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“Me ha sido dado todo poder”

𝐋𝐄𝐂𝐓𝐔𝐑𝐀 𝐎𝐑𝐀𝐍𝐓𝐄 𝐃𝐄𝐋 𝐄𝐕𝐀𝐍𝐆𝐄𝐋𝐈𝐎 
“𝐋𝐄𝐂𝐓𝐈𝐎 𝐃𝐈𝐕𝐈𝐍𝐀”
LECTIO ¿QUÉ DICE EL SEÑOR?
Texto: Mt 28, 16-20:
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en el que Jesús los había citado. Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban.
Entonces, Jesús se acercó a ellos y les dijo: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándolas a cumplir todo cuanto yo les he mandado; y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”.
Notas para entender mejor lo que dice el texto:
1. Galilea en cuanto frontera de Israel con otros pueblos es el símbolo de la misión que se debe extender por todas las naciones.
2. “Algunos titubeaban”. Los distintos relatos de las apariciones muestran que todos los discípulos tuvieron dificultades para creer en la resurrección.
3. Cuando Jesús dice que le ha sido dado todo poder, significa que ya ha sido glorificado.
4. “Vayan y enseñen”. Se trata del mandato misionero desde una perspectiva catequética.
5. Bautizar en el nombre de las tres divinas personas significa que cuando se escribió el evangelio ya ha pasado la etapa primera de bautizar en el nombre del Señor Jesús (Hch 2, 38; 8, 16), lo cual no era una negación del Padre y del Espíritu, sino que los suponía.
6. “Yo estaré con ustedes” es una forma de decir que Jesús no abandona a sus discípulos, sino que estará espiritualmente con ellos.
MEDITATIO ¿QUÉ NOS DICE EL SEÑOR?
Hoy celebramos la ascensión del Señor. Al final de su evangelio la mencionan san Marcos (cfr. 16, 19) y san Lucas (cfr. 24, 51). San Mateo no habla de la ascensión; pero, en el evangelio de hoy, la supone. Jesús citó a sus discípulos en un monte y cuando ellos llegan, unos lo adoran, otros titubean, pero Jesús a nadie reprocha nada, lo primero que les dice es: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra”. Si le ha sido dado todo poder, eso significa que no hay ninguna dimensión que escape a su dominio, por tanto, puede enviar a sus discípulos a evangelizar a todas las naciones. Si Jesús tiene todo el poder eso indica que ya ha ascendido a los cielos, pero ¿si ya subió a los cielos por qué se encuentra todavía aquí? En realidad, Jesús subió a los cielos desde su resurrección y es en su condición de resucitado y glorificado que envía a sus discípulos a predicar y además cumple su palabra de estar con sus discípulos todos los días hasta el fin del mundo.
El envío misionero lo encontramos en los cuatro evangelios. En Marcos Jesús dice: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará” (Mc 16, 15); en Lucas: “Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas” (Lc 24, 46-48); en Juan Jesús: “Sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Jn 20, 22-23).
Como vemos, tanto en Lucas como como en Marcos, se insiste en la predicación. En cambio, la característica del evangelio de san Mateo es que se insiste en la evangelización como enseñanza, lo cual indica que cuando este evangelio se escribió ya se estaba dando, además del primer anuncio, o kerigma, un proceso de catequesis para el crecimiento y acompañamiento de los que habían aceptado la fe, habían sido bautizados y, por esto, formaban parte de las pequeñas comunidades cristianas a las que se dirige el autor sagrado. Por otro lado, es notable también, en este evangelio, que Jesús insiste en que bauticen en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esta fórmula también nos habla de una etapa posterior a los primeros momentos evangelizadores, en los que, como dice el libro de los Hechos de los Apóstoles, bastaba bautizarse en el nombre del Señor Jesús para salvarse, como cuando Pedro, una vez recibido el Espíritu Santo, se pone a predicar y la gente le pregunta al oír la predicación “¿qué tenemos que hacer hermanos?” y Pedro les dijo “háganse bautizar en el nombre del Señor” (cfr. Hch 2, 37-38). Otro ejemplo lo tenemos cuando Pedro y Juan van a Samaria donde ya han aceptado la palabra de Dios (cfr. Hch 8, 16).
Hay que decir que, en la Biblia, el nombre significa la persona. Jesús se llama así porque es “salvador”. El ángel le dijo a José: “Tú le pondrás por nombre Jesús porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1, 21). Por otro lado, la palabra “bautizar” significa sumergir, de manera que cuando se dice: “bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, es lo mismo que decir: sumergir en la persona del Padre, sumergir en la persona del Hijo y sumergir en la persona del Espíritu Santo. Que importante comprender esto y que importante el sacramento del bautismo, pues con él se nos mete dentro del mismo Dios, en la persona del Padre, en la persona del Hijo y en la persona del Espíritu Santo. Pues bien, lo que dice san Mateo es lo que los apóstoles hicieron y seguimos haciendo, cuando alguien es bautizado. Esto es posible porque Jesús cumple su última palabra: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”. Así, cuando alguien predica la Palabra de Dios o cuando la explica, Cristo está tratando de llegar al corazón de los que escuchan la Palabra; cuando un sacerdote bautiza, es Cristo quien bautiza; cuando un sacerdote celebra la Misa, Cristo resucitado se hace presente en el pan y el vino consagrado.
Otra particularidad de san Mateo es que subraya la palabra discípulos. Discípulos les dice a los apóstoles y es lo que les pide hacer en todas las naciones: discípulos apóstoles, de ahí la importancia de la predicación, del kerigma y de los sacramentos. Los sacramentos no son punto de partida, sino punto de llegada de la evangelización y del kerigma y punto de partida de la enseñanza. La enseñanza no se agota en la catequesis prebautismal. Después viene la doctrina: “Enséñenles a guardar todo lo que yo he mandado”. Por otro lado, aquí en san Mateo Jesús no les promete el Espíritu Santo, sino quedarse con ellos hasta el fin del mundo, se trata de una nueva presencia invisible, pero real y espiritual. Desafortunadamente, por dar toda la importancia en la presencia de Jesús en la Eucaristía olvidamos que dijo “Yo estaré con ustedes”, es decir en medio de la comunidad, y por esto aquellas palabras: “Lo que hagan a uno de estos pequeños a mí me lo hacen” (Mt 25, 40). Cuando no entendemos esto mostramos respeto a Jesús en la Eucaristía y que bueno, pero que malo que no lo respetemos en los demás. Muchas veces nos persignamos y hacemos muchas muestras de respeto ante las imágenes de yeso o de madera de Jesús y poco respetamos las imágenes vivas que son nuestros hermanos donde Jesús está más presente.
Celebrar la ascensión de Jesús es celebrar su glorificación en los cielos, pero no debe dejar de lado su ascensión a nuestro corazón. De qué sirve que Jesús sea el Señor del cielo y de la tierra si no es el Señor de nuestra vida. En cambio, si ya reina en nuestra vida, después de ella estaremos con él en la vida eterna. La ascensión de Cristo a los cielos no significó dejar la tierra. Cristo no se fue para alejarse de nosotros, sino para que, estando en nosotros, pusiéramos nuestra esperanza en llegar a donde él, nuestra cabeza y principio, nos ha precedido. Además, hay que decir que Jesús ascendió a los cielos para enviarnos el don del Espíritu Santo. Así pues, que el Espíritu Santo nos ayude a cumplir lo que Jesús ha mandado.
ORATIO ¿QUÉ LE DECIMOS AL SEÑOR?
Señor Jesús te damos gracias porque, a pesar de nuestras dudas e incredulidades sobre tu señorío y victoria sobre la muerte, nos has invitado personalmente, durante nuestra vida, para ser tus discípulos apóstoles con la misión de hacer discípulos y apóstoles a todas las gentes.
Gracias por tu revelación de un Dios uno y trino, gracias porque, por la gracia del bautismo, hemos sido sumergidos en la persona del Padre, en tu persona y en la persona del Espíritu Santo. Gracias por estar en nosotros y nosotros en ti y así poder llegar a ser herederos de tu gloria, donde ahora, por tu resurrección y ascensión, vives y reinas por los siglos de los siglos.
Concédenos, Señor la gracia de no dudar nunca de tu promesa de estar todos los días con nosotros hasta el fin del mundo. Haz, señor que no sólo lo sepamos, sino que también experimentemos esa presencia espiritual tuya en nosotros y en todos los demás, especialmente en todos los que crean en ti y tienen un mismo bautismo.
OPERATIO ¿QUÉ NOS PIDE EL SEÑOR?
El Señor Jesús nos pide no dudar que ha vencido la muerte, que vive y reina a la derecha del Padre y que ha recibido todo el poder y que ante él toda rodilla se debe doblar en el cielo y en la tierra. Por tanto, si nos ha invitado a seguirlo, debemos postrarnos ante él y, como súbditos, adorarlo y disponer nuestra vida para lo que él mande a nosotros sus siervos.
El Señor nos pide ser sus discípulos y apóstoles para anunciar el evangelio, bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enseñar a las gentes a cumplir todo lo que él ha mandado. Para realizar esto, aunque Jesús está lleno de gloria en los cielos, no nos deja solos, sino que nos da su Espíritu Santo.
El Señor nos pide vivir bajo la acción de su Espíritu para experimentar su presencia espiritual en nosotros y en los demás y, por lo mismo, respetarnos, ayudarnos y amarnos unos a otros como hermanos de un mismo Padre y herederos de un mismo destino en Cristo nuestro Señor.
+ Mons. José Trinidad Zapata Ortiz
VIII Obispo de Papantla

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