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Aumenta pobreza infantil en países ricos; son 76.5 millones.

Estados Unidos.- “En los países más castigados por la recesión, los niños son los que más están sufriendo las consecuencias y los que más padecerán por más tiempo”. Esta es la alerta que lanza Unicef en su informe Los niños de la recesión, presentado este martes, en el que describe cómo ha afectado la crisis económica global a los más pequeños de 41 países ricos de la OCDE y la Unión Europea. La conclusión es que son el grupo social más perjudicado: 76,5 millones viven por debajo del umbral de la pobreza de sus respectivos países, 2,6 millones más que en 2008.

El golpe ha sido, sin embargo, menos fuerte en los países con una mayor solidez de los sistemas de protección social previos a la crisis y donde se han tomado, con posterioridad, decisiones políticas encaminadas a reforzar la seguridad de la infancia. “Es digno de mención que en esta crisis social sin precedentes muchos países hayan logrado limitar e incluso reducir la pobreza infantil”, subraya el documento. Esa disminución ha ocurrido en 18 de los 41 estados analizados por Unicef, en los que hay cuatro millones de niños pobres menos en 2012 respecto a 2008. 

Encabezan esa mejoría Chile, Polonia y Australia. En los 23 países restantes ha ocurrido lo contrario y ha aumentado el número de pequeños que viven por debajo del umbral de la pobreza (con menos del 60% de los ingresos medios nacionales). En total, 6,6 millones más. En este grupo está España que, con un incremento de 8,1 puntos en cuatro años, tiene un 36,3% de los menores (2,7 millones) en situación precaria. Solo Grecia (40,5%) y Letonia (38,2%) cuentan con una mayor proporción de sus pequeños en riesgo.

 “España está en una posición preocupante”, advierte Marta Arias, directora de sensibilización y políticas de Unicef. En su opinión, el Estado no ha sido capaz de proteger a los menores como sí hace con los mayores de 65 años que, gracias al respaldo público, han sorteado el temporal. Ni antes, ni después de la debacle económica. “Previamente no había políticas arraigadas centradas en los niños; la inversión en el sistema de protección a la familia y la infancia no era ni es suficiente ni eficiente”, indica. Ni aun cuando el Gobierno ha anunciado una partida de 32 millones para luchar contra la pobreza infantil —11,8 euros por niño en riesgo al año— en los Presupuestos Generales de 2015. Así lo cree Arias, y también Ana Sastre, directora de sensibilización de Save the Children, quien recuerda que el gasto público dedicado a las familias con hijos es “muy inferior” a la media europea: un 1,4% del PIB frente al 2,3% en la eurozona. Por eso, la ONG ha pedido al Gobierno que aumente ese porcentaje al 2% del PIB.

Esta es una de la batería de medidas que proponen las ONG y Unicef, y que deberían ser recogidas en un hipotético Pacto de Estado para la Infancia que vienen reclamando en los últimos meses.
“No basta con generar empleo para proteger a los niños”, afirma Arias. La experta destaca que reducir las cifras del paro como solución universal para salir la crisis no resolverá el problema de la abultada pobreza infantil en España. Aunque afecta predominantemente a menores en hogares con todos sus miembros sin trabajo, tenerlo tampoco es garantía de no padecer miserias.
“Hablamos de los trabajadores pobres. Y tener hijos aumenta el riesgo de serlo”, indica Arias.
Según el estudio, tener uno o dos descendientes incrementa del 7% al 11% las posibilidades de estar empleado y aun así vivir por debajo del umbral de la pobreza, pues las necesidades económicas en hogares con niños son un 40% superiores a los compuestos solo por adultos. El riesgo es todavía mayor si se trata de familias monoparentales, numerosas o inmigrantes, abunda el documento.

El desplome del empleo, los salarios y las ayudas públicas han hundido los ingresos en los hogares arrojándoles por debajo del umbral de la pobreza, denuncian los autores. En España el paro alcanza a casi el 24% de la población activa, los sueldos han bajado una media de un 2% anual desde 2008, según datos recientes de la OCDE, se han suprimido importantes subvenciones para los niños, como la prestación universal por nacimiento (el cheque bebé), y se ha recortado la asignación por hijos menores de tres años sujeta a la evaluación de los recursos, apunta Unicef.

Pero la pobreza no es el único indicador que sube. La Encuesta Mundial de Gallup, recogida en el informe de Unicef, revela que en 29 de los 41 países analizados aumenta el porcentaje de personas que afirman no disponer de dinero suficiente para comprar alimentos para sí mismos y sus familias. “Desde 2008, se ha duplicado con creces la tasa de quienes no pueden permitirse adquirir carne o pescado cada dos días en Estonia, Grecia e Italia”, se lee en el documento.

Así, Unicef advierte que también aumenta la cantidad de niños que sufren privaciones materiales graves —viven en familias que no pueden pagar la hipoteca, mantener la casa caliente, afrontar gasto inesperados o comer proteínas con regularidad, entre otros elementos—. En los 30 países de la UE estudiados había 11,1 millones de menores con ese tipo de carencias en 2012, 1,6 millones más que en 2008. “Con incrementos sin precedentes en cuatro países: España, Grecia, Italia y Reino Unido”, detalla el texto. Mientras que otros, como Alemania o Polonia han reducido el dato: conjuntamente cuentan con 300 mil  niños menos en esa situación.

Combinados los datos de pobreza y privaciones materiales, se observa que sube el número de niños que sufren ambas circunstancias. Destaca el ejemplo de Grecia. Entre los 23 millones de pobres y los 10,4 con privaciones, 6,1 millones estaban en ambas listas en 2008. Cuatro años después, con 40,5 millones de menores pobres y 20,9 con privaciones, 18 millones eran ambas cosas. Son 11,9 millones más.

No es casualidad, advierten los investigadores, que los peores datos se registren mayoritariamente en el sur de Europa, donde se han realizado importantes ajustes fiscales y recortes en prestaciones sociales. “Los países de la OCDE y muchos otros dieron el paso de adoptar paquete de estímulo en la fase inicial de la crisis. No obstante, la persistencia de la recesión provocó una caída de los ingresos nacionales y un aumento significativo del déficit, y la creciente presión de los mercados financieros obligó a muchos gobiernos a efectuar recortes presupuestarios. El giro fue especialmente abrupto en la eurozona”, analiza el organismo.

Frente a las políticas de austeridad en general y para la protección de la infancia en particular, países como Chile, Japón o Suecia reforzaron el sistema de protección, e incrementaron las ayudas o aprobaron nuevas. Así, Unicef alaba la decisión del país latinoamericano de subir la bonificación por maternidad, así como la asignación familiar a las que están en situación de pobreza extrema. Ha reducido así su tasa de pobreza infantil en 8,7 puntos, pasando del 31,4% en 2008 a 22,8 en 2012. “Gastó el doble que México, que partía de una situación parecida, en el paquete de estímulo”, compara el documento. Por eso, continúa, el país centroamericano ha visto incrementado su porcentaje de menores en riesgo de 29,3% a 34,3% (cinco puntos más).

Estos son solo uno de los ejemplos que prueban, según Arias, que aquellos que han invertido en los niños han evitado que caigan en la pobreza o incluso les han sacado de ella. “Pero no solo se trata de tomar medidas paliativas y dar ayudas”, sostiene. En su opinión, se tiene que abordar un proyecto “más ambicioso” que simples subvenciones para la protección a la infancia.
En este sentido, Sastre, de Save the Children, pide que las políticas de vivienda, fiscales, educativas y las relacionadas con la salud tengan a los niños en el centro y se mida el impacto de las decisiones en estos capítulos sobre la vida de los menores. “Faltan estudios y datos”, se queja.

En este sentido, Violeta Assiego, analista de Metroscopia experta en Derechos Humanos y vulnerabilidades sociales, afirma que además hacen falta encuestas y estadísticas sobre cómo la situación de exclusión afecta a los niños y lo hará a la sociedad en el futuro. “En términos laborales, pero también de convivencia”, apostilla.

“Más allá del nivel de ingresos y empleo, la recesión ha repercutido en otras dimensiones importantes de la vida de una persona. Entre 2007 y 2013, la sensación de estrés aumentó en 18 de 41 de los países, según una serie de indicadores medibles como el acceso a los alimentos y la satisfacción vital”, apunta Unicef en su investigación. En Grecia, por ejemplo, el porcentaje de encuestados que declaró haber sufrido estrés el día anterior pasó del 49% en 2006 al 74% en 2013. Los niños no son ni mucho menos ajenos. “Se estresan y preocupan mucho cuando sus padres afrontan una situación de desempleo o pérdida de ingresos”, afirma el organismo.

Las consecuencias de no abordar con profundidad este problema pueden ser, según los expertos, devastadoras. Y lamentan que no forme parte de la “agenda dura” de la mayoría de los gobiernos en los países económicamente avanzados. En España, no confían en que vaya a ser un asunto prioritario a debatir en la yincana de elecciones que se celebrarán en 2015. Según Assiego la pobreza infantil ha entrado todavía poco en el debate público y "de una manera muy paternalista, sin tratar realmente a los niños como sujetos de derechos”. Eso, cuando no se aborda como si se tratara de una broma, como sucedió en el Parlamento español en el último debate en torno a los Presupuestos Generales cuando el líder socialista, Pedro Sánchez, arrancó las risas de la bancada popular al mencionar la pobreza infantil, seguida de un sonoro (y doloroso) "ooohhh".

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