“No tentarás al Señor, tu Dios”
LECTURA ORANTE DEL EVANGELIO
“LECTIO DIVINA”
LECTIO ¿QUÉ DICE EL SEÑOR?
En aquel tiempo, Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio. Pasó cuarenta días y cuarenta noches sin comer y, al final, tuvo hambre. Entonces se le acercó el tentador y le dijo: “Si tú eres el Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes”. Jesús le respondió: “Está escrito; No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, échate para abajo, porque está escrito: Mandará a sus ángeles que te cuiden y ellos te tomarán en sus manos, para que no tropiece tu pie en piedra alguna”. Jesús le contestó: “También está escrito: No tentarás al Señor; tu Dios”.
Luego lo llevó el diablo a un monte muy alto y desde ahí le hizo ver la grandeza de todos los reinos del mundo y le dijo: “Te daré todo esto, si te postras y me adoras”. Pero Jesús le replicó: “Retírate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él sólo servirás”.
Entonces lo dejó el diablo y se acercaron los ángeles para servirle.
Notas para entender mejor lo que dice el texto:
1. Es el Espíritu el que conduce a Jesús al desierto para ser tentado o probado.
2. La primera tentación o propuesta de Satanás a Jesús es que sea un Mesías económico que resuelva los problemas materiales de la humanidad como el tener y el comer.
3. La segunda tentación o propuesta es la del parecer, del prestigio o del placer. Es decir que el diablo le proponer que niegue su humanidad y apantalle a las multitudes con su divinidad y poder. Es decir que sea un Mesías actor, un prestidigitador (engañador).
4. La tercera tentación es la del poder temporal es decir que Jesús sea un Mesías político, un tirano, un dictador.
MEDITATIO ¿QUÉ NOS DICE EL SEÑOR?
El primer domingo de cuaresma es el domingo de las tentaciones. Como el pueblo de Israel fue probado en el desierto, así Jesús fue al desierto durante cuarenta días para rehacer el camino del pueblo de Israel y redimirlo. El pueblo en el desierto había dudado de Dios y cayó en la incredulidad. Jesús en el desierto no duda ni un momento de cuál es su identidad y cómo va a llevar a cabo su misión. Tampoco duda ni un momento de Dios que lo ha enviado para vencer a Satanás (ser modelo). Las tentaciones muestran en cierto modo el tipo de Mesías que los distintos grupos de la época esperaban: un Mesías temporal económico la primera tentación, un Mesías apocalíptico desencarnado la segunda o un Mesías político la tercera.
Llama la atención que: “Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto, para ser tentado por demonio”. Esto significa que Jesús, bajo la acción del Espíritu Santo debe vencer a Satanás para ser el modelo para todos nosotros. Las tentaciones son opciones que, a primera vista, parecen mejor, más humanas, más razonables, pero que en realidad son diabólicas. Son alternativas propuestas por el diablo para que Jesús realice su misión de manera exitosa y sin sufrimientos. Como enviado del Padre, Jesús, tenía una misión que cumplir y, para llevarla a cabo, podría haber optado por formas más fáciles, más cómodas, pero que no eran conforme a la voluntad de Dios.
La primera tentación, es la del tener. La respuesta de Jesús es clara: “No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Algunos en Israel esperaban un Mesías que resolviera los problemas económicos. Jesús rechazó convertir las piedras en pan para acabar con el hambre o convertirlas en oro para que acabar con los pobres de la humanidad. La solución no está en convertir las piedras en pan, sino en que la riqueza se comparta. Lo más importante no es el tener, sino el ser, lo que somos. Según los criterios de este mundo cuánto tienes, cuánto vales. Según los criterios del evangelio lo más importante es ¿quién eres tú?, ¿cuáles son tus valores, ideales, o anhelos más profundos?
La segunda tentación es la del placer o del prestigio. El demonio le propone a Jesús hacer un acto espectacular para que lo aplaudieran y lo siguieran. Un grupo de Israel esperaba un Mesías apocalíptico, caído del cielo, no encarnado. Si así fuera se trataría de un Mesías artista; crucificado sí, pero sin sufrir, sin asumir el dolor de la humanidad. Si Jesús hubiera escogido este camino, en la cruz estaría actuando y no sería un ejemplo a seguir. La tentación del prestigio se da cuando nos interesan las apariencias; cuando, antes que el ser, nos interesa el parecer el apantallar a los demás.
La tercera tentación es la del poder. El diablo le hizo ver la grandeza de todos los reinos del mundo y le dijo: “Te daré todo esto si te postras y me adoras” El poder se convierte en un ídolo, es el falso dios de este mundo que, junto con él da el tener y el prestigio y, ante el cual, muchos doblan las rodillas para obtener beneficios materiales derivados de él. La respuesta de Jesús debe ser la nuestra: “Retírate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él sólo servirás”. Cuando el diablo le ofrece los reinos de este mundo le ofrece dominio y poder. Si Jesús hubiera elegido ese camino ya no sería el Siervo humilde de Yahvé, que ofrece el Reino de Dios por el camino del amor, sino un Mesías político y temporal.
Algunos se quejan del por qué Dios nos ha hecho libres y luego coarta nuestra libertad con los mandamientos en lugar de dejarnos elegir las cosas a nuestro gusto. La verdad es que la libertad tiene sus condicionamientos. Dios sabe qué es lo que nos hace más personas, más humanos y más felices; pero estamos heridos por el pecado y el demonio aprovecha o provoca nuestras dudas para que no le creamos a Dios, sino que nos liberemos de sus mandamientos, supuestamente. Pero cuando hacemos esto, nos damos cuenta de que lo que pensábamos que era más libertad se nos ha convertido en una esclavitud.
Cuando el hombre sólo busca dinero, poder y honor, se aleja del proyecto de Dios. San Ignacio de Loyola comprendió muy bien esto y decía: “Que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, sino hacer la voluntad de Dios”. Así que la tentación es parte del plan de Dios para probar de que barro estamos hechos, para probar si vivimos como hijos de Dios o seguimos los criterios de los hijos de las tinieblas. San Agustín decía que: “Nuestra vida, en efecto, mientras dura esta peregrinación, no puede verse libre de tentaciones; pues nuestro progreso se realiza por medio de la tentación y nadie puede conocerse a sí mismo si no es tentado, ni puede ser coronado si no ha vencido, ni puede vencer si no ha luchado, ni puede luchar si carece de enemigo y de tentaciones”.
ORATIO ¿QUÉ LE DECIMOS AL SEÑOR?
Concédenos, Señor Dios todo poderoso, que conducidos por tu Espíritu vayamos al desierto espiritual de la cuaresma para encontrarnos contigo y con nosotros mismos, así como para conocer mejor nuestra identidad y misión y, aunque seamos probados por las asechanzas de satanás, no caigamos en la tentación, sino que salgamos más fortalecidos en la lucha contra el poder de las tinieblas.
Te pedimos Señor que, con la ayuda de tu Espíritu, en esta cuaresma, logremos descubrir el afán de riquezas que hay en nuestro corazón y que está por encima de nuestro ser. Ayúdanos a compartir nuestro pan material, líbranos del consumismo y concédenos abrir nuestro corazón y nuestras manos para ayudar a nuestros hermanos más necesitados.
Líbranos, Señor del deseo de apantallar y de impresionar. No permitas que caigamos en la falsedad y en el fariseísmo, sino que seamos auténticos y que nuestro ser interior se manifesté de una manera trasparente con nuestras palabras y con nuestras obras.
Líbranos del afán del poder que nos llena de orgullo y que oprime a nuestros semejantes. Concédenos, más bien, la gracia de la humildad, de manera que, sin hacer a un lado nuestras capacidades, valoremos, reconozcamos y dignifiquemos a nuestros hermanos.
OPERATIO ¿QUÉ NOS PIDE EL SEÑOR?
El Señor nos pide dejarnos conducir por su Espíritu Santo para que, adentrados en el desierto espiritual de la cuaresma, crezcamos en la experiencia de Dios, así como de nuestra más profunda identidad, vocación y misión y nos llenemos de fuerza espiritual para realizarla.
El Señor nos pide que no caigamos en la tentación del tener, que no pongamos por encima de nuestra vida y misión el afán de los bienes materiales. Nuestra mayor riqueza debe ser el Señor, su Reino y su Justicia. Lo más importante no es el tener, sino el ser.
El Señor nos pide que tengamos vida interior, espiritual y profunda que se manifieste al exterior por medio de nuestras palabras y de nuestras obras. El Señor no quiere que seamos sepulcros blanqueados, no quiere que parezcamos buenos, sino que lo seamos de verdad.
El Señor nos pide que no caigamos en la tentación del poder que, de manera soberbia, oprime y explota a los demás como si no fueran personas, sino cosas que se compran, se usan y se desechan. Líbranos, Señor de la tentación del tener, del poder y del placer. Nuestra vida exige discernimiento para detectar las trampas de Satanás. ¡No nos dejemos engañar! ¡Que así sea!
+ Mons. José Trinidad Zapata Ortiz
VIII Obispo de Papantla
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