Dios es el principio y el fin de todo lo creado: “Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin” (Ap 22, 13). Por gracia de Dios un año termina y comienza uno nuevo. El año lo vemos como un ciclo completo que tiene su principio y su fin. Nosotros tuvimos nuestro principio en este mundo y tendremos también nuestro fin. Entre nuestro principio y nuestro fin estamos abriendo y cerrando etapas, abriendo y cerrando años y hoy hemos llegado al fin de un año y al comienzo de otro.
Al final del año es común mirar hacia atrás para ver cómo nos fue. Seguramente que algunas cosas que queríamos hacer las hicimos, otras no fueron posibles. Seguramente que hubo cosas que no queríamos hacer y, a pesar nuestro, las hicimos. Es muy probable también que cosas no esperadas o deseadas ocurrieron en nuestra vida y pasaron dejando dolores, satisfacciones, enseñanzas y experiencias que nos han hecho madurar y entender mejor la vida como una lucha por alcanzar mejores logros humanos, materiales o espirituales que le den más sentido y plenitud a nuestra vida.
Ahora iniciamos un nuevo año, se abre una nueva página en el camino de nuestra vida. Quizá no es un nuevo reto, un nuevo desafío, porque seguiremos en el mismo lugar, con el mismo trabajo y con la misma gente, pero será una nueva oportunidad de renovarnos y renovar nuestras relaciones familiares, sociales y espirituales, así como una nueva ocasión para renovar, todo lo que hacemos o pensamos hacer. De esta manera, el año 2020, no sólo será un año nuevo, sino un año mejor. El año nuevo es una oportunidad de mirar con ojos nuevos lo que somos, con quien estamos y hacia dónde vamos y, por tanto, volver a soñar, planear y programar nuevas metas a corto, mediano y largo plazo teniendo en cuenta que la meta última y definitiva es el Señor. La vida es un camino. Vamos a reemprender el camino de la vida con valor, seguridad y confianza en nosotros mismos y en el Señor que dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14, 6).
Es posible que llevemos sobre nuestros hombros el dolor de lo sufrido en el año que se acaba y en nuestro corazón la esperanza de un año mejor. La esperanza nos pone en el camino del futuro que se acerca o en el camino hacia el futuro que nosotros queremos construir. En efecto, no se trata sólo de esperar que venga algo mejor, sino de desearlo y hacerlo posible con todo lo que esté de nuestra parte. ¡Dios está de nuestra parte! ¡Dios está a nuestro favor! Dios no es alguien que hizo el mundo, lo echó a andar y lo espera al final del tiempo y de la historia. Dios no es alguien que trabajó al principio y se puso a descansar después porque ya no había nada que hacer. En este sentido, Jesús dijo: “Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo” (Jn 5, 17), por tanto, siempre está creando o recreando. Bien se dice en el Apocalipsis “He aquí que hago nuevas todas las cosas” (Ap 21, 5). Si Dios hace nuevas todas las cosas, con mayor razón quiere hacer nuevas cosas por nosotros, con nosotros y en nosotros. ¡Esos son mis deseos! ¡Feliz y santo año nuevo 2020!
+ Mons. José Trinidad Zapata Ortiz
VIII Obispo de Papantla
No hay comentarios:
Publicar un comentario