Crisis del maíz criollo en Veracruz: campesinos resisten ante baja rentabilidad y falta de apoyos
Expertos alertan que el abandono del campo amenaza la preservación de semillas nativas
Veracruz, a 16 de noviembre de 2025.- En municipios veracruzanos como Ayahualulco, cada vez menos campesinos continúan sembrando maíz criollo, cultivo que ha perdido rentabilidad y depende del autoconsumo. Productores, especialistas y representantes campesinos coinciden en que la falta de apoyos gubernamentales, los bajos precios y la desigual competencia con maíz importado han llevado al campo veracruzano a una situación crítica.
La siembra que resiste: productores a contracorriente
En gran parte de Veracruz, el maíz criollo se mantiene vivo gracias a un número cada vez menor de campesinos que siembran más por tradición y autoconsumo que por ingresos económicos.
Belén Pedraza Cortés, productora de maíz y transformadora de alimentos derivados del grano, explica que la baja rentabilidad ha provocado que muchos abandonen el cultivo.
A los pequeños agricultores, intermediarios les compran el maíz hasta en 7 pesos por kilogramo, un precio que impide generar ganancias. Ante ello, Pedraza impulsó el proyecto Maízaya, que compra maíz criollo a productores de Veracruz, Tlaxcala y Estado de México, pagándoles alrededor de 15 pesos por kilogramo para reconocer el valor real de su trabajo.
“Cada vez somos menos. El gobierno no aprecia lo que significa ser campesino”, afirma la productora, quien elabora tortillas, tostadas, totopos, pinole y galletas utilizando exclusivamente semillas nativas.
El valor cultural del maíz nativo
El maíz criollo es más que un cultivo: es identidad, memoria y alimento sagrado para las comunidades veracruzanas.
En regiones como Ayahualulco o Coatepec, preservar estas semillas significa mantener vivas tradiciones agrícolas que se encuentran hoy en riesgo.
Los productores señalan que la falta de valoración institucional ha frenado proyectos para ampliar la siembra y asegurar su conservación.
Pequeños molinos en Xalapa y otros municipios intentan sostener esta cadena productiva, pero lo hacen con enormes limitaciones. Para muchas familias, trabajar el maíz sigue siendo herencia y orgullo, aunque ya casi no sea un modo de vida sostenible.
Un rendimiento desigual: la brecha entre estados
Datos del Sistema de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) reflejan la disparidad nacional:
Sinaloa alcanza 12.2 toneladas por hectárea,
Mientras Veracruz apenas llega a 2.5 toneladas por hectárea.
Esta diferencia se explica por la infraestructura de riego, la inversión tecnológica y la programación de la producción, elementos que están ausentes en gran parte del campo veracruzano.
En el ciclo otoño-invierno 2024, Sinaloa aportó 65% del volumen nacional de maíz blanco; Veracruz, solo 11%.
La falta de apoyos y la política agrícola cuestionada
Para Israel Castillo Cano, ingeniero agrónomo de la Universidad Autónoma Chapingo y asesor en mercados internacionales, la problemática actual requiere una intervención inmediata del gobierno federal.
Explica que México opera con dos ciclos productivos —primavera-verano y otoño-invierno— siendo este último el más importante para la producción de maíz blanco. Sin embargo, mientras estados como Sinaloa tienen rendimientos altos gracias al riego, Veracruz se mantiene en valores muy bajos.
“Los funcionarios calculan mal los precios del maíz nacional. Ignoran los costos reales de producción, transporte o fertilizantes”, advierte el especialista. También critica que México permita la entrada de maíz amarillo importado de Estados Unidos, país que subsidia su producción, generando competencia desleal para los productores nacionales.
Castillo es contundente: “Hay mucha ignorancia en quienes presumen que Veracruz es el granero del país”.
El campo que se vacía: solo quedan unos cuantos
Desde la Confederación Nacional Campesina (CNC), Fernando Hernández Flores describe un panorama aún más crítico: la falta de apoyos ha provocado que lo que antes eran cien productores hoy sean apenas diez.
“Quienes trabajan la tierra lo hacen para el autoconsumo. Falta incrementar la productividad y valorar al campesino”, subraya.
Considera indispensable impulsar el cultivo de maíz criollo —no modificado ni tratado con químicos— y dar seguimiento a proyectos productivos que permitan comercializar adecuadamente los granos nativos, base de la alimentación nacional.
Cifras que revelan el deterioro
El Panorama Agroalimentario 2024, elaborado por FIRA, reporta que en el ciclo otoño-invierno 2024 se produjeron 4.8 millones de toneladas, es decir, 3.8 millones menos que el ciclo anterior: una caída del 44%.
La disminución se explica por una menor superficie sembrada y una reducción del rendimiento por hectárea del 20%, tendencia que afecta directamente a Veracruz y otros estados con baja tecnificación y escasos apoyos.
La crisis del maíz criollo en Veracruz evidencia una problemática que trasciende lo productivo: es la pérdida acelerada de una herencia cultural que ha alimentado a México durante siglos, sostenida hoy por los pocos campesinos que siguen luchando por sembrar.




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