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Ataque a sinagoga en Jerusalén deja seis muertos.



Jerusalén.- Al menos cuatro civiles israelíes han muerto esta mañana en el ataque a una sinagoga y una yeshiva (escuela talmúdica) contiguas en Har Nof, al oeste de Jerusalén. Los dos agresores, armados con pistolas, hachas y cuchillos, murieron a manos de la policía poco después, según ha confirmado el portavoz policial Micky Rosenfeld, que consideraba el incidente "un ataque terrorista". Los grupos radicales palestinos Hamás y la Yihad Islámica han celebrado el atentado y llamado a más acciones similares. 

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha dicho que responderá al atentado "con puño de hierro", y ha añadido que para ello se reunirá con altos cargos de seguridad esta tarde. "Esto es el resultado directo de la instigación de Hamás y Abu Mazen [el presidente palestino Mahmud Abbas], una instigación que la comunidad internacional ignora de forma irresponsable", reza un comunicado de Netanyahu. Abbas ha respondido con otra nota de prensa en la que condena el crimen explícitamente, algo que había evitado hacer hasta ahora ante la multitud de incidentes violentos que se vienen sucediendo en Israel en las últimas semanas.

Tres de los fallecidos en el ataque contaban con pasaporte estadounidense, como se han apresurado en subrayar los medios de comunicación de Washington, y un cuarto era británico. Todos ellos eran rabinos que emigraron a Israel desde sus respectivos países. El diario Yedioth Ahronoth afirma que los atacantes entraron al complejo en el que se alojan los dos edificios religiosos poco antes de que comenzase el rezo de las siete de la mañana. Llegaron al recibidor, donde se halla una sinagoga pequeña de uso diario y cargaron contra las docenas de fieles presentes. Dos policías de tráfico fueron los primeros en presentarse por separado al templo. Cuando un tercer agente se les unió, comenzó un tiroteo en el que murieron los dos atacantes y uno de los policías fue gravemente herido. Además de las víctimas mortales, en total ocho personas han sido heridas, cuatro de ellas de gravedad. La policía aún no lo ha confirmado, pero los vecinos sostienen que los atacantes eran árabes que trabajaban en la zona, uno como limpiador del edificio religioso, y el otro en un supermercado de la calle paralela. El coche en el que llegaron a Har Nof, un Skoda blanco, ha sido analizado por la Policía en busca de huellas.

La sinagoga y la yeshiva se ubican en el edificio Gabriel Safdié, en la calle Har Shimon Agassi. Abraham, un joven venezolano residente en la zona desde hace diez años, sostiene que han elegido esta calle para atacar porque “aquí no ha llegado la vigilancia extra impuesta en otros sitios de Jerusalén”, casi tres mil agentes desplegados tras los últimos atentados y altercados religiosos en la Explanada de las Mezquitas (o Monte del Templo para los judíos). “Aquí no había patrullas ni gente armada. Era un lugar fácil”, se duele.
Alida, una adolescente nacida en Har Nof, explica que ha salido a la calle al escuchar los gritos de los fieles. Reside frente a la sinagoga. Su padre ha visto lo ocurrido y se ha escondido en casa “corriendo”. “Es la primera vez que pasa algo así en este barrio. Hasta ahora me sentía segura”, explica.

Enfrentamientos en puntos conflictivos

El despliegue policial en el barrio es poco llamativo a esta hora, después de que en un principio se pensara que podría haber un tercer agresor en la zona. Hay psicólogos de apoyo, pero los vecinos se muestran calmados y rechazan sus servicios. Tan solo un pequeño grupo ha comenzado a lanzar gritos de “muerte a los árabes” en la puerta de la sinagoga. Fuentes que cita el diario Haaretz aseguran que los agresores eran primos, y que la policía israelí se dirigió tras el atentado a sus domicilios en un barrio de Jerusalén Este y los registró. La presencia policial ha provocado enfrentamientos con vecinos palestinos, incluidos lanzamientos de piedras y nueve arrestos. Para evitar que estos incidentes se extiendan a los puntos más conflictivos del país, las fuerzas armadas israelíes se han desplegado con equipos antidisturbios. A pesar de ello, en los alrededores del asentamiento de Yitzhar y la localidad de Urif se han enfrentado unos 200 palestinos y 50 colonos que la policía ha disuelto con granadas de gas.

La policía y los medios desde el principio han considerado el ataque a la sinagoga un atentado terrorista. Poco después, la edición digital del Yedioth Ahronoth reproducía un comunicado en el que el grupo radical palestino Hamás (considerado una organización terrorista por la Unión Europea y Estados Unidos) lo celebraba. La nota argumenta que es una venganza por la muerte del conductor de autobús Yusuf Hassan al Ramuni, que fue hallado el domingo por la noche ahorcado en una terminal de autobús de Jerusalén. La policía asegura que se suicidó, lo que confirmó luego la autopsia, que la familia rechaza. También añade Hamás que el ataque es una respuesta a los "actuales crímenes israelíes en Al Aqsa", la Explanada de las Mezquitas, y llama a nuevas acciones.

El incidente en la sinagoga se produce tras varias semanas de tensión en Jerusalén entre israelíes y palestinos tras una serie de atropellos terroristas y ataques a judíos que se han cobrado cinco vidas en el último mes. Una docena de palestinos, incluyendo los perpetradores de los ataques, han muerto durante la ola de violencia. El miedo a un gran levantamiento palestino, una tercera Intifada, ha enraizado en Israel y la comunidad internacional desde que comenzaron las agresiones. Inglaterra y Francia han sido de los primeros en execrar el ataque. La alta representante de la Unión Europea para la Política Exterior, Federica Mogherini, se ha sumado a la condena, advirtiendo de que "la falta de progresos hacia una solución [del conflicto palestino-israelí] basado en [la existencia de] dos Estados asegurará de forma automática la siguiente etapa de violencia". El secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, lo ha descalificado como un acto de "puro terror" y ha exigido a los líderes palestinos que lo condenen.

Mientras la indignación y la exigencia de medidas coercitivas aumentan entre los sectores más radicales israelíes, la Oficina del alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha recordado al Gobierno que cualquier respuesta al ataque tiene que respetar la ley internacional. El portavoz de la Oficina, Rupert Colville, pidió a las autoridades israelíes que "se contengan, que no realicen actos punitivos colectivos, como demoler casas, y que tengan en cuenta las posibles consecuencias inflamatoria de sus actos".

Por ejemplo, Uri Maklef, viceportavoz de la Knesset (Parlamento) y miembro de Judaísmo Unido de la Torá –el partido al que pertenece el rabino de la congregación atacada- ha pedido mano dura contra los terroristas, exigiendo que “pedirle al Gobierno y a las fuerzas de seguridad una nueva manera de pensar”, ya que los llamamientos a la calma "no han servido". “Hay que restringir en algún modo los movimientos de los árabes de Jerusalén”, añade. Otras voces han reclamado redadas en el barrio de los supuestos atacantes y la demolición de sus viviendas. El ministro del Interior israelí,  Yitzhak Aharonovitch, ha anunciado que estudia permitir que los militares y guardias de seguridad tengan permiso para portar sus armas cuando no estén de servicio.

Fuente: ElPais.come

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