El Charco: 27 años de silencio, dolor y lucha sin justicia
Guerrero, a 7 de junio del 2025.- Han pasado 27 años desde la madrugada sangrienta del 7 de junio de 1998, cuando la comunidad mixteca de El Charco, en el municipio de Ayutla de los Libres, fue sacudida por las balas del Ejército Mexicano. Hoy, sus viudas, junto al Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, siguen exigiendo lo que el Estado aún les niega: justicia y verdad.
En la alameda Granados Maldonado de Chilpancingo, el recuerdo de los diez indígenas asesinados pesa tanto como la impunidad. Ahí, Abel Barrera Hernández, director de Tlachinollan, alzó la voz contra la protección que —afirman— ha cobijado durante años a los responsables: el general Alfredo Oropeza Garnica, el exgobernador Ángel Aguirre Rivero y el expresidente Ernesto Zedillo.
“En lugar de investigar al Ejército, criminalizaron a las viudas y sobrevivientes, los acusaron de terrorismo, los persiguieron, y cuatro fueron asesinados después”, lamentó Barrera.
El día de la masacre, campesinos y líderes comunitarios se encontraban reunidos en una escuela rural cuando, según los testimonios, soldados los rodearon y esperaron la madrugada para abrir fuego. Las víctimas, desarmadas, alzaron los brazos para evitar la agresión. De nada sirvió. En la cancha de basquetbol de la escuela Caritino Maldonado Pérez, la violencia se impuso sobre la razón.
Desde entonces, las heridas siguen abiertas. La escuela permanece cerrada, símbolo de una comunidad castigada por atreverse a organizarse. No hay agua, no hay servicios, y aún hoy, no hay justicia.
Eustolia, una de las viudas, tomó el micrófono con la dignidad de quien ha resistido casi tres décadas de olvido:
“Nadie conoce cómo fue la masacre. Nunca hemos estado en una mesa de diálogo. Seguimos esperando que nos escuchen”.
Las organizaciones presentes hicieron un llamado directo a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo para que rompa con el pacto de silencio que, aseguran, persiste en los gobiernos de la Cuarta Transformación respecto al papel del Ejército en crímenes del pasado.
“No habrá paz en Guerrero mientras no haya justicia para las víctimas”, advirtió Abel Barrera.
La historia de El Charco no está escrita solo en los libros de derechos humanos. Vive en las madres que aún lloran, en las comunidades que sobreviven sin lo básico, y en una exigencia que no cesa: que el Estado mexicano mire de frente su pasado y rinda cuentas.
No hay comentarios