su Santidad, porque la Torá no es sólo el espacio de la Revelación de la palabra divina, sino el espacio de la promesa divina como camino que el pueblo persigue y ha perseguido a lo largo de la Historia.

La Torá es, en ese sentido, un documento vivo que habrá de leerse con el pensamiento, el habla y la acción, como dice en el Tania el Rabi Shneur Zalman de Liadí, fundador y primer Rebe de Jabad-Lubavitch, las tres vestimentas en las que se inviste el alma divina individual, y el alma Divina del pueblo de Israel.

El D”s que revela Su Rostro es el D”s que le habla a Moisés y Aharón y a Miriam Cara a Cara, en el camino de la construcción de un pueblo libre.

Pero este le es dado también al pueblo como un regalo, cuando la divinidad dicta los primeros diez mandamientos y el pueblo acepta el pacto cuando dice: Naasé ve nishmá.

Me parece que el pueblo de Israel tiene en su memoria colectiva estos momentos de Gracia en los que D”s dejó, no sólo ver Su Rostro, sino que nos permitió escuchar Su Voz, en un Instante único de Eternidad Compartida, en el que la Divinidad Se Auto revela, como un acto de Misericordia Inimaginable.

Sin embargo la pregunta ahora, es: deberíamos de esperar otro momento de revelación igual a aquel, o más aún, ¿no es la promesa mesiánica, la promesa de la Re-revelación del Rostro de D”s? El profesor Joseph Dan, de la Universidad Hebrea de Jersualem, mencionó que D”os sólo habló una vez y esa revelación está en la Torá.
¿Tiene el Pueblo de Israel el derecho de pedirle a D”s que se revele misericordiosamente como lo hizo ya una vez?

En verdad pienso que sí, que en el Vientre de la divinidad caben todos los deseos y las plegarias, porque la Revelación Toral de Su Rostro implicaría que ELELLA nos mire de cerca, y eso es precisamente la redención, la significación de la idea de que Él, bendito sea, ha perdonado nuestros pecados, un perdón radical que permitiría que todas las diásporas terminen.

Sin embargo cuando D”s nos mira de cerca también tenemos más temor de Su Mirada, y nuestra conducta debe ser mejor, impecable: ese es el camino de la santidad para el cual fuimos liberados de Egipto, y creados como pueblo por Abraham y Sarah.

El pueblo que es capaz de mirar a D”s cara a cara, Panim El Panim, también ha sido capaz a lo largo de su peregrinarse de hablar con Él. Si la gran aportación del judaísmo a la humanidad es el Monoteísmo, Maurice Blanchot nos dice que otro de sus grandes aportes es la sapiencia de que podemos dialogar con Él, este es un estado profético que D”s ha decidido regalarle al Pueblo de Israel, entre otras cosas, porque es un pueblo osado que se ha atrevido a cruzar todas las fronteras de lo alto y las de lo bajo, en la exten/Sión de toda la Tierra, para encontrarLo, EntenderLo y cumplir Sus Deseos.

De ahí parte el nombre del pueblo Hebreo, Ibri, Eber, el que cruza las fronteras, nuestro territorio siempre ese pasar laabor , de un texto al otro, de una tierra a la otra, en la labor de emprender vuelos inimaginables hasta acceder a la promesa del amor que es la promesa del encuentro de todas las diásporas en la tierra de Isreal.

Ser parte del pueblo de Israel significa entonces una responsabilidad infinita con el Infinito; derecho de incalculables dimensiones y obligaciones inmensas que sólo se pueden entender a lo largo de la vida, con la práctica de los preceptos y el Estudio del Tanaj, el Talmud y el Zohar.

Entiendo pues la Era mesiánica como la revelación del Rostro de D”s en la Infinita Luz que esto significa.

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