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domingo, 3 de octubre de 2021

“Lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”

LECTURA ORANTE DEL EVANGELIO“LECTIO DIVINA”
LECTIO ¿QUÉ DICE EL SEÑOR?
Texto: Mc 10, 2-16
Teziutlan, a 3 de octubre del 2021.- En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: “¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?”.
Él les respondió: “¿Qué les prescribió Moisés?”. Ellos contestaron: “Moisés nos permitió el divorcio mediante la entrega de un acta de divorcio a la esposa”. Jesús les dijo: “Moisés prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”.
Ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre el asunto. Jesús les dijo: “Si uno se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio”.
Después de esto, la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo.
Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”.
Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos.

Notas para entender mejor lo que dice el texto:
1. Pregunta y prueba a Jesús: “¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?”.
2. Lo que prescribió Moisés: “Permitió el divorcio mediante la entrega de un acta de divorcio a la esposa”.
3. Explicación de Jesús: “Moisés prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes”.
4. Enseñanza de Jesús sobre el matrimonio: “serán los dos una sola carne… lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”, si se divorcian y se vuelven a casar cometen adulterio.
5. Enseñanza de Jesús sobre los niños: Dejen que vengan a mí; el Reino de Dios es de los que se hacen como ellos, y bendijo a los niños.

MEDITATIO ¿QUÉ NOS DICE EL SEÑOR?

El día de hoy la Palabra de Dios nos habla sobre el matrimonio y los niños. En el evangelio se dice que: “Se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: ‘¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?’”. Esta pregunta refleja la realidad de todos los tiempos. Los datos históricos muestran que el matrimonio ha tenido muchas formas de realización y en la mayoría de ellas las mujeres no han tenido los mismos derechos ni se les respeta su igual dignidad. En muchas culturas, sólo los varones tenían el derecho de dejar a sus mujeres, tal como se hacía en Israel, como dice San Mateo: “por cualquier motivo” (Mt 19, 3). En tiempos de Cristo tenía mucha fuerza la tradición de Moisés, según la cual el varón podía despedir a su mujer prácticamente por cualquier cosa (cfr. Dt 24, 1).

Jesus aclara a los fariseos que la separación ha sido permitida por Dios: “Debido a la dureza del corazón de ustedes”. Esto, no sólo en los tiempos de Cristo, sino en todos los tiempos, cuando no se quiere vivir designio de Dios, las separaciones aumentan considerablemente. Además, hoy, debido a la dureza del corazón de los hombres, se cambia la naturaleza humana, se destruye el proyecto original de Dios sobre el matrimonio y la familia y se instaura la cultura de la muerte legislando en favor del aborto.

La Palabra de Dios nos invita a volver la mirada al plan original de Dios sobre el matrimonio. En el designio de Dios la unidad es una de las características del matrimonio: “Serán los dos una sola cosa”. Además, dice Jesús: “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”, es decir que también es indisoluble para toda la vida. Sin embargo, es un hecho que para vivir lo anterior se necesita, por un lado, conocer el designio de Dios sobre el matrimonio y, por otro, poner los medios para que, con la ayuda de Dios, esto sea posible. Por ejemplo, antes del matrimonio debe haber un verdadero noviazgo en el que la pareja se conozca suficientemente y madure su amor para poder vivirlo toda la vida en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad.

Lograr una relación estable y duradera, como la Palabra de Dios indica, requiere de fe, de entrega y de lucha para vencerse a sí mismo, vencer el pecado y así superar todo aquello que pudiera romper la unidad matrimonial. Hace unas décadas, cuando había problemas en un matrimonio, los familiares y los testigos (los padrinos) trataban de ayudar para que se reconciliaran y siguieran adelante; hoy son muchos los que, por falta de fe y el relativismo moral en el que nos encontramos, les aconsejan, la separación y que se busquen otro u otra. En el matrimonio no basta enamorarse y casarse, hay que aceptarse recíprocamente, asumirse y redimirse. Esto significa que al amado o a la amada se le conquista todos los días con el amor, la tolerancia y el perdón y sólo de esta manera maduran recíprocamente.

Después de su enseñanza sobre el matrimonio, fue muy oportuno que le hayan presentado a Jesús unos niños para que los tocara, pues los niños son fruto del matrimonio y el que recibe a un niño, recibe a Jesús (cfr. Mc 9, 36). Sin embargo, parece que los discípulos no sólo no han entendido el designio de Dios sobre el matrimonio, sino tampoco el designio de Dios sobre los niños, pues no dejaban que se acercaran a Jesús. Dios quiere bendecir el matrimonio, la familia y el fruto del amor de los esposos, es decir a los niños.

Por esto Jesús aprovechó para decir: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”. Aquí Jesús dice que quiere mucho a los niños y que sus discípulos deben ser medio y no estorbo para que los niños vayan a él; también señala lo importante que es el Reino de Dios y que sólo entran en él los que se hacen como los niños. En este sentido y en estos tiempos, en que muchos no se casan por la Iglesia, los jóvenes que se deciden a hacerlo son como niños que piden la bendición de Dios para vivir unidos toda la vida y así entrar en el Reino de Dios.

Finalmente, el evangelio dice que Jesús: “Tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos”. Los niños, como fruto del matrimonio, necesitan la bendición de Dios. Ahora bien, cuando los esposos han traído hijos al mundo y deciden separarse, no sólo sufren ellos la falta de amor o de perdón, sino que, cuando la ruptura es violenta, sufren la pérdida de los hijos y hacen sufrir a los hijos, más por sus pleitos y falta de respeto que, por su separación. Ojalá que, si los padres, de hecho, se han de separar, lo hagan respetando los derechos de los niños a tener el apoyo y cariño de sus dos padres, aunque: “Por la dureza de sus corazones”, se encuentren separados. De esta manera, aunque separados, Dios bendecirá a sus hijos, como lo quiere Jesús, y a ellos también. Pidamos a Dios su gracia para vivir el designio sobre el matrimonio y la familia. Dios quiere la unidad toda la vida y que vivamos a favor de la vida, es decir a favor de los niños.

ORATIO ¿QUÉ LE DECIMOS AL SEÑOR?

Señor Dios Todopoderoso te pedimos perdón por todo lo que hacemos y que favorece la destrucción del matrimonio y la familia conforme a tu designio, especialmente por las separaciones matrimoniales debidas a la dureza del corazón de los hombres que se separan de sus esposas por cualquier motivo y causan mucho sufrimiento a sus hijos.

Te bendecimos Señor porque tú has querido hacer de la unión entre un hombre y una mujer un sacramento, signo de la alianza que hay entre Cristo y tu Iglesia. Te pedimos nos concedas valorar tu desino original sobre el matrimonio y la familia como santuario de vida y de amor, así como de perdón, reconciliación y maduración humana y espiritual.

Señor Dios concédenos que ante ti tengamos siempre un corazón de niño que dependa de ti y te agrade a ti para que podamos entrar en tu Reino y favorezcamos que todos puedan acercarse a ti, especialmente los niños. Bendice nuestras familias, bendice los matrimonios y bendice a los niños para que cuenten siempre con la unión y el amor de sus padres.

OPERATIO ¿QUÉ NOS PIDE EL SEÑOR?

El Señor nos pide que valoremos el matrimonio conforme al plan original de Dios según el cual “serán los dos una sola cosa” y “lo que Dios unió que no lo separe el hombre” es decir que sea para toda la vida y que se viva como alianza de amor y fidelidad respetando la igual dignidad entre los dos y abiertos a la vida, es decir al fruto de su amor que son los hijos.

El Señor nos pide que los esposos conozcan el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia que son imagen de la Santísima Trinidad en la que hay entrega reciproca, donación y amor que da vida. En efecto, la familia es santuario de vida, de unidad y de amor y, por lo mismo, templo de Dios y casa de Jesús, María y José, es decir escuela de valores humanos y evangélicos de dignificación y santificación de sus miembros y de glorificación a Dios.

Es Señor nos pide, por un lado, que con el testimonio de nuestra vida y nuestras acciones seamos medio y no estorbo para que los niños se acerquen a él y, por otro lado, también nos pide que, así como los niños buscan todos los días los brazos amorosos de sus padres, así nosotros todos los días busquemos los brazos amorosos de nuestro Padre Dios.

+ Mons. José Trinidad Zapata Ortiz
VIII Obispo de Papantla

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