Noticias

Chavismo se impone con el 82.6 % en elecciones marcadas por abstención y denuncias de farsa electoral

Venezuela,
a 26 de mayo del 2025.- En unas elecciones regionales que han encendido las alarmas dentro y fuera del país, el chavismo se proclamó triunfador con el 82.6 % de los votos, adjudicándose 23 de los 24 estados y sumando bajo su control el territorio en disputa de la Guayana Esequiba. El Consejo Nacional Electoral (CNE), bajo evidente alineación con el régimen de Nicolás Maduro, aseguró que los resultados son “irreversibles”, pese a la marcada baja participación ciudadana, estimada en más del 85 % de abstención, según la oposición.

El oficialismo no solo recuperó regiones clave como Zulia, Barinas y Nueva Esparta, sino que logró imponer su sello en casi toda la geografía venezolana, con excepción del estado Cojedes. Incluso el simbólico estado Barinas, cuna de Hugo Chávez, volvió a teñirse de rojo. En total, fueron instaladas 27,713 mesas en 15,736 centros de votación; sin embargo, numerosos testimonios y fotografías mostraron urnas vacías y calles desiertas durante la jornada.

El resultado fue inmediatamente celebrado por Nicolás Maduro, quien encabezó un acto en Caracas y proclamó que, pese a “las sanciones criminales y el fascismo”, el chavismo estaba “más vigente y más fuerte que nunca”.

No obstante, para la oposición venezolana y buena parte de la comunidad internacional, los comicios fueron cualquier cosa menos una muestra de fortaleza democrática. La líder opositora María Corina Machado denunció que el pueblo “le dio la espalda al régimen”, y calificó la jornada como una “nueva derrota moral” para Maduro. “Más del 85 % desobedeció. No participaron en esta farsa. Fue una declaración silenciosa, pero poderosa”, afirmó en un video difundido en redes sociales.

Desde el exilio en España, el excandidato presidencial Edmundo González Urrutia respaldó esa lectura: “Hoy el mundo ha presenciado un acto de coraje cívico. El régimen ha quedado expuesto. Eligió aferrarse al autoritarismo y se sostiene con terrorismo de Estado”.

La coalición opositora Plataforma Unitaria Democrática (PUD), que rechazó participar en el proceso, denunció que se trató de “una farsa electoral orquestada para legitimar el autoritarismo”. Durante la jornada, circularon imágenes de centros vacíos en Caracas, Miranda y otros estados, en contraste con la movilización masiva que caracterizó las elecciones presidenciales previas.

El partido Primero Justicia agradeció a los venezolanos que “resistieron el miedo y la manipulación”, y exigió la liberación del dirigente Juan Pablo Guanipa, detenido días antes por un presunto plan para boicotear el proceso.

Una de las mayores sorpresas fue la inclusión y adjudicación de la Guayana Esequiba, un territorio de casi 160 mil km² en disputa con Guyana, que el chavismo declaró como el nuevo “estado 24” de Venezuela. El CNE aseguró que en esta región también se eligieron cargos de gobernación, pese a la falta de control efectivo por parte del Estado venezolano.

Fuentes periodísticas y observadores indicaron que la participación en la zona fue igualmente baja, salvo en áreas con comunidades indígenas, donde se reportó una presencia más activa.

En Maracaibo, estado Zulia, ocho de diez centros recorridos por periodistas estaban completamente vacíos; en Caracas, incluso en zonas tradicionales del chavismo, la asistencia fue escasa. Solo el liceo Fermín Toro, cercano al Palacio de Miraflores, presentó actividad, pero con largas filas compuestas principalmente por funcionarios de seguridad del Estado.

Las imágenes son claras: una victoria numérica sin respaldo ciudadano real, con un país paralizado por el miedo, la apatía o el rechazo. Las elecciones del domingo han dejado una postal nítida de la crisis venezolana: un régimen que se impone por decreto y una sociedad que responde con el silencio de la abstención.

El desafío para la oposición será canalizar el descontento en una estrategia clara hacia 2025, mientras se profundiza la deslegitimación internacional del gobierno de Maduro. Las miradas ya están puestas en el proceso presidencial del próximo año, que podría ser definitivo en el futuro político del país.

Por ahora, Venezuela sigue atrapada en un bucle de poder absoluto, represión solapada y una democracia herida. La abstención masiva ha dejado claro que el verdadero plebiscito del pueblo fue no votar.

No hay comentarios