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“Si tu hermano comete un pecado”

LECTURA ORANTE DEL EVANGELIO
“LECTIO DIVINA”
LECTIO ¿QUÉ DICE EL SEÑOR?
Texto: Mt 18, 15-20:
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas, para que todo lo que se diga conste por boca de dos o tres testigos. Pero si ni así te hace caso, díselo a la comunidad; y si ni a la comunidad le hace caso, apártate de él como de un pagano o de un publicano.
Yo les aseguro que todo lo que aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo.
Yo les aseguro también que, si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá; pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos”.
Notas para entender mejor lo que dice el texto:
1. “Si tu hermano comete un pecado”. La fraternidad, por un lado, y el pecado, por otro, son las condiciones para hacer la corrección fraterna.
2. “Amonéstalo a solas”. Es el primer paso para la corrección fraterna, la cual debe hacerse con la delicadeza, respeto y amor.
3. “Hazte acompañar de una o dos o tres personas”. Segundo paso, si no te hace caso.
4. “Díselo a la comunidad”. Tercer paso de la corrección fraterna.
5. “Aparte de él”. No es desprecio al hermano, sino no complicidad con su pecado.
6. “Todo lo que aten en la tierra”. El poder de las llaves a nivel comunitario y su relación con la corrección fraterna.
7. “Si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo”. Si se dieron todos los pasos para la corrección fraterna y no se logra nada, queda el último recurso el de la oración.
MEDITATIO ¿QUÉ NOS DICE EL SEÑOR?
El evangelio de hoy nos habla de la corrección fraterna en la Iglesia, su relación con el poder de las llaves y el poder de la oración de la comunidad por la presencia de Cristo en su Iglesia. Esta corrección tiene que tener como fundamento la fe y el amor cristiano para poder llegar a ser corrección fraterna y además debe tener una gradual pedagogía. El punto de partida es: “Si tu hermano comete un pecado” y el primer paso es “amonestarlo a solas” con el fin de salvarlo. Lo que está en juego es la salvación del hermano y su pertenecía a la comunidad. El hecho de amonestarlo a solas nos habla del gran respeto que debemos tener y sobre todo del requisito fundamental para corregir a alguien, es decir: que seamos hermanos. Además, el respeto exige que se haga con caridad, de lo contrario será corrección, pero no fraterna y no logrará que el hermano se corrija. En muchas ocasiones la corrección no logra su propósito porque no se hace por amor y no se expresa con muestras de cariño y amabilidad, sino que a la hora de corregir el hermano se le hiere, se le desprecia y se le juzga.
En el segundo paso ya entra en juego la comunidad en su mínima expresión. Por esto dice el evangelio: “Hazte acompañar de una o dos personas”. En este momento se tiene en cuenta todo lo dicho en el primer paso, es decir hacerlo con caridad, pero además se involucra a otros como testigos animadores para ayudar al hermano a salir de su pecado. Se trata de un encuentro lleno de afecto en el que hablen más los gestos que las palabras, es un encuentro para ayudar no para condenar, se acercan para dar la mano, no para poner el pie. Si somos parte de una comunidad y seguimos a Jesucristo en una comunidad, no podemos ser indiferentes a un hermano que se encuentra caído y debemos luchar para rescatarlo.
El tercer paso es: “Díselo a la comunidad”. Es decir, díselo a la Iglesia, a los dirigentes o encargados de las comunidades. Sin embargo, también esto debe estar regido por el amor y debe hacerse con el fin de salvar al hermano. La finalidad no es acusarlo, sino que la comunidad lo corrija y se salve, pero a veces a pesar de todos los esfuerzos no se logra nada. El evangelio dice: “Si ni a la comunidad le hace caso, apártate de él como de un pagano o de un publicano”. Esta palabra es fuerte, sin embargo, apartarse de él no significa olvidarse de él, pues queda un último recurso el de la oración de intercesión: “Si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá”. De manera que cuando se han agotado todas las instancias de la corrección fraterna queda el recurso de la oración. “Dios quiere que todos los hombres se salven” (1 Tm 2, 4), por tanto, la comunidad, que ha acogido a un hermano por la gracia del bautismo, no puede olvidar, sin culpa, a quienes luego se apartan de ella.
Después de explicar todos los pasos pedagógicos y de caridad fraterna que hay que realizar, Jesús dice: “Les aseguro que todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo”, se trata del poder de las llaves que ya comentamos anteriormente en relación con Pedro y su sucesor, el Papa; es decir, se trata del poder que Cristo quiso darle a la Iglesia y que ejerce el vicario de Cristo a nivel universal y que tiene su aplicación propia en los diversos niveles de la Iglesia: parroquia, movimiento apostólico o familia en la que Cristo está presente y cuya modalidad del poder de la llaves se vive en la corrección fraterna. La corrección fraterna, como la oración, debe hacerse en la unidad de la Iglesia y en los distintos niveles de Iglesia, pero siempre con caridad. La Iglesia unida tiene mucha fuerza espiritual y lo mismo el que participa de la Iglesia y de toda la gracia que hay en ella. Dado que Cristo cumple su palabra: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20), la unidad es parte constitutiva de la Iglesia, la unidad es lo más profundo de su identidad.
En los primeros tiempos de la Iglesia, la corrección fraterna se realizaba entre miembros de una comunidad de hermanos en la fe. En nuestros días, sabemos que, por el bautismo, todos somos hermanos, formamos parte de la Iglesia, pero no siempre se tiene la experiencia de Cristo presente en la Iglesia. Si no se tiene la experiencia y la conciencia de lo qué es la iglesia, cómo se va a tener la experiencia de la corrección fraterna. La corrección fraterna sólo puede hacerse entre quienes son iglesia, se sienten iglesia y, por tanto, no sólo son hermanos por el bautismo, sino doblemente hermanos porque se reúnen en el nombre del Señor y por esto mismo se corrigen unos a otros.
Así pues, para corregir a alguien no basta ser hermano por el bautismo, sino que hay que vivir como hermano. De manera que: “Si tu hermano peca”, antes de corregirlo debes preguntarte, si vives como hermano de él. Si la respuesta es afirmativa, haz oración por tu hermano, luego corrígelo con caridad y ganarás a tu hermano. Si no vives como hermano de tu hermano, la corrección fraterna no tiene razón de ser. Entonces, qué podemos hacer con todos aquellos que son parte de la Iglesia, pero que no están cerca de nosotros o no tenemos relaciones fraternas. En este caso la oración puede alcanzar a los que no podemos llegar por la corrección.
Hoy en día nos hace falta más experiencia de Cristo en la comunidad. Nos hace falta que todos los bautizados, además de la participación en la Eucaristía, donde por excelencia se hace presente Cristo entre nosotros que nos reunimos en su nombre, tuviéramos también la experiencia de ser parte de una pequeña comunidad apostólica, de un grupo de vida cristiana o de oración en el cual pudiéramos vivir y experimentar la profundidad del evangelio de hoy que nos habla de la necesidad de vivir en comunidad y de corregirnos fraternalmente, un grupo donde no sólo seamos hermanos por el bautismo, sino doblemente hermanos por reunirnos en el nombre del Señor. Que el Señor en los pequeños grupos de vida cristiana nos conceda corregirnos unos a otros.
ORATIO ¿QUÉ LE DECIMOS AL SEÑOR?
Te bendecimos, Señor Jesús, porque nuestra Iglesia tiene su principio, fundamento y su fin en ti que, resucitado, estás presente en medio de ella, sobre todo donde dos o tres se reúnen en tu nombre y forman una comunidad.
Gracias, Señor, por estar en nosotros y en favor de nosotros, tú eres el que nos une y nos hace iglesia y quieres que nos mantengamos en la unidad y nos salvemos en comunidad. Concédenos la gracia, no sólo de llamarnos hermanos, sino serlo de verdad.
Señor Jesús, concédenos la gracia de no ser indiferentes con los hermanos que se han apartado de tu amor y están poniendo en riesgo su salvación, sino que tratemos de corregirlos y si, a pesar de nuestros esfuerzos no se corrigen, que no los olvidemos en la oración.
OPERATIO ¿QUÉ NOS PIDE EL SEÑOR?
El Señor nos pide que seamos y vivamos como hermanos y que nos corrijamos unos a otros con respeto y caridad, teniendo en cuenta los distintos pasos y etapas de la corrección fraterna, así como la dinámica espiritual propia para salvar al hermano.
El Señor quiere que unidos a él que está presente en la Iglesia nos mantengamos en la unidad de la fe, a nivel de sentimientos, de decisiones, de acciones y de oración para evitar que los hermanos se pierdan y se destruya la fraternidad.
El Señor nos pide que, cuando no se puede lograr la corrección del hermano, echemos mano del último recurso, el de la oración. La oración es expresión del poder de las llaves para lograr la unidad de la comunidad y en muchos casos, la conversión de alguno de ellos. ¡Qué así sea!
+ Mons. José Trinidad Zapata Ortiz
VIII Obispo de Papantla

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