Noticias

Mujeres migrantes tejen una nueva vida en México a través de una cooperativa textil con impacto social

De Venezuela a México: resiliencia, oficio y comunidad como motor de un emprendimiento femenino
Estados Unidos, a 15 de diciembre de 2025.- Lo que comenzó como un pequeño taller artesanal en Venezuela hoy se ha convertido en una cooperativa textil integrada por mujeres migrantes latinoamericanas que, desde México, construyen un modelo de trabajo digno, solidario y con impacto social, respaldado por empresas comprometidas con la producción ética.

Del taller artesanal al camino migrante

Durante años, el sonido de las máquinas de coser marcó la rutina de Xiomara Rivas en su taller artesanal en Venezuela, donde elaboraba muñecas y piezas decorativas que llegaban a hogares de turistas en la región del Pico Bolívar. Para ella, el trabajo manual no solo era un sustento económico, sino una fuente de satisfacción personal y orgullo.

Sin embargo, la compleja situación social y económica del país la obligó a migrar. Primero siguió a sus hijas a Colombia y, posteriormente, a México, un país que describe como vasto y lleno de oportunidades, pero también de desafíos. Con 68 años y una determinación inquebrantable, Xiomara decidió comenzar de nuevo.

Nace una cooperativa de mujeres migrantes

Lejos de rendirse, Xiomara encontró una nueva oportunidad al integrarse a una cooperativa conformada por mujeres artesanas provenientes de Venezuela, Guatemala, Haití y Perú. Unidas por experiencias similares de migración, estas mujeres decidieron sumar talentos y conocimientos para crear una empresa textil dirigida por y para mujeres.

El proyecto no solo busca generar ingresos dignos, sino también ofrecer capacitación, autonomía y un espacio seguro donde las participantes puedan desarrollarse personal y profesionalmente. Cada pieza que elaboran —principalmente artículos de macramé— refleja historias de resiliencia, identidad y renovación.

Alianzas que fortalecen el modelo ético

La iniciativa encontró un aliado clave en Básicos de México (BSCS), una empresa socialmente responsable que promueve la moda ética y la producción justa. Con su acompañamiento, la cooperativa ha logrado consolidar un modelo flexible de trabajo que permite a las mujeres combinar la producción artesanal con el cuidado de sus familias.

A esta cadena de apoyo se sumó IKEA México, que comercializa las piezas artesanales en sus tiendas de Ciudad de México, Puebla y Guadalajara. Esta alianza ha permitido dar visibilidad al trabajo de las artesanas y asegurar un flujo constante de pedidos que se traduce en estabilidad económica.

Trabajo con autonomía y sentido

Cada semana, las integrantes se reúnen en el estudio de BSCS para coordinar actividades, compartir ideas y distribuir materiales, mientras que la producción se realiza principalmente desde sus hogares. Este esquema respeta la autonomía de las mujeres y reconoce sus múltiples roles.

Para Valerie Benatar, cofundadora de BSCS, el compromiso y la calidad del trabajo reflejan el talento y la responsabilidad del grupo. Historias como la de Grace, una artesana venezolana de 44 años con formación en diversas áreas, muestran cómo el proyecto se convierte en un espacio de crecimiento integral.

“Cada producto tiene un propósito y una historia”, afirma Grace, convencida de que el trabajo artesanal aporta calidez y sentido a los hogares, al tiempo que dignifica a quienes lo elaboran.

No hay comentarios