Pescaderías se alistan para el repunte de Semana Santa
Por Arquímedes González.
Misantla, Ver., a 6 de abril del 2025.- En pleno corazón del mercado municipal de Misantla, donde el bullicio de los compradores se entremezcla con el aroma fresco del mar, la Pescadería Misantla abre sus puertas con una oferta que desafía el alza de precios, Gabriel Presas, comerciante local con años de experiencia, alista su mostrador para enfrentar la temporada más intensa del año: la Semana Mayor.
Y lo hace con una apuesta clara: ofrecer productos del día a precios justos, mientras otros puntos de venta incrementan el costo de los mariscos, aquí se mantiene una política que busca cuidar el bolsillo del consumidor: “Los precios siguen siendo los mismos del año pasado”, asegura Presas con firmeza, como si se tratara de un acto de resistencia ante la inflación que amenaza cada Cuaresma.
Actualmente, el camarón grande se ofrece a $200 el kilo, mojarra a $110, huevina a $130, pescado ahumado también a $110, y la jaba de pescado a $110, el filete de mojarra se mantiene competitivo, y se otorgan descuentos por mayoreo a quienes compran entre 10 y 15 kilos, facilitando así el acceso a revendedores locales.
Estos precios no solo reflejan una estrategia de fidelización, sino también un compromiso con la comunidad: “Si el marisco sube 20 o 30 pesos, aquí solo lo subimos 5 o 10”, señala Gabriel, consciente del esfuerzo económico que muchas familias hacen para cumplir con la tradición de consumir pescado durante la Semana Santa.
La expectativa es clara, durante la Semana Mayor, las ventas podrían incrementar hasta un 70%, como ocurre año con año, aunque los viernes de vigilia han tenido una afluencia “más o menos”, Gabriel confía en que los días santos traigan consigo una mayor demanda: “La gente viene por marisco fresco, por producto del día, y aquí lo encuentra”, afirma con entusiasmo.
Este repunte no solo es vital para la pescadería, sino también para dinamizar la economía del mercado local, donde cada puesto depende del flujo de compradores que, en estas fechas, se multiplica, la tradición religiosa impulsa el consumo, pero también es una oportunidad de sustento para cientos de familias que dependen del comercio informal y semiformal.
“El pescado que traemos es del día, todo fresco, hacemos el esfuerzo por traer buena mercancía, pero todo lo hacemos solos”, comenta, es un testimonio que se repite en múltiples voces del mercado, ausencia de campañas de consumo local y olvido de las autoridades hacia los pequeños productores.
Gabriel Presas lo dice claro: “Aquí estamos para servirle, con precios económicos y buena atención”, y detrás de esa frase amable se encuentra la urgencia de una comunidad que necesita más que buenas intenciones para sostener su forma de vida.
La Semana Santa está por llegar, el pescado y marisco ya espera sobre el hielo, la venta está por repuntar, pero la pregunta de fondo sigue siendo la misma: ¿quién sostiene a los que sostienen la tradición?.
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