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Paz en pausa: el conflicto Israel-Palestina cierra el año sin avances reales

Acuerdos ambiciosos, pero sin voluntad política para cumplirse: Cecilia Mendoza Flores
Israel, a 30 de diciembre de 2025.- A más de dos años y dos meses de haberse alcanzado un acuerdo parcial de paz, el conflicto entre Israel y Hamás continúa sin avances sustanciales, de acuerdo con la internacionalista Cecilia Mendoza Flores, los compromisos planteados eran ambiciosos, pero imposibles de concretarse sin voluntad política real de ambas partes.

Mientras se cruzan acusaciones por la violación del acuerdo, la población palestina enfrenta una grave crisis humanitaria marcada por el desplazamiento forzado, condiciones climáticas extremas y la persistencia de la violencia.

Un acuerdo que no logró detener el conflicto

Aunque Hamás entregó el pasado 7 de octubre a una parte importante de las personas que mantenía secuestradas desde hace más de dos años, este gesto no significó un avance tangible en las negociaciones de paz. Por el contrario, tras el acuerdo parcial, el conflicto armado se mantiene activo, con acusaciones mutuas: Israel señala a Hamás de incumplir lo pactado, mientras que Hamás responsabiliza a Israel de hacer lo mismo.

Para Mendoza Flores, este estancamiento evidencia que los acuerdos carecen de mecanismos sólidos de cumplimiento y de una voluntad política genuina para poner fin a un conflicto histórico profundamente arraigado.

Crisis humanitaria y desplazamiento forzado

La especialista subrayó que el paso del tiempo agrava la situación de la población palestina, especialmente por las condiciones geográficas del territorio. Al estar ubicado en una zona desértica, las temperaturas extremas golpean con fuerza: calor intenso durante el día, frío severo por la noche, lluvias atípicas e incluso inundaciones, lo que incrementa la vulnerabilidad de miles de familias.

A ello se suma la presencia de israelíes ultraortodoxos en zonas de Cisjordania, quienes —según denuncias— llegan para desalojar a comunidades palestinas y reubicarlas en otros puntos, generando un problema aún más grave: el desplazamiento forzado de personas, una práctica que profundiza la crisis social y humanitaria en la región.

Hamás debilitado, pero aún armado

Cecilia Mendoza explicó que, aunque Hamás se encuentra visiblemente debilitado, continúa operando a través de facciones de milicianos, muchas veces civiles que toman las armas para defender a sus comunidades. Este factor impide una desmovilización total y mantiene latente la violencia.

Uno de los puntos centrales del acuerdo establece que Hamás debe abandonar las armas y el poder político, situación compleja si se considera que Palestina se encuentra dividida en dos administraciones:
Gaza, anteriormente gobernada por Hamás.
Cisjordania, bajo el control de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), liderada por Mahmud Abbas.

Sin embargo, los acuerdos plantean que ni Hamás ni la OLP tendrían injerencia en los nuevos gobiernos, algo que Hamás rechaza abiertamente al significar su salida definitiva del escenario político y militar, razón por la cual mantiene resistencia a dejar las armas.

Soberanía en entredicho y rechazo internacional

Otro punto polémico es la propuesta de que el territorio palestino sea gobernado por un gobierno de coalición, lo que, según Mendoza Flores, resulta inaceptable para cualquier Estado formalmente reconocido ante la Organización de las Naciones Unidas.

“Esto rompe la soberanía y la legalidad de los acuerdos”, señaló la internacionalista, al advertir que dichos planteamientos parecen diseñados para facilitar la entrada de Estados Unidos, Israel e incluso empresas privadas a territorio palestino, sin considerar el destino ni los derechos del pueblo palestino, una de las civilizaciones más antiguas de la región.

Un conflicto que trasciende lo religioso

Mendoza Flores aclaró que, si bien alrededor del 90 por ciento de la población palestina es musulmana, existe un profundo respeto hacia la figura de Jesús, a quien consideran un profeta importante. Del lado judío, explicó, el enfoque es más académico y territorial, centrado en los orígenes bíblicos, pero el conflicto va más allá de la religión.

Se trata, enfatizó, de un problema de territorio y de reconocimiento de derechos fundamentales, ya que los palestinos llegaron al mismo tiempo —o incluso antes— que los israelíes, por lo que merecen garantías básicas como seguridad, vivienda y acceso a alimentos.

Un futuro inmediato sin esperanza de solución

Tras múltiples intentos fallidos, la internacionalista fue contundente: el conflicto no concluirá en el corto plazo. No existe voluntad política ni por parte de Hamás, que no dejará las armas hasta que se cumplan sus exigencias, ni por parte del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.

Bajo este escenario, el conflicto podría extenderse al menos durante la primera mitad del próximo año, con un saldo lamentable de miles de muertes, incluyendo mujeres, niños y civiles que no debieron perder la vida.

El cierre de año encuentra a Palestina en las mismas —o peores— condiciones que en periodos anteriores, confirmando que, mientras no exista voluntad política real, la paz seguirá siendo una promesa lejana para un pueblo que continúa pagando el costo más alto del conflicto.

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