La periodista que tuvo la primicia del siglo XX: el inicio de la Segunda Guerra Mundial
BBC Mundo
Elías García Navas
[12/10/15]
Clare
Hollingworth tenía menos de una semana trabajando como reportera en el diario
inglés The Daily Telegraph, cuando la enviaron a Polonia para averiguar más
detalles de las tensiones que desde ese país hacían eco en toda Europa.
La
decisión del diario no era un encargo menor. Por lo que Clare asumió la misión
con la determinación que posteriormente le merecería la admiración de todos sus
colegas.
Al
llegar a Polonia pidió a su viejo amigo y cónsul británico en Katowice, al sur
del país, John Anthony Thwaites, que le prestara su carro y su chofer para
trasladarse hasta la frontera y adentrarse en Alemania.
Ese
viaje cambiaría su historia, y lo que descubrió haría lo propio con el rumbo de
la humanidad.
Vienen los tanques
Aunque
la frontera estaba cerrada, los autos oficiales podían transitar libremente.
Logró
cruzar el límite, y comprar del lado alemán aspirinas, vino y otras cosas que
ya eran difíciles de encontrar en Polonia. Era el 29 de agosto de 1939.
Cuando
se desplazaban de regreso a territorio polaco, pudo detectar repentinamente una
amplia formación de tropas alemanas, incluyendo tanques y vehículos blindados,
ocultos en un valle tras la frontera.
Con
la adrenalina y la desesperación de saberse con la noticia de su vida, de
inmediato se movilizó de regreso a su hotel para reportar la información.
Cuando
le devolvió el auto al cónsul le dijo: "Tengo una muy buena historia. Los
tanques están alineados y listos para invadir Polonia". Thwaites no dijo
nada, pero envió de inmediato un mensaje secreto a la cancillería británica.
Clare
se comunicó con el corresponsal del Telegraph en Varsovia, Hugh Carleton Green,
y le dio toda la noticia. "1.000 tanques reunidos en la frontera polaca.
10 divisiones listas para dar un rápido golpe", fue el título del
periódico.
Cabe
recordar que en ese momento, las grandes potencias mundiales de ese entonces,
en particular Reino Unido, sostenían intensas negociaciones con Alemania para
evitar el inicio de un conflicto bélico de proporciones impensables.
Tres
días después, se comunicó con Robin Hankey, secretario de la embajada en la
capital polaca.
Le
gritó "¡comenzó la guerra!", pero Hankey no le creyó. "Todavia
están en negociaciones", le dijo el funcionario.
Fue
entonces cuando Clare sacó el auricular por la ventana de su habitación para
que escucharan el sonido de los tanques alemanes entrando a la ciudad.
Ese
fue el primer reporte sólido que el mundo obtuvo de las verdaderas intenciones
de Adolfo Hitler. Ahí comenzó la Segunda Guerra Mundial.
De la granja a la guerra
Clare
nacio en Knighton en 1911, en la región central de Inglaterra, y su familia se
mudó a una granja durante los primeros años de la guerra.
Su
padre no era un soldado, pero le inculcó su pasión por la historia militar. Solía
llevarla a los campos de batallas en Inglaterra y describirle
minuciosamente cómo están plantados los ejércitos, cuál fue la estrategia, los
errores, por qué se habían producido esos conflictos.
Eso
le permitió tener la visión de que la guerra era la extensión de la política, y
evidenciaba las fallas de los estadistas para mantener la paz.
Desde
el principio le gustaron los libros y escribir. También supo con claridad que
la vida de granjera no era para ella.
Comenzó
a trabar como secretaria en la Liga de las Naciones Unidas, en Worcestershire,
y ganó una beca para estudiar la cultura eslava en la Universidad de Londres, y
luego otra para aprender croata en la Universidad de Zagreb.
En
1936 se casó, pero el rol de esposa tampoco estaba en sus planes, y dos años
más tarde terminó en Varsovia, trabajando en una organización que apoyaba a los
miles de judíos, católicos, comunistas y socialistas que huían del avance de
los nazis en Europa oriental.
Durante
una visita a Londres, conoció a Arthur Watson, editor del Daily Telegraph,
quien había leído algunos de sus trabajos publicados.
Constatando
su conocimiento de Polonia, Watson tuvo entonces la afortunada idea de
contratarla como corresponsal en Katowice. El resto es literalmente historia.
"Me gusta estar en
la guerra"
Con
semejante estreno como corresponsal extranjera, y en ese periodo, la guerra fue
un escenario natural para Clare.
"Debo
admitirlo. Me gusta estar en la guerra. No sé por qué, porque no soy
valiente", le dijo en una entrevista años a tras al periódico donde hizo
historia, The Telegraph.
Después
de la Segunda Guerra Mundial, estuvo presente en diferentes conflictos siempre
con sus dos armas inseparables: su cepillo de dientes y la máquina de escribir.
Se
habituó rápido al peligro. En julio de 1946, cuando cubría los conflictos en
Israel, estuvo a unos 270 metros del Hotel King David, en Jerusalén, cuando
estalló una bomba que mató a 91 personas.
Luego vendrían las
guerras en Argelia, India y Vietnam.
Terminó
su carrera como corresponsal en China, donde dejaría el Telegraph cuando
cumplió 70 años, aunque nunca se desligó del mundo informativo.
Charles
Moore, antiguo editor del Daily Telegraph, la describe como "una de
las grandes reporteras del siglo 20, una leyenda del periodismo y una pionera
para las mujeres reporteras".
John
Simpson, el veterano corresponsal de la BBC, comentó a The Guardian que
"Clare tuvo un extraordinario impacto en el periodismo", y agregó que
entre sus grandes historia figuraba haber hecho la primera entrevista al Sha de
Irán, y la útima, luego que fuera derrocado.
También
es descrita como alguien con una vida personal muy reducida, que sólo ha vivido
para trabajar.
Una
vez le confió a un periodista de The Guardian que "trabajo todo
el tiempo. Durante el día estoy reporteando, y en las noches y fines de semana
escribo libros. Tengo muy poco de vida privada. En realidad estoy más
interesada en mi trabajo, que en mi vida privada".
El lugar más peligroso
Aunque
vivió una vida de peligro y riesgos mortales, este 10 de octubre cumple
104 años.
Hoy
está prácticamente ciega.
En
una entrevista en el 2011 le comentó al periódico The Guardian que
había dejado uno de sus "hábitos característicos" (dormir en el piso,
según decía para no "ablandarse" con comodidades que no tendría en
los sitios donde solía ir reportear).
Una
suerte de ataque debilitó seriamente su salud, por lo que anda acompañada de
una enfermera, quien comenta que Caire no deja de escuchar las noticias que
transmite la BBC.
Asiste
a las reuniones del Club de Corresponsales Extranjeros en Hong Kongcon
regularidad. En el 2011, cuando cumplió 100, le hicieron un extraordinario
agasajo con unos 150 invitados.
"Mi
madre tuvo una idea negativa del periodismo, como si fuese un oficio, no una
profesión. Nunca creyó nada de lo que escribían los periodistas", cuenta
Clare aThe Telegraph.
Sin
embargo, el periodismo y el riesgo parecen haber sido la fuente de su vigor.
Al
preguntarle si la llamaran de alguna redacción para que cubriera una historia,
cuál elegiría, contestó: "Miraría los periódicos y diría: ¿cuál es el
lugar más peligroso en este momento? Porque ahí siempre se encuentran buenas
historias".
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