Nautla, el pueblo que se salvó del agua gracias a una decisión tomada hace más de veinte años.
Nautla, Ver., a 10 de octubre de 2025.- El cielo gris y las lluvias incesantes han puesto nuevamente a prueba a los pueblos del norte de Veracruz. Poza Rica, Tecolutla, Vega de Alatorre… nombres que en las últimas semanas han resonado entre las noticias por las inundaciones que arrasaron con calles, viviendas y cultivos.
Pero hay un municipio que, a pesar de las tormentas, resistió, Nautla, la villa costera que mira al mar y al río del mismo nombre, se mantuvo en pie, casi como si una fuerza invisible la protegiera.
Esa fuerza tiene nombre y fecha: los muros de contención construidos entre 2001 y 2004, durante la administración del entonces alcalde Felipe Capitaine Rivera, una obra que en su momento dividió opiniones, pero que hoy es recordada con gratitud.
Hace más de dos décadas, cuando hablar de obras preventivas no era prioridad en la política local, Capitaine Rivera decidió apostar por la seguridad antes que por la popularidad: “Había quienes decían que era un gasto innecesario, que el río no volvería a crecer como antes”, recuerdan los vecinos de La Martinica, pero él insistió, basándose en estudios técnicos que advertían el riesgo latente de desbordamientos, y tenía razón.
En aquel entonces, Nautla ya había vivido tragedias que quedaron grabadas en la memoria colectiva, familias que perdieron todo por las crecientes del río, calles convertidas en canales y años de lucha para levantar de nuevo lo poco que el agua no se llevó, por eso, la decisión del alcalde no fue solo técnica: fue profundamente humana.
Veinte años después, la historia se repite, pero con un desenlace distinto, mientras otros municipios quedaron bajo el agua, los muros levantados con concreto, esfuerzo y visión resistieron el embate del río Nautla, las aguas crecieron, golpearon con fuerza, pero no cruzaron el límite, desde el malecón, algunos pobladores observaron cómo el río rugía, pero se detenía ante la muralla que les salvó la vida.
“Gracias a esa obra seguimos aquí”, comenta doña Lidia, vecina de Jicaltepec, mientras señala las marcas del agua que alguna vez alcanzaron el nivel de sus ventanas: “Yo tenía veinte años cuando los construyeron, muchos no creyeron que sirvieran, pero ahora ya nadie lo duda”.
Sin embargo, el paso del tiempo también cobra factura, las fisuras visibles en el muro y el desgaste estructural son advertencias silenciosas que no pueden ignorarse, Nautla, hoy segura, podría estar ante una nueva amenaza si no se actúa pronto, han pasado varias administraciones y, pese a las recomendaciones técnicas, el mantenimiento ha sido insuficiente.
Felipe Capitaine Rivera, quien ha anunciado su retorno a la vida pública para las elecciones de 2026, no evade el tema: “En aquel entonces actuamos pensando en el futuro de Nautla, hoy, ese futuro nos da la razón, rehabilitar los muros será una prioridad, porque lo que está en juego es la seguridad de nuestras familias”, declaró recientemente durante un recorrido por las comunidades ribereñas.
La frase encierra no solo una promesa política, sino una convicción personal, el exalcalde fue testigo del sufrimiento de su pueblo antes de las obras, y sabe que la prevención salva más vidas que la reacción.
Hoy, el sonido del río Nautla sigue siendo el mismo: profundo, constante, poderoso, pero ya no infunde el mismo temor, los muros —aunque agrietados por el tiempo— se mantienen firmes, recordando a todos que una decisión valiente puede cambiar la historia de un pueblo.
La historia de Nautla es una lección viva sobre la importancia de planear, prever y proteger, incluso cuando hacerlo signifique enfrentar la crítica, porque las obras que salvan vidas no siempre se ven en campaña, pero se sienten cuando la tormenta llega.
Y cuando las aguas vuelven a su cauce, los muros permanecen, silenciosos, firmes, como guardianes de un pueblo que aprendió que la visión y la voluntad pueden más que cualquier corriente.
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