La fe facilita la reconciliación
*El perdón unifica la familia
Pbro. José Martínez Colín
Una de las causas de mayor
conflicto entre los esposos, incluso llegando a propiciar querer el divorcio,
es la falta de perdón entre los cónyuges. Cada uno espera que sea el otro quien
pida perdón, espera que sea el otro cónyuge quien dé el primer paso y reconozca
su culpa.
A veces también se da que, incluso, aún en el caso de que uno pida
perdón, no se lo concedan: “Cuántas familias divididas por no perdonarse:
¡cuántas familias! Hijos alejados de sus padres, marido y mujer alejados… es
tan importante pensar en esto: si yo no perdono no tengo, parece que no tengo
derecho ‑parece‑ de ser perdonado o no he entendido qué cosa significa que el
Señor me haya perdonado”, indicó el Papa Francisco.
Luego señaló que todos los
cristianos deberían saber perdonar “siempre”. Recordó que Jesús invita a
hacerlo “siete veces en un día” si quien nos ha hecho una falta nos los pide
arrepentido. Perdonar incluso “setenta veces siete”, significando que ha de ser
siempre. Jesús quiere “hacernos entender la importancia del perdón”, porque un
cristiano que no es capaz de perdonar, no es cristiano. Hay que aprender a
pedir perdón y a saber darlo siempre.
En una ocasión presentaron en la
televisión a un palestino, cuyos hijos habían muerto
"accidentalmente" durante un ataque israelí, y que ahora inauguraba
una fundación para promover el entendimiento entre árabes e israelíes.
Le preguntaron por qué colaboraba
y respondió: "Precisamente porque mis hijos están muertos. Ya no tengo
ninguna responsabilidad hacia ellos, sino hacia los que viven. Quiero
asegurarme de que esto no vuelva a ocurrir. Quiero predicar con el amor y no
con el odio".
El Papa Francisco nos
recuerda que “debemos perdonar, porque somos perdonados. Y esto está en el
Padre Nuestro: Jesús nos lo ha enseñado ahí. Y esto no se entiende en la lógica
humana que te lleva a no perdonar, a la venganza; te lleva al odio, a la
división”.
Por eso los discípulos le
pidieron al Señor: ‘Auméntanos la fe’. Y es que solamente con la luz de la fe
podemos hacerlo: “De la fe en un Padre misericordioso, de un Hijo que ha dado
su vida por nosotros, de un Espíritu que está dentro de nosotros y nos ayuda a
crecer, la fe en la Iglesia, la fe en el pueblo de Dios, bautizado, santo. Y
esto es un don, la fe es un regalo. Ninguno con los libros, asistiendo a
conferencias, puede tener la fe. La fe es un regalo de Dios que te dan y por
esto los apóstoles pedían a Jesús: ‘Auméntanos la fe’”, concluyó.
San Josemaría nos invita a
considerar el perdón de Dios para agradecérselo y corresponder: “Qué deuda la
tuya con tu Padre ‑Dios!‑ Te ha dado el ser, la inteligencia, la voluntad...;
te ha dado la gracia: el Espíritu Santo; Jesús, en la Hostia; la filiación
divina; la Santísima Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra; te ha dado la
posibilidad de participar en la Santa Misa y te concede el perdón de tus
pecados, ¡tantas veces su perdón!; te ha dado dones sin cuento, algunos
extraordinarios...
‑Dime, hijo: ¿cómo has
correspondido?, ¿cómo correspondes?” (Forja n.11).
Al igual que los apóstoles,
habría que incluir en nuestras oraciones diarias una petición para que el Señor
aumente nuestra fe.
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